Joaquín López-Dóriga Ostolaza / El
Economista
El
escenario base es que las tasas de interés no cambian.
Ante el
cúmulo de evidencias de una considerable desaceleración económica y la
creciente probabilidad de una nueva recesión a nivel global, los bancos
centrales de los principales bloques económicos se han avocado a la tarea de
apuntalar la actividad económica mediante la implementación de políticas
monetarias cada vez más acomodaticias.
Mientras
que en el 2010 y el 2011 los estímulos monetarios se daban principalmente en
las economías desarrolladas y los bancos centrales de mercados emergentes
estaban en medio de un ciclo restrictivo, en el 2012 la desaceleración
económica ha obligado a que la relajación monetaria se esté extendiendo a los
países emergentes.
En el
lado de las economías desarrolladas, la Fed ha anunciado que mantendrá las
tasas de interés en el nivel actual por un periodo prolongado que duraría hasta
finales del 2014, por lo menos. Adicionalmente, no sorprendería que la Fed
decida incrementar su programa de inyecciones de liquidez mediante la compra de
bonos del Tesoro estadounidense y bonos respaldados por hipotecas en el mercado
abierto.
Por su
parte, el Banco Central Europeo (BCE), por fin, se ha embarcado en un programa
de recortes en su tasa de referencia que podría durar varios trimestres.
Asimismo, el BCE ha estado expandiendo la oferta monetaria mediante la compra
de bonos soberanos de países como Portugal, España, Italia e Irlanda en el
mercado. Por el lado de los mercados emergentes, los bancos centrales han
comenzado a revertir las restricciones monetarias que implementaron desde finales
del 2009 y hasta mediados del 2011.
Esto se
da en un contexto de menores presiones inflacionarias por el lado de los
precios de materias primas –principalmente, alimentos y energéticos – y una
clara desaceleración en economías como China y Brasil.
Ante este
entorno, el mercado ha empezado a cuestionar si Banxico bajará la tasa de
fondeo en las próximas semanas. Aunque la posibilidad de una baja - que hace
unos meses era impensable - ha venido creciendo, el escenario base para este
columnista sigue siendo uno en el cual las tasas se mantienen sin cambio.
Por un
lado, las presiones inflacionarias -que habían venido cediendo de manera
importante durante la segunda mitad del año pasado y los primeros meses del
2012-, durante los últimos meses han traído un aumento importante en la
inflación observada.
Las
presiones inflacionarias pueden ser explicadas por dos factores: 1) algunos
choques de oferta coyunturales provocados por escasez en algunos productos
alimenticios y – aunque en menor medida- 2) el tipo de cambio.
Aunque el
canal de transmisión de depreciación de tipo de cambio a inflación se ha
disminuido considerablemente en los últimos 20 años, un periodo de varios meses
de alza y volatilidad en el tipo de cambio aún tiene un impacto en los precios
de algunos productos, sobre todo, alimentos, que tienen un precio internacional
medido en dólares, aunque no sean importados.
Aunque es
cierto que las presiones inflacionarias se están suscitando por choques de
oferta y no por un sobrecalentamiento de la economía, resultaría complicado
para Banxico justificar una disminución en la tasa de referencia cuando la
inflación se ubica cerca de 4% y el ritmo de la actividad económica se
encuentra aún en niveles saludables. Asimismo resulta difícil pensar que una
reducción de 0.25% en la tasa de fondeo podría tener un impacto significativo
sobre el nivel de actividad económica en nuestro país.
En
teoría, una disminución en la tasa de interés de referencia permite fomentar el
consumo y la inversión mediante la expansión del crédito. En el caso de países
donde la mayoría de la población tiene acceso al crédito, las reducciones en la
tasa de fondeo de los bancos centrales normalmente se traducen en menores tasas
de interés en los préstamos hipotecarios, al consumo, empresariales y
corporativos. Esto detona un ciclo de mayor consumo e inversión que ayuda a las
economías a salir del bache.
A pesar
de que el sistema bancario en México se encuentra bien capitalizado, el bajo
nivel de penetración financiera de nuestro país hace difícil pronosticar un
beneficio tangible en el costo y, sobre todo, en la disponibilidad del crédito
a las personas físicas y a la pequeña y mediana empresa.
En
conclusión, sentimos que, hasta ahora, Banxico no tiene suficientes razones
para reducir la tasa de fondeo de 4.5%, pero esta situación podría cambiar si
los pronósticos de crecimiento económico para México sufrieran un deterioro
tangible y las expectativas de inflación se mantuvieran bajo control.
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