Vamos en
camino a que en Europa estalle la crisis y requiera —quizás— que varios países
abandonen el euro, con implicaciones de otra crisis.
Jesús
Alberto Cano Vélez / Excelsior
Es
peligroso ceder a la tentación de echar las campanas a volar por las
estimaciones optimistas (¿?) que el FMI anunció respecto de nuestro PIB anual
en 2012: 3.9 por ciento, como lo anunció el presidente Felipe Calderón
con bombo y platillo la semana pasada, en base al comportamiento de la economía
mexicana durante el primer semestre.
La
previsión original para este año era de 3.3 por ciento y ese cambio parece
anunciar que —a diferencia de lo que está ocurriendo en el resto del mundo—
México vive una etapa de recuperación superior en su economía.
Nuestro
cuestionamiento no es cosa de teoría o de técnica economicista.
Nos
preocupa lo que parece reflejar, lo que nuestra autoridad percibe con optimismo
aquí; mientras que lo que está pasando en el mundo es la desaceleración,
intensificando la crisis económica, especialmente en los países con los que
comerciamos y determinan las fuerzas externas que nos afectan.
El
problema es que aparte de ser sueños extravagantes, hace que nos confiemos para
no hacer nada. Obviamente, es cómodo para un jefe de Estado, en proceso de
concluir su guardia, pensar que ya no tiene más qué hacer en la toma de
decisiones ante un posible aumento de presiones recesivas en México.
Vemos,
por un lado, una Europa con cinco enfermos: dos muy graves, España y Grecia, y
otros dos con altas temperaturas: Irlanda e Italia, y un último, Portugal, de
pronóstico reservado. También tenemos a un Estados Unidos, nuestro principal
socio comercial, que está en peligro de una muy grave recesión y no deja de
asomarse al precipicio por sus divisiones políticas internas.
Su
banquero central —Bernanke— dice que está preparado para hacer algo en
caso de ser necesario, como hace tres años... Pero puede ser muy tarde para que
surta los efectos necesarios para ellos y para nosotros.
De manera
que vamos en camino a que en Europa estalle la crisis y requiera —quizás— que
varios de ellos abandonen el euro, con todas las implicaciones de otra crisis,
y que en el continente americano dejemos que la inercia nos genere más
desempleo y pobreza, porque todos los motores externos de crecimiento, que han
sido fundamentales para la economía mexicana, estén desvielados o
amenacen con estarlo.
Luego
tenemos lo que está pasando con nuestros socios de los bloques asiáticos, como
Japón y Corea, que están afectados por fuerzas recesivas, y otros que nos
pueden afectar por su mero tamaño, como China e India, que se han desacelerado
fuertemente sus tasas de crecimiento a 7.5 por ciento, que puedan sufrir
aterrizajes forzosos, pero están aplicando medidas económicas para salir bien.
España,
Italia y Grecia, con gran valentía y riesgo, han agarrado el toro por los
cuernos y aplicado medidas muy peligrosas para la paz interna —por su tipo de
problema— con un gran costo político y social, como apreciamos en las
respuestas violentas de diversos segmentos de su población.
Lo
importante a ponderar es que mientras que los demás países están asumiendo sus
responsabilidades y aplicando políticas públicas, a veces difíciles y
controvertidas, para evitar la llegada de las recesiones económicas que los
amenazan, o para estar preparados para hacerlo, México no dice o enseña... sus
luces.
Por
tanto, esta administración saliente amenaza con heredar a la entrante una
economía en seria crisis económica y sin haber hecho nada para contrarrestarla.
De hecho, estamos solos, como lo dijo hace algunos días un columnista económico
que ve venir lo mismo que tememos nosotros.
Nuestro
eterno motor externo —Estados Unidos— estará teniendo que enfrentar lo suyo,
igual que los europeos. Y mientras tanto, China, India, Rusia, Brasil y
Sudáfrica, el grupo de países medios en los que descansará el futuro de la
economía mundial, estarán haciendo lo suyo, sin esperar —como nosotros— que el
Chapulín Colorado o alguien más llegue al rescate.
*Presidente
Nacional del Colegio Nacional de Economistas @acanovelez
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