sábado, 28 de julio de 2012

LA INOPERANCIA DE LAS CIUDADES RURALES

Los de abajo
Gloria Muñoz Ramírez / La Jornada
El modelo de las ciudades rurales, tan cuestionado en Chiapas por inoperante y provocador del rompimiento del tejido comunitario, pretende aplicarse en Puebla con el argumento de llevar servicios a las comunidades dispersas de la Sierra Norte.
En Puebla, indica Gabriel Hernández García, del Centro de Investigación y Capacitación Rural (Cedicar), se ha iniciado un proyecto de reubicación de la población que abrirá las puertas del territorio a diversos megaproyectos, como los mineros.
La experiencia en Chiapas ha sido clara. Durante un foro sobre lo que las ciudades rurales han implicado en esta entidad, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México Dolores Camacho explicó que mientras no participen los beneficiarios en el diseño, planeación y desarrollo de estos proyectos, seguirán siendo fracasos y fuentes de conflicto. Los comentarios de los afectados y lo que se puede observar permite deducir que esta política de reubicación contiene además una estrategia de expansión del mercado y control social de los grupos marginados. En centros de población que dependen del mercado y los proyectos gubernamentales para sobrevivir son imposibles la organización y la resistencia, con lo que pierden la autonomía que es posible gozar cuando se es independiente en alimentación.
Y justo esto es lo que se prevé suceda en Puebla, razón por la que en los recientes dos años un conjunto de organizaciones sociales de la Sierra Norte ha identificado que el modelo de desarrollo que se pretende imponer en la región tiene múltiples aristas que no sólo ponen en juego la agrobiodiversidad tradicional sino, en general, al modo de vida indígena-campesino.
El proyecto de ciudades rurales, señala Hernández García, es considerado en la región como una ofensiva contra la milpa, la agricultura multifuncional, los territorios y el modo de vida campesino-indígena. Para los representantes de organizaciones como la Unidad Indígena Totonaca Náhuatl (Unitona), que tiene presencia en 28 municipios de la Sierra Norte, indigna que desde los ojos del poder la vida rural no sea una forma de vida digna.
Remover a la población y reubicarla implica abandonar la parcela, pues la lejanía vuelve inviable seguirla trabajando. Pensada en estos términos, indica el investigador, la propuesta de las ciudades rurales sustentables es equivalente a desterritorialización y a la reconversión productiva. Al ya no poder trabajar su parcela, el productor se ve obligado a buscar otras opciones como sembrar en viveros familiares o prestar algún tipo de servicio.
La resistencia ha empezado a gestarse y las ciudades rurales tienen ya fuerte oposición en Puebla.

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