Luis Rubio / El Siglo de Torreón
A la memoria de Bernardo Minkow.
El mundo parece convulsionarse con decapitaciones de periodistas,
guerras civiles, toma de territorios soberanos y referéndums
susceptibles de alterar realidades nacionales largamente vigentes. Los
cambios geopolíticos en Crimea y Ucrania, la reconfiguración territorial
que ISIS está produciendo en Siria e Irak (países ya de por sí inmersos
en cruentas guerras civiles no muy distintas, en concepto, a las de
Sudán y Libia), han cambiado el panorama internacional. Venezuela
amenaza con otra convulsión, ahora que las cuentas producto de años de
una atroz conducción económica finalmente tocan la puerta. Cataluña y,
recientemente, Escocia votan sobre quedarse en sus respectivos países o
irse por su cuenta. El gobierno estadounidense, corazón del sistema
internacional en las últimas décadas, va a la deriva, sin estrategia ni
capacidad aparente por comprender la naturaleza de los fenómenos que el
mundo enfrenta. Los conflictos se multiplican por donde uno voltee y,
sin embargo, los mercados financieros parecen incapaces de inmutarse.