viernes, 27 de julio de 2012

UNA POLÍTICA ECONÓMICA IRRACIONAL

Juan Fernando Robles / elEconomista.es
Ha dicho el ministro de Economía que los mercados se comportan irracionalmente. Imagino que el ministro pensará que lo verdaderamente racional es la política económica del Gobierno que, al parecer, nadie alcanza a comprender, y menos los pobres operadores del mercado. Esta reflexión sobre la irracionalidad del mercado invita a repasar las racionales medidas que se han venido tomando y cuyos efectos ya son de todos conocidos.
Rajoy se encontró la prima de riesgo sobrepasando por poco los 300 puntos y mientras aprobaba algunas reformas estructurales, la más valiente la laboral, se mantuvo rondando arriba o abajo los 350. Pero, salvo eso, nada más se hizo de calado porque se pasó unos meses hasta las elecciones andaluzas un poco a verlas venir, no fuera a ser que si aplicaba alguna medida más impopular perdiera Arenas la Junta de Andalucía, que según se vio tenía perdida. Mientras, iba elaborando el Presupuesto de 2012, sin prisa pero sin prisa, porque todo era pausa. Y nos íbamos enterando de que el déficit de 2011 no era ni el 6, ni el 8,5, sino el 8,9, tras descolgarse unas cuantas comunidades autónomas con magras desviaciones. Todo muy racional y que ofrece mucha confianza.
El ministro de Economía presenta en febrero su primera reforma financiera, tan eficaz como todas las que se habían hecho antes. La prima de riesgo ni se inmutó, porque la reforma antes que mayor credibilidad trajo más dudas, pues se vino a reconocer oficialmente que los balances bancarios eran mentira.
Las comunidades autónomas cada vez mostraban mayores signos de dificultades para financiar su deuda y se empieza a hablar de financiarlas desde el Estado. Que las comunidades autónomas tengan unas deudas imposibles es algo que da mucha confianza al inversor; y sobre todo que el Gobierno no acometa una reforma rápida de su estructura de gasto ni imponga más medida que ofrecer financiación a cambio de mirar papeles es también una medida que al inversor le gusta, dado que implica que el Estado se echa más tierra encima.
Como íbamos bien encaminados, la prima de riesgo se pone a coquetear con los 400 puntos en el mes de abril, señal de que estamos dando en la diana, pero fuera no se enteran. Y entonces empiezan los rumores sobre Bankia. Que si no tiene las cuentas auditadas, que si la van a intervenir, que si está quebrada. Pero pasan dos semanas de rumores y un buen lunes por la mañana, día estupendo para tomar decisiones financieras, se lanza desde el racional Ministerio de Economía la especie de que Rato se tiene que ir y de que Bankia, que tenía aprobado el plan de recapitalización por el Banco de España, tiene un bonito agujero. Y así, con el mercado abierto, la prima disparándose y la bolsa cayendo, llega el bueno de Goirigolzarri que, como si se tratara de un niño de San Ildefonso, cantó los 19.000 millones. Y claro, intervenir una entidad por episodios y con el mercado abierto siempre ha dado mucha confianza a los inversores, que ahora saben que el cuarto banco del país está quebrado. Porque si el número era el 19.000, el Eurogrupo cantó el premio: 100.000 millones de euros. Y el bombo de la prima siguió girando y apuntalándose entre los 500 y 600 puntos.
Porque es muy racional decirle a alguien que te pida lo que necesite sin que tengas el dinero para dárselo y pasen los días y te fuercen desde el extranjero a pedir un crédito. Si ese crédito además supone aumentar el endeudamiento del Estado, aunque luego sea que no, que será luego, pues el inversor piensa en comprarte la deuda de inmediato.
Porque además, entretanto, y para seguir haciendo ejercicios de transparencia, se hace una segunda reforma financiera en la que queda patente que una buena parte de la cartera de créditos normales de la banca están envilecidos.
Por si fuera poco, la recaudación fiscal baja, se suben los impuestos, se recortan sueldos y se pone encima de la mesa una batería de reformas para seguir enfriando la economía, ya en clara y duradera recesión. Y la prima en 600 y subiendo. Pero el Ejecutivo no ve racional hacer una verdadera reforma de las Administraciones Públicas, comunidades y ayuntamientos para eliminar todo el despilfarro y caos. Eso es irracional, porque a lo mejor prefiere que vengan desde fuera a hacerlo. Quién sabe.
Dicen que Napoleón cuando perdió en Waterloo le dijo a su ordenanza: Pierre, Wellington estaba en la colina en una posición irracional.
Juan Fernando Robles, profesor de Finanzas.

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