martes, 24 de julio de 2012

¿MENOS PRESTACIONES PARA CREAR MÁS EMPLEO?

Francisco Rueda Sagaseta / elEconomista.es
El Gobierno ha adoptado un paquete de medidas dirigidas a controlar el déficit en 65.000 millones de euros. Entre ellas, la primera reforma en casi veinte años del sistema de protección por desempleo, si exceptuamos el programa Prepara, que prorrogaba seis meses el subsidio de 426 euros. Ahora, para los nuevos parados a partir del sexto mes, la prestación no se calculará sobre el 60% de la base reguladora, sino sobre el 50%. No ha sorprendido demasiado una reducción en las prestaciones; se había hablado de un recorte en el periodo máximo de cobertura, de un endurecimiento en las condiciones de acceso e incluso de bajar la cuantía de la prestación inicial. Estas medidas hubieran tenido un impacto social y político probablemente mucho más grave y, al menos algunas de ellas, puede que no hubieran generado ahorros relevantes. Pero lo que sí ha llamado la atención ha sido la justificación del presidente, al aludir al efecto desincentivador de prestaciones demasiado generosas y al estímulo que para la búsqueda de empleo supone esta bajada.
Según la última EPA, en España hay 3,4 millones de parados que han perdido su empleo y llevan seis meses o más buscando uno nuevo; de ellos casi la mitad (1,2 millones) son mayores de 45 años y, lo que es peor, más de 2 millones no tienen siquiera la educación secundaria obligatoria. Así que este recorte se concentrará en parados mayores y en personas con muy baja cualificación; muchos, además, procedentes de sectores que han colapsado, como el de la construcción, que se ha llevado por delante más de millón y medio de empleos durante la crisis. Con una tasa de paro del 24,4% y una economía en recesión, que ha destruido más de setecientos mil empleos sólo en los últimos seis meses, conseguir un puesto de trabajo hoy en España no es una tarea fácil, y mucho menos para estas personas. Sobre todo si al mismo tiempo las comunidades autónomas reducen las políticas activas de empleo casi un 60%, si se va a despedir a 3.000 orientadores y promotores de las oficinas de empleo y si, según el propio presidente, se va a eliminar buena parte de las bonificaciones a la contratación.
Si de verdad queremos activar a los desempleados, no basta reducir la protección a los más débiles, hay que ayudarles a encontrar un empleo. Porque si reducimos prestaciones y a la vez las políticas activas de empleo puede que lo único que logremos sea cebar la máquina de la economía sumergida. Hay que poner en marcha una gran iniciativa de apoyo y acompañamiento a miles de desempleados para que puedan encontrar un empleo, lo mejor posible, lo antes posible.
Para eso el Gobierno cuenta con un recurso muy poderoso, el sector privado, que puede aportar tecnología, metodología y redes muy extensas de trabajo con las empresas. Estoy convencido de que todas o casi todas las agencias de colocación de España darían un paso al frente para ponerse a disposición de los desempleados y del Gobierno, que no debe verlas como un gasto más que ahora no puede afrontar, sino como colaboradores que le pueden ayudar a revertir la situación. La apertura de un mercado competitivo de colocación cambiará de raíz la dinámica del desempleo en España, transformaría la lógica de empresas, desempleados y servicios públicos. Y además -aunque esto sea secundario no es despreciable- alumbraría y consolidaría un sector empresarial nuevo, dinámico, capaz de crear empleo por sí mismo, de cumplir una urgente función social en España y de competir eficazmente en el exterior.
Francisco Rueda Sagaseta, director de Formación para el Empleo de Élogos

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