Kathryn
Cooper ©The Sunday Times /elEconomista.es
Cuando
Bob Diamond, el entonces consejero delegado de Barclays, se levantó para dar un
discurso en noviembre, sabía que el público esperaba cierta contrición. Fue
directo al grano, comenzando con una anécdota sobre un asesor de la Casa Blanca
que le había preguntado si los bancos podían ser buenos ciudadanos. Su
respuesta fue que "para recuperar la confianza diezmada por los
acontecimientos de los tres últimos años es necesario que los bancos sean
mejores ciudadanos".
Fue una
contestación valiente viniendo del banquero de Massachusetts al que Peter
Mandelson describió en una ocasión como "el rostro inaceptable del capitalismo",
y más aún porque en aquel momento ya se sabía que Barclays, junto a otra
veintena de entidades financieras, estaba siendo investigado por la
manipulación del mercado de los préstamos interbancarios, valorado en 353.000
millones de libras (441.000 millones de euros).
"Hora de hacer limpieza"
Hasta
ayer Diamond, de sesenta años, se aferraba a su puesto ante la indignación
generalizada tras la multa histórica de 290 millones de libras (358 millones de
euros) impuesta a Barclays por los organismos reguladores de Gran Bretaña y
Estados Unidos por "falta grave".
Los
grupos empresariales más amigos de los bancos se han unido a los gritos con el
mismo mensaje: "Ha llegado la hora de hacer limpieza de los culpables de
este follón. Hace falta savia nueva", asegura Simon Walker, director
general de Institute of Directors.
Barclays
(BARC.LO) no es el único en
la línea de fuego. RBS
(RBS.LO)
podría ser multado con 150 millones de libras (185 millones de euros) por
abusos similares del libor (el tipo de interés interbancario de Londres) y HSBC
(HSBA.LO),
Citigroup (C.NY)
y UBS también se han visto implicados en la debacle que un abogado
predecía la semana pasada que acabaría convirtiéndose en "el mayor
escándalo de litigación corporativa de la historia".
La multa
puso fin a una semana aciaga para los bancos que comenzó con la crisis
continuada del software en RBS y terminó con el anuncio de la autoridad de
servicios financieros (FSA), el órgano regulador de la City, de que los cuatro
grandes (RBS, HSBC, Barclays y Lloyds (LLOY.LO))
eran culpables de la venta abusiva de productos de tipo de interés complejo a
28.000 pequeñas empresas.
Investigación
El
Gobierno británico ha ordenado un estudio del mercado del libor que examinará
la posibilidad de una investigación criminal de los responsables y publicará un
informe este verano. El líder laborista, Ed Miliband, ha pedido una
investigación pública más amplia de las prácticas bancarias y respalda la creación
de un código deontológico que extermine a los altos cargos en caso de
infracción.
Sin
embargo, David Cameron se opone a las peticiones de una investigación
exhaustiva porque el Gobierno ya está modificando la ley que distingue
entre los bancos minoristas y sus operaciones de inversiones
"casino". Aun así, los cambios no surtirán efecto hasta 2019 y muchos
quieren adelantar el proceso. Importantes conservadores como Lord Lamont,
exministro de Hacienda, y el diputado David Davis también quieren que la
coalición vaya más allá.
Políticos,
reguladores y grupos de consumidores se muestran indignados por el hecho de que
tres años después de precipitar la crisis global del crédito, los bancos no se
hayan reorganizado todavía. El ministro de Economía, George Osborne, ha
descrito el escándalo de "acusación vergonzosa" de la cultura
bancaria, mientras Mervyn King, el gobernador del Banco de Inglaterra, ha dicho
que "algo muy grave pasó en el sector bancario británico y debemos
corregirlo".
¿Cómo
se pueden transformar los bancos en buenos ciudadanos como quería
supuestamente Diamond? ¿Los cambios necesarios de cultura se conseguirán con
más regulación, amenazas de litigios de quienes aseguran haber sufrido las
consecuencias financieras de la fijación de tipos, o está todo en manos del
consumidor?
James
Sinclayr Taylor, un abogado de 64 años del norte de Londres y cliente de
Barclays desde hace décadas, es uno de los que han decidido tomarse la justicia
por su mano y, consternado por el escándalo del libor, la semana pasada pasó su
cuenta al banco Co-operative. "La noticia cristaliza mi opinión de que los
bancos se han vuelto profundamente antisociales", explica. "Viven en
un mundo aparte, sin el mínimo interés por sus clientes particulares".
Las
páginas que ayudan a cambiar de banco, como Move Your Money, han notado un
aumento en la actividad desde el inicio del escándalo. Es una reacción singular ante
algo tan arcano como el tipo intercambiario de Londres y que pocos fuera de la
City conocían hasta hace bien poco.
Sin
embargo, el tipo (o, mejor dicho, la serie de tipos vinculados a los que los
bancos se prestan entre sí) es de suma importancia para el sistema financiero
británico e internacional porque apuntala el nivel de interés que pagamos por
todo, desde la hipoteca a las tarjetas de crédito, pasando por el préstamo del
coche.
