El programa recoge unión bancaria e inversiones
para impulsar el crecimiento
EE UU empuja el acuerdo europeo aun a riesgo de
parecer intervencionista
ANTONIO CAÑO (ENVIADO ESPECIAL) Los Cabos / El País
El
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la canciller de Alemania, Angela
Merkel (a la derecha), y la primera ministra de Australia, Julia Gallard /
Ulises Ruiz Basurto (EFE)
Barack
Obama ha recibido de los líderes europeos con los que este martes se reunió en la cumbre del G-20 garantías de que en los próximos
días, probablemente en el próximo Consejo Europeo, anunciarán un plan global
para atajar la crisis del euro que incluye medidas para la unificación fiscal y
otras de estímulo al crecimiento económico, según se desprende de las
declaraciones efectuadas por altos funcionarios norteamericanos en Los Cabos.
El presidente norteamericano, de acuerdo a esas fuentes, escuchó detalles
precisos de ese plan, que considera suficientemente vigoroso como para devolver
de inmediato la tranquilidad a los mercados.
La
reunión del presidente norteamericano con sus colegas de Alemania, Francia,
Italia y España, a la que se sumó el del Reino Unido, aunque este país no
pertenece a la zona euro, sucede a la que el lunes sostuvo a solas con la canciller alemana,
Angela Merkel, y se
enmarca en los esfuerzos de Obama por precipitar una enérgica reacción europea
a la continua pérdida de confianza de los mercados en el futuro del euro.
Altos funcionarios estadounidenses han explicado
que, en el curso de esas reuniones, los líderes europeos han prometido actuar
en tres frentes simultáneamente: el diseño de un camino para la unión fiscal
como complemento a la unión monetaria, el apoyo específico a los países más
amenazados, como España e Italia, y la adopción de un proyecto de inversión
para revitalizar la actividad económica y crear empleo.
Tal como
explicó un alto funcionario norteamericano tras el encuentro de Obama con los
europeos, “Alemania y el resto de los países europeos representados aquí
entienden cómo de severo, cómo de serio es el reto en estos momentos, y saben
que van a tener que hacer más”. “Lo que están haciendo”, añadió, “es
desarrollar los elementos de una estrategia eficaz, y para que esa estrategia
funcione, tiene que tener dos piezas centrales: crecimiento a corto plazo y
medidas de austeridad a largo plazo”.
La misma
fuente expresó su plena confianza en que los detalles de esas medidas se
anunciarán en un plazo muy breve y que serán lo suficientemente claros y contundentes
como para devolver la tranquilidad a los mercados. “El marco que están
elaborando, tal como nos lo describen, supone una respuesta mucho más fuerte de
lo que hemos visto hasta ahora”, dijo.
La
subsecretaria del Tesoro, Lael Brainard, había comentado antes que el plan
expuesto a EE UU por los gobernantes europeos consiste en “mayor integración,
compartir riesgos bancarios, crear cortafuegos para ayudar a los países que
están haciendo reformas y reconocer la importancia crítica de fomentar la demanda
y la creación de empleo”.
Los
funcionarios norteamericanos aseguran que Angela Merkel es conciente del grado
de alarma que existe por el deterioro de la economía mundial y comparte en
estos momentos la necesidad de actuar urgentemente a favor del crecimiento.
“Hemos escuchado un compromiso (de parte de los alemanes) muy concreto para
darle contenido (darle carne al hueso, según la expresión en inglés) de forma
inmediata a las ideas que hemos venido discutiendo”, aseguraron las fuentes.
Un plan que incluye a Merkel y Hollande
Ahí puede
radicar la principal novedad de las propuestas que los europeos han transmitido
al presidente norteamericano: la posibilidad de que, finalmente, se haya
conseguido armar un plan específico que incluye las inversiones reclamadas por el presidente francés,
Francois Hollande, entre
otros, ratificando al mismo tiempo la política promovida hasta ahora por Merkel
y recogiendo algunas de sus exigencias, como la de la unificación fiscal.
Por
razones de política doméstica, Obama está empujando desesperadamente a favor de
ese compromiso, hasta el punto de aparecer excesivamente intervencionista.
Algunos delegados europeos, empezando por el propio presidente de la Comisión,
Jose Manuel Durao Barroso, han advertido en público que no han venido a Los
Cabos a “escuchar lecciones de nadie sobre como manejar la
economía europea”. La Casa
Blanca hizo este martes un esfuerzo por aclarar que la actividad de Obama en
este G-20 no ha tenido el propósito de sustituir un proceso de decisión que le
corresponde a los europeos.
“Nuestro
papel en este proceso es escucharles y ofrecer nuestra experiencia sobre los
pasos que se pueden dar. Ahora estamos muy familiarizados con las diferentes
posiciones existentes en Europa y creo que podemos ser capaces de contribuir de
forma positiva, reconociendo que, finalmente, este es un reto europeo que tiene
que ser resuelto por los europeos, con políticas europeas y recursos europeos”,
ha manifestado que viceconsejero de Seguridad Nacional, Ben Rhodes.
La
canciller alemana, Angela Merkel, ha demostrado con creces ser una persona
capaz de resistir las presiones, y no hay ninguna garantía de que no lo siga
haciendo aún por mucho tiempo. Pero en esta cumbre del G-20, la canciller
alemana ha conocido una clase de presiones diferente a las habituales: las de
las economías que deciden el rumbo del mundo y que ahora se ven amenazadas por
la recesión.
Esa
presión ha estado capitaneada por el presidente de Estados Unidos, Barack
Obama, pero no solo. Obama lleva haciendo eso desde hace tiempo, y tuvo ya un
cara a cara con Merkel en Camp David durante la reciente cumbre del G-8. La
diferencia esta vez es que el presidente norteamericano hablaba también por
otros líderes mundiales, como los de India, Brasil, incluso China, que
comparten su urgencia por la solución de los problemas en Europa.
Las
repercusiones de la crisis del euro era el primer tema de la agenda de la
reunión que Obama celebraba con el presidente chino, Hu Jintao, y lo fue
también de la que sostuvo el lunes con el presidente de México, Felipe
Calderón, anfitrión de la cumbre de países desarrollados y emergentes. El
propio Calderón le pidió personalmente a Merkel “una solución efectiva que
aliente el crecimiento fuerte, sostenido y equilibrado de la economía global”.
Merkel
está acostumbrada a lidiar con las quejas de franceses, italianos, españoles y
griegos, que, en última instancia, son manejables en el contexto de la opinión
pública alemana. Pero tener sobre sus espaldas el destino de la economía
mundial puede ser una carga demasiado pesada, incluso para Merkel.
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