Vicente Nieves Hernández / elEconomista.es
El Nobel
de Economía Paul Krugman, euroescéptico convencido, piensa, sin embargo, que
acabar con el euro ahora no tendría sentido. Para salvar a la moneda única
apunta que no es necesario la salida del euro de ningún Estado, pero sí un
cambio radical en la políticas económicas europeas.
Krugman
cree estar en posesión de la receta perfecta para salvar a la moneda europea y
la expone en su último libro, Acabad ya con esta crisis, donde dedica un
capítulo completo al viejo continente y a la moneda única.
Asegura
el economista que "los que advirtieron a Europa de que, en realidad, no
estaba bien preparada para tener una moneda única estaban en lo cierto. Además,
aquellos países que no decidieron adoptar el euro (Gran Bretaña y Suecia) lo
están pasando mucho menos mal que sus vecinos del euro".
Aún así,
el profesor de Princeton no ve necesaria ni positiva la salida de la moneda
única de los países más perjudicados por la crisis ya que los costes de
abandonar el euro serían enormes para estos Estados y sus ciudadanos.
"Romper el euro ahora que ya existe se pagaría muy caro",
además de que "se liquidaría un proyecto muy importante para Europa y el
mundo entero".
De modo
que la alternativa a la crisis que está viviendo la moneda única no es otra que
tratar de salvarla. Lo primero que habría que hacer "es que Europa
ponga coto a los ataques de pánico. De un modo u otro tiene que haber garantías
de una liquidez adecuada, garantías de que los gobiernos no se quedarán sin
dinero". Krugman señala que esto se puede conseguir de la misma forma que
se logra en Estados Unidos: el BCE tendría que intervenir en el mercado de
bonos gubernamentales cuando un Estado sufra un fuerte incremento de los costes
de financiación.
Otra
recomendación del Nobel es devolver la competitividad a los Estados con un
déficit comercial importante, como es el caso de España, que lleva
acumulando saldos negativos en la balanza por cuenta corriente (balanza
comercial y de capital) desde el nacimiento del euro. Esta situación habría
llevado a Irlanda, Grecia y España a ser unos países necesitados de
financiación exterior, que ahora hay que ir devolviendo con sus respectivos
intereses. El camino menos doloroso para sobrellevar esta situación de
desapalancamiento "exige una política monetaria muy expansiva por parte
del Banco Central Europeo, además de un estímulo fiscal en Alemania y unos
pocos países más pequeños".
Por
último, Krugman declara que "los países deficitarios tienen problemas de
déficit y endeudamiento y tendrán que poner en práctica medidas de
considerable austeridad fiscal durante un tiempo".
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