ENRIQUE DE LA MADRID CORDERO / EL UNIVERSAL
Las tan esperadas elecciones presidenciales de nuestro
país ya pasaron. Los resultados oficiales señalan que Enrique Peña Nieto
es el ganador y no tengo duda de que, una vez resueltas las
impugnaciones, se confirmará el resultado.
El reto de México y del nuevo gobierno será encontrar
la forma de aprovechar varias condiciones favorables que tiene nuestro
país y que pueden generar una etapa de crecimiento sostenido.
En primer término, México cuenta con una base
macroeconómica sólida. Desde hace casi 30 años la política económica de
nuestro país se ha enfocado en alcanzar la estabilidad y en consolidar
finanzas públicas sanas. La inflación se encuentra controlada y la
perspectiva es que siga por debajo del 5%.
De acuerdo con la OCDE, al cierre de 2011, la deuda
pública mexicana equivalió a 42.7% del PIB, mientras que países más
avanzados presentan una situación diametralmente diferente. Estados
Unidos, por ejemplo, tiene una deuda pública equivalente a 100% de su
PIB, Alemania de 81.5% y Japón (la tercera economía del mundo) de
233.4%.
En suma, México cuenta con una posición macroeconómica
superior a la de muchos países desarrollados y, a pesar de contar con
algunas limitantes para el crecimiento, es hoy la undécima economía del
mundo. España, Italia y Brasil, por mencionar sólo a algunos países,
deberán enfocarse varios años a alcanzar una situación de estabilidad
macroeconómica similar para continuar por el camino del crecimiento.
México ya no se distraerá en estos temas.
En segundo lugar, México ha tenido un incremento
importante en su competitividad. Hasta hace poco tiempo, muchas
inversiones se movieron a China debido a que los costos laborales
volvieron más atractivo al gigante asiático. Sin embargo, el costo de la
mano de obra china se ha incrementado y los altos precios del petróleo
hacen que el factor distancia se vuelva mucho más relevante. Por
ejemplo, transportar un contenedor de 40 pies cúbicos desde China a la
costa este de Estados Unidos cuesta unos 7 mil dólares, mientras que
hacerlo desde México cuesta menos de la mitad.
A nivel interno, además, México cuenta con un
importante bono demográfico. Actualmente cerca de 50% de la población de
nuestro país tiene menos de 25 años, lo que significa que se cuenta con
una fuerza laboral potencial enorme con una tasa de dependencia baja.
Ponderado por productividad, el costo de la mano de obra mexicana es más
competitivo que el de China y por tanto la expectativa es de
crecimiento en la producción y de las exportaciones en México.
A esto se suma el incremento en el uso del Shale Gas en
Norteamérica, en sustitución del gas natural. Este cambio ha
representado una disminución en el precio del gas en más de 70%, lo que
impulsará la competitividad de México, principalmente si se considera
que la industria y la generación de electricidad dependen de este
insumo.
Adicionalmente, la inversión extranjera directa en
México cerró en 18 mil millones de dólares; sin embargo, la
inestabilidad económica en los países desarrollados y la perspectiva de
menor crecimiento de los grandes emergentes convierten a México en un
destino naturalmente atractivo para el exterior, principalmente por su
estabilidad macroeconómica y perspectiva de crecimiento.
La variable por definir es entonces la política. Es
necesario cerrar la etapa del proceso electoral en orden y en paz y
generar los acuerdos necesarios y las acciones concretas para detonar
este enorme potencial de crecimiento. Debemos tener un gobierno eficaz
que lleve a cabo esas acciones en un lapso corto y que se plantee la
meta de hacer de México un país desarrollado en tan sólo una generación.
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