José Blanco / La Jornada
Escribo con los datos
del PREP en marcha. Con 93.62 por ciento de las actas capturadas, Peña
Nieto ganaba con 6.17 puntos porcentuales a Andrés Manuel López Obrador.
La cifra se amplía en la elección de diputados, con 36.45 por ciento
para el PRI-Verde, 27.14 para las izquierdas coaligadas y el 25.96
puntos porcentuales para el PAN. Escribo ayuno de algunas informaciones,
como las
No existen en el mundo comicios cuya pulcritud sea químicamente pura. No podríamos esperar de los nuestros algo distinto.incidenciastotales, o el discurso que hoy lunes que escribo, daría AMLO. Me parece que las incidencias no modificarán el resultado de la elección presidencial.
Desde el ángulo de las izquierdas, la explicación debe comenzar por voltear a verse a sí mismas. Su propia responsabilidad, antes de buscar la viga en el ojo ajeno. Cerca de 3 millones de votos de diferencia entre AMLO y EPN pudieron probablemente haberse superado por las izquierdas, si éstas hubieran tenido otro comportamiento durante los últimos seis años. Parece clara esta conjetura. Izquierdas divididas entre ellas y en el interior de ellas. Pleitos interminables en vitrina, realmente deleznables. La respuesta del propio AMLO a la sucia elección de Calderón no fue la mejor, y seguramente aportó su cuota a los resultados de hoy. Diversas izquierdas gobernaron entidades de la Federación mediante estilos y métodos iguales a los del PRI de siempre. Los cambios de partido como de calzones fueron inexplicados, que no fuera que no se satisfizo el interés político personal de los trapecistas de
izquierda. Sus escenas de buscabullas exaltados fueron numerosas en la Cámara de Diputados…
A pesar de ello es notable el avance de las izquierdas; vaya tolerancia de la sociedad mexicana. Ganó la elección con una diferencia mayor que cualquiera otra elección, en el DF, la entidad de mayor desarrollo del país: el mayor PIB per cápita, el más alto nivel medio educativo. Ganó la elección presidencial en ocho entidades de la Federación. Se recuperó en la Cámara de Diputados hasta alcanzar 27.2 por ciento de las curules de elección directa. No puede pedírsele a AMLO que no viva un duro duelo, pero la izquierda que necesita México, como el oxígeno, es otra. Debe depurarse y crecer intelectualmente para superar los que ahora fueron casi 3 millones de votos con los que perdió, y tendrá que hacerlo en medio de grandes fuerzas horriblemente hostiles a la fuerza política cuya única razón de existir (algo que tiene mil facetas), es la justicia social.
El PAN fue vapuleado porque la sociedad terminó por
convencerse de que los dos infaustos sexenios panistas fueron la
continuidad del dinosaurio priísta, en términos de desigualdad social,
de pobreza, de corrupción, de conservación del corporativismo
putrefacto, a los que sumó una gobernanza ineficaz, y el fortalecimiento
sin medida de la industria del crimen. Calderón puede estar seguro que
será protegido por el nuevo gobierno.
El estilo de tertulia priísta que vimos toda la vida fue el que recibió a Peña Nieto. La misma clase de maistro de
ceremonias con los mismos gritos engolados. El discurso, bueno, el que
dicen todos los presidentes electos en su primera presentación:
gobernaré para todos, hagamos a un lado nuestras diferencias, unamos
nuestras coincidencias, sobre todo aquella que viene siempre por
delante: nuestro amor a México. ¿A México? La brutal desigualdad
socioeconómica que azota al país es el fundamento de la existencia de
muchos Méxicos. Es la inmensa tarea que tiene, no Peña, sino la sociedad
mexicana.
Peña y AMLO hicieron una campaña de seis años. Pero por senderos
distintos. Hay que repetir nuevamente el secreto: Peña fue una
construcción de las televisoras, Televisa por delante, y cuenta con una
red de relaciones con grupos priístas (como las izquierdas el PRI son
muchos pris, aunque han practicado por décadas disciplinas que los atan y
los protegen a todos) y con grupos de los poderes fácticos. Pueblo
jodido, en su gran dimensión, es el mundo en el que se mantuvo inmerso
la mayor parte de su interminable recorrido.
No debiéramos olvidar que ese pueblo es en gran medida
educadopor la caja idiota. De ahí la importancia decisiva del discurso central de #Yosoy132 sobre los medios. Es evidente que la construcción de una nueva izquierda pasa por la definitiva democratización de los medios.
Peña dijo en su discurso que no habrá viejo PRI. No puede haberlo en
cierto sentido, porque no hay más carro completo: habrá una Cámara de
Diputados partida en tres y hay los avances y las lecciones que acaban
de llevarse las izquierdas que, esperemos, sepan procesar. Lo que está
por verse es exactamente qué es la
nueva generaciónde políticos priístas referida por Peña. Que especifique de qué habla cuando expresa que tendremos una
economía de mercado pero con sentido social. ¿Se alejará del neoliberalismo, moribundo en el planeta? Volveremos.
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