Mauricio de María y Campos / El Financiero
Todo
ha cambiado y nada ha cambiado después del 1 de julio. El recuento
final de los votos ha concluido y AMLO espera al jueves para hacer un
pronunciamiento sobre la elección.
Pero los desafíos del porvenir de México siguen ahí, más fuertes y tercos que nunca.
Urge
construir un nuevo proyecto de nación, después de 30 años de
estancamiento económico y 12 años de panismo que, a pesar de la
estabilidad política y macroeconómica heredada y precios sin precedentes
del petróleo, falló en lo esencial: una efectiva transición
democrática, el abatimiento de la corrupción y la impunidad y la
recuperación del crecimiento y el empleo.
México sigue
requiriendo una estrategia compartida de desarrollo a largo plazo con
crecimiento, empleos, mejores ingresos reales, mayor equidad, inclusión
social y sustentabilidad a lo largo de todo su territorio. Es
indispensable que esta parte de nuestra compleja realidad nacional, pero
también que se inserte más eficazmente en el nuevo y difícil entorno
global (tema olvidado en las campañas políticas). Para ello, son
cruciales voluntad política y mucha capacidad de los sectores sociales
para poner en marcha un gran pacto nacional.
Éste es el
reto. ¿Estarán el nuevo gobierno, el nuevo Congreso, el conjunto de
Gobernadores y los partidos dispuestos a negociar en esa dirección tras
de los amargos sinsabores de las batallas electorales recientes?
Enrique
Peña Nieto ha dicho que está listo para emprender de inmediato las
reformas estructurales que México requiere. Pero, ¿están todos los
sectores y alianzas en la misma sintonía y con las mismas prioridades?
No hay duda de que en cada uno de los temas cruciales pendientes existen
concepciones y perspectivas diversas que habrá que conciliar en el
marco de la nueva alineación política parlamentaria.
Desde mi perspectiva hay cuatro grandes reformas urgentes:
1)
La política. Las elecciones recientes han confirmado que nuestro
carísimo sistema electoral es excelente para organizar elecciones y
asegurar el conteo de votos, pero no para garantizar equidad, confianza y
limpieza en las campañas. Más importante, la mayor parte de la
población considera que la estructura mexicana de gobierno sigue
requiriendo cambios de fondo, comenzando por la reducción del excesivo
número de diputados y senadores y la reelección de representantes.
2)
La fiscal. Hay coincidencia en que urge una reforma fiscal integral
como columna vertebral de una reforma económica y social que promueva la
inversión, el crecimiento, el empleo, la equidad y el bienestar de toda
la población. Sin mayores ingresos y mejor gasto no será posible
aumentar la inversión ni contar con salud y seguridad social universal.
Pero las visiones difieren respecto a las fuentes de ingreso, los rubros
prioritarios a reducir e impulsar y los sectores sociales a afectar.
Para mi gusto, hay cinco grandes prioridades: reducir la dependencia de
los ingresos petroleros; abatir los privilegios fiscales; mayor
progresividad en el ISR a las personas físicas; impulsar la inversión y
reducir gasto corriente. Y mejorar la gestión tributaria.
3)
La de empleos, salarios y condiciones laborales. Se ha hablado mucho de
la reforma laboral pendiente. El texto convenido podría constituir base
de un mejor proyecto (está plagado de errores conceptuales que exigen
revisión). Pero la realidad nacional y la experiencia internacional
muestran que lo importante sería un pacto tripartito que induzca un
crecimiento gradual en los salarios reales, y la seguridad social con
compromisos de capacitación y productividad e inversiones de mayor valor
agregado. Los empleos e ingresos han sido cada vez más insuficientes
para el trabajador -aun para el egresado universitario. Ello ha
deprimido el mercado interno y la inversión. y explica mucho del
malestar de la juventud.
4) La energética. Urge la
transición energética y promover un cambio profundo de Pemex y del
sector energético que genere empresas estatales competitivas e impulse
las inversiones necesarias públicas y privadas en exploración,
producción, refinación, petroquímica básica y secundaria e investigación
y desarrollo tecnológico. La experiencia internacional muestra
estrategias exitosas que pueden emularse, garantizando soberanía
nacional y control sobre el recurso y maximizando ingresos fiscales,
divisas, productividad y desarrollo de proveedores nacionales.
Son
muchas las reformas a emprender en el ámbito macroeconómico y
financiero, sectorial y regional, así como en materia de educación,
salud, alimentación, telecomunicaciones, medos de comunicación,
¡seguridad!. Cada una tendrá sus retos y sus tiempos.
La
gran pregunta es si el Ejecutivo federal y el Congreso, así como los
otros agentes potenciales de cambio a nivel nacional, estatal y local
tendrán la visión, la capacidad y los líderes para detonar los múltiples
cambios y acuerdos que exige el México y el entorno global del Siglo
21... o seguiremos rezagados.
Director del IIDSES-Ibero
No hay comentarios:
Publicar un comentario