martes, 10 de julio de 2012

¿LLEGÓ LA HORA DE MIRAR PARA ADELANTE?

Mauricio de María y Campos / El Financiero
Todo ha cambiado y nada ha cambiado después del 1 de julio. El recuento final de los votos ha concluido y AMLO espera al jueves para hacer un pronunciamiento sobre la elección.
Pero los desafíos del porvenir de México siguen ahí, más fuertes y tercos que nunca.
Urge construir un nuevo proyecto de nación, después de 30 años de estancamiento económico y 12 años de panismo que, a pesar de la estabilidad política y macroeconómica heredada y precios sin precedentes del petróleo, falló en lo esencial: una efectiva transición democrática, el abatimiento de la corrupción y la impunidad y la recuperación del crecimiento y el empleo.
México sigue requiriendo una estrategia compartida de desarrollo a largo plazo con crecimiento, empleos, mejores ingresos reales, mayor equidad, inclusión social y sustentabilidad a lo largo de todo su territorio. Es indispensable que esta parte de nuestra compleja realidad nacional, pero también que se inserte más eficazmente en el nuevo y difícil entorno global (tema olvidado en las campañas políticas). Para ello, son cruciales voluntad política y mucha capacidad de los sectores sociales para poner en marcha un gran pacto nacional.
Éste es el reto. ¿Estarán el nuevo gobierno, el nuevo Congreso, el conjunto de Gobernadores y los partidos dispuestos a negociar en esa dirección tras de los amargos sinsabores de las batallas electorales recientes?
Enrique Peña Nieto ha dicho que está listo para emprender de inmediato las reformas estructurales que México requiere. Pero, ¿están todos los sectores y alianzas en la misma sintonía y con las mismas prioridades? No hay duda de que en cada uno de los temas cruciales pendientes existen concepciones y perspectivas diversas que habrá que conciliar en el marco de la nueva alineación política parlamentaria.
Desde mi perspectiva hay cuatro grandes reformas urgentes:
1) La política. Las elecciones recientes han confirmado que nuestro carísimo sistema electoral es excelente para organizar elecciones y asegurar el conteo de votos, pero no para garantizar equidad, confianza y limpieza en las campañas. Más importante, la mayor parte de la población considera que la estructura mexicana de gobierno sigue requiriendo cambios de fondo, comenzando por la reducción del excesivo número de diputados y senadores y la reelección de representantes.
2) La fiscal. Hay coincidencia en que urge una reforma fiscal integral como columna vertebral de una reforma económica y social que promueva la inversión, el crecimiento, el empleo, la equidad y el bienestar de toda la población. Sin mayores ingresos y mejor gasto no será posible aumentar la inversión ni contar con salud y seguridad social universal. Pero las visiones difieren respecto a las fuentes de ingreso, los rubros prioritarios a reducir e impulsar y los sectores sociales a afectar. Para mi gusto, hay cinco grandes prioridades: reducir la dependencia de los ingresos petroleros; abatir los privilegios fiscales; mayor progresividad en el ISR a las personas físicas; impulsar la inversión y reducir gasto corriente. Y mejorar la gestión tributaria.
3) La de empleos, salarios y condiciones laborales. Se ha hablado mucho de la reforma laboral pendiente. El texto convenido podría constituir base de un mejor proyecto (está plagado de errores conceptuales que exigen revisión). Pero la realidad nacional y la experiencia internacional muestran que lo importante sería un pacto tripartito que induzca un crecimiento gradual en los salarios reales, y la seguridad social con compromisos de capacitación y productividad e inversiones de mayor valor agregado. Los empleos e ingresos han sido cada vez más insuficientes para el trabajador -aun para el egresado universitario. Ello ha deprimido el mercado interno y la inversión. y explica mucho del malestar de la juventud.
4) La energética. Urge la transición energética y promover un cambio profundo de Pemex y del sector energético que genere empresas estatales competitivas e impulse las inversiones necesarias públicas y privadas en exploración, producción, refinación, petroquímica básica y secundaria e investigación y desarrollo tecnológico. La experiencia internacional muestra estrategias exitosas que pueden emularse, garantizando soberanía nacional y control sobre el recurso y maximizando ingresos fiscales, divisas, productividad y desarrollo de proveedores nacionales.
Son muchas las reformas a emprender en el ámbito macroeconómico y financiero, sectorial y regional, así como en materia de educación, salud, alimentación, telecomunicaciones, medos de comunicación, ¡seguridad!. Cada una tendrá sus retos y sus tiempos.
La gran pregunta es si el Ejecutivo federal y el Congreso, así como los otros agentes potenciales de cambio a nivel nacional, estatal y local tendrán la visión, la capacidad y los líderes para detonar los múltiples cambios y acuerdos que exige el México y el entorno global del Siglo 21... o seguiremos rezagados.
Director del IIDSES-Ibero

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