Al
contrario que el tipo bancario, el libor, cuyo uso se generalizó a finales de
los ochenta, no lo fija un organismo oficial como el Banco de Inglaterra sino
la empresa de comunicación Thomson Reuters cada día con las cifras que le
suministran los propios bancos en un proceso opaco supervisado por BBA. Eso fue
lo que facilitó que algunos interesados tratasen de manipularlo en beneficio
propio.
La FSA
insiste en que no hay pruebas de que Barclays lograra distorsionar el mercado
(aunque es culpable de intentarlo) y el regulador no cree que los consumidores
y las empresas británicas se hayan visto perjudicados.
Los
abogados de EEUU, sin embargo, ya han interpuesto demandas civiles por valor de
miles de millones contra los bancos en nombre de empresas y autoridades locales
entre las que se incluyen la sociedad de valores Charles Schwab y el
ayuntamiento de Baltimore. Alegan "daños considerables" tras
contratar productos de tipo de interés basados en un mercado que ahora se sabe
manipulado.
Sandy
Chen, un analista de Cenkos Securities en la City, calcula que Barclays
podría enfrentarse a demandas de 70.000 millones de libras (87.500 millones de
euros) en daños y RBS a 80.000 millones de libras (100.000 millones de
euros), unas cifras que eclipsan las multas impuestas la semana pasada.
Con ese
telón de fondo, la respuesta británica a la crisis parece floja y tal vez sea
inevitable que los políticos y grupos de consumidores exijan mayores medidas.
Opinan que el enfado público contra los bancos ha alcanzado un punto de
inflexión tras la larga lista de escándalos, desde las comisiones excesivas por
descubierto hasta los seguros de protección de pagos.
Los
cuatro grandes bancos han asignado más de 12.000 millones de libras (15.000
millones de euros) en total para cubrir las demandas por la venta ilícita para
la protección de pagos, un seguro pensado para proteger a los clientes en caso
de perder su empleo pero que casi nunca acaba indemnizando. Ahora tendrán que
extraer más millones para compensar a los pequeños empresarios que se dejaron
convencer con productos de cobertura de tipo de interés.
Venta ilícita
Mike
Hockin, director de London & Westcountry Estates, una inmobiliaria de
Plymouth, asegura haber sido víctima de la venta ilícita. Explica que, en 2008,
el director de su oficina bancaria de RBS le animó a contratar un préstamo para
empresas fijado al 6,4% durante diez años, sobre la base de que los tipos de
interés estaban a punto de "dispararse al 7%". Al cabo de varias
semanas, los tipos empezaron a caer hasta alcanzar su mínimo histórico del 0,5%
durante más de tres años.
Hockin
creía que el préstamo tenía una cláusula de rescisión a tres años, pero RBS se
negó a concedérsela, endosando a la empresa unos pagos de intereses de 3,4
millones de libras (4,25 millones de euros) al año, casi el doble de lo que
deberían haber sido. Cuando RBS subió el tipo a 7,5% en agosto del año pasado,
los pagos se volvieron imposibles y el negocio pasó a administración judicial.
"En julio de 2008 nos empujaron a un producto de canje de cobertura bajo
la amenaza de la subida de los tipos. Estamos convencidos de que fue venta
desleal", asegura.
Hockin no
sabe aún si recibirá indemnización, aunque seguramente no le compensará los
tres años de batalla contra RBS y la crisis nerviosa que ha sufrido mientras
tanto. RBS no ha querido hacer comentarios sobre un caso individual.
El
Gobierno asegura que ya ha tomado medidas drásticas para resolver los problemas
del sector. A partir del año que viene, la FSA se dividirá en dos organismos,
con una nueva Autoridad de Conducta Financiera con más poderes para actuar en
cuanto considere que una entidad financiera es culpable de venta ilícita.
La FSA
defiende que las medidas de la semana pasada sobre la venta ilícita de
productos de tipo de interés demuestran su nuevo enfoque. Aun así, la
investigación sólo ha durado algunos meses frente a los varios años que
tuvieron que pasar para solucionar el caso de los seguros de pagos.
El bufete
de abogados Hausfeld, cuya matriz americana ha interpuesto una demanda en
nombre del ayuntamiento de Baltimore, asegura estar en trámites de defender a
litigantes británicos. "Nos encontramos en una fase muy temprana",
explica Lianne Craig, socia del bufete, "pero ya hemos empezado a hablar
con posibles demandantes y aseguradoras que han sufrido pérdidas y podrían
estar interesados en interponer una demanda".
Aunque
cada vez son menos los expertos que continúan defendiendo el statu quo, algunos, como Sir Roger Carr,
presidente de la Confederación de la Industria Británica, advierten de una caza
de brujas. "La manipulación de la fijación del libor es deplorable y
socava la confianza internacional en la integridad de la City",
explica. "Hay que luchar contra los puntos débiles y culpar a los
responsables, pero sin olvidar la importancia de la banca en la economía
británica y siendo conscientes de que a nadie le interesa deshacerse del trigo
con la paja si el trigo es bueno".
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