Los líderes de las principales economías del mundo que se reúnen en Los Cabos vinieron a enfrascarse en un asunto que tiene a la economía global en vilo: cómo hacer para desactivar la fragilidad financiera de los países de la zona euro y, simultáneamente, qué hacer para que Europa retome el crecimiento económico.
Como ya
es costumbre, en los días anteriores a la reunión se ha adelantado que no se
esperan soluciones definitivas; sin embargo el horno no está para bollos y en
Los Cabos deberán anunciarse acuerdos de la comunidad financiera internacional
que ofrezcan certidumbre en el corto plazo sobre el rumbo inmediato de la zona
euro. De lo contrario el castigo de los mercados sobre las economías débiles se
redoblará.
Los
resultados electorales en Grecia con el triunfo de los conservadores sobre la
coalición de izquierda han dado un respiro inicial a los políticos reunidos en
Los Cabos y también a los mercados cambiarios que el domingo por la noche
vieron cómo se fortalecía el euro. Con esta victoria la alianza de los
conservadores con los socialistas les dará 161 escaños de los 300 del
parlamento griego lo que facilitará que Grecia se mantenga dentro de la zona
euro.
Sin
embargo los riesgos no parecen haber desaparecido por dos razones: 1. La
victoria de conservadores y socialistas es estrecha y apenas lograron el 40% de
los votos lo que evidencia la división entre el electorado griego y la fuerza
en las calles de la coalición de izquierda; y 2. El líder conservador
triunfante ha señalado que las duras condiciones impuestas a Grecia deben
revisarse y pidió 2 años adicionales para cumplir con lo exigido por los
europeos; petición que ya ha sido rechazada por el canciller alemán.
Así que
si bien hay un respiro porque se ha desactivado en lo inmediato la bomba que
representaba la salida de Grecia de la zona euro, las negociaciones políticas
sobre la aceptación del paquete de rescate griego podrían entorpecerse aún con
el nuevo gobierno griego y con la evidente resistencia de la coalición de
izquierda que aún mantiene fuerza después de las elecciones.
Con la
fragilidad griega encima es que los líderes del G-20 y los líderes invitados a
esta reunión en Los Cabos, se ven obligados a producir algún resultado palpable
para contrarrestar el desconcierto que se ha traducido en elevadas primas de
riesgo para economías como España e Italia.
Por un
lado se espera algún tipo de pronunciamiento para otorgar liquidez a los
mercados en busca de su estabilización ya sea con una ampliación de la bolsa de
préstamos del FMI o con una nueva acción concertada por los principales bancos
centrales del mundo, o ambas.
Y por
otro lado las expectativas se concentran en algún desenlace en el
enfrentamiento de cómo reanudar el crecimiento europeo. Mientras que Alemania,
Holanda y algunos países del norte de Europa son partidarios de restricciones
presupuestarias y de severos ajustes fiscales para, a partir de allí, reanudar
el crecimiento; otros como Francia, Italia o, incluso, Estados Unidos,
propugnan que se intensifiquen desde ya medidas de estímulo a la economía. En
este enfrentamiento, las expectativas de resultados concretos son casi nulas
más allá de los buenos deseos.
Ojalá que
el traslado del búnker de la crisis europea a Los Cabos sirva para algo después
de tanto tiempo de intransigencias y enconos con graves consecuencias sobre la
economía global.
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