En
septiembre de 1971, un radioaficionado que había encendido su radio de
frecuencia corta tratando de contactar con un amigo de Australia se topó con la
conversación de unos atracadores y alertó a la policía de un atraco ean","serif"; font-size: 12pt;"> En contra de lo que ha ocurrido en el cine y en otros
países, en España los ladrones de banco más ilustres han sido siempre los
banqueros
José Manuel Atencia / El País
En
septiembre de 1971, un radioaficionado que había encendido su radio de
frecuencia corta tratando de contactar con un amigo de Australia se topó con la
conversación de unos atracadores y alertó a la policía de un atraco en el
centro de Londres. Los agentes fueron, pero no descubrieron nada. A la mañana
siguiente, el robo fue descubierto: una banda había desvalijado las cajas de
seguridad del LLoys Bank haciendo un túnel desde un restaurante. La historia
del robo, contada por el director Roger Donaldson en El gran golpe, fue
primera página durante varios días y luego desapareció de los periódicos. Dicen
que el Gobierno británico emitió una orden para que no se publicara más
información. Nunca se detuvo a nadie y nunca se supo del contenido de muchas
cajas. Lo sustraído fue siempre un misterio.
Toda
película del oeste tiene una cantina, un sheriff y la cara de un
atracador de bancos impresa en un cartel de “Wanted”. El western es un
género lleno de ladrones de leyenda: Billy el Niño, Jesse James o Butch
Cassidy. Delincuentes que asaltaban bancos, caravanas y, sobre todo, las sacas
que llevaban las nóminas de los trabajadores del ferrocarril. En la historia de
los atracadores de banco hay otra época con mucha cinematografía, el Chicago de
los años 30. En ella, los ladrones entraban en los bancos y dinamitaban las
tiendas de alrededor para poder escapar de la policía. Al día siguiente, un
niño con una gorra salía a la calle cargado de periódicos gritando ¡Extra,
extra…!
Dicen que el
robo del siglo ocurrió en Inglaterra y fue el asalto al tren de Glasgow. Su
principal autor fue detenido, pero se escapó de la prisión de Wandsworth en
1965. Se hizo la cirugía estética en París, se instaló en Austria, luego en Río
de Janeiro y en 2005, con 72 de años edad, se entregó a la justicia británica.
El cine en España, quizás salvo La caja 507 de Urbizu, no ha dado
demasiadas películas de atraco. De hecho, la más famosa es una historia
entrañable dirigida por José María Forqué en los 60, Atraco a las 3. En
ella los pobres empleados intentan atracar la oficina en la que trabajan y
terminan impidiendo, casi sin querer, el robo por parte de unos verdaderos
ladrones. Estos fracasados héroes son los antecedentes de algunos tipos como el
Dioni, el ladrón más imposible de la historia del mangoneo patrio.
ibunal
Supremo aumentó a 20. Hace tiempo que salió de la cárcel y ahora escribe libros
sobre prácticas y ética económica.
El gran
golpe, sin embargo, se ha producido en Bankia con la aparición de un agujero
que no para de crecer. El atraco está ahora en torno a los 23.000 millones de
euros, pero todavía no se descarta un aumento del botín. Quizás, un día,
alguien haga una película sobre lo ocurrido. De momento, nos conformaríamos con
una investigación llena de carteles de “Se busca”. La Enciclopedia de la
Historia estará inconclusa mientras alguien no escriba las biografías de
nuestros auténticos forajidos de leyenda. Esos bandoleros que alcanzaron la
gloria sin recibir un solo disparo.
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