Alejandro
Rebossio / El País
La huelga
general de ayer en Argentina puede haber tenido diversos motivos, pero uno de
los argumentos del líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo
Moyano, era la necesidad de ajustar por inflación el impuesto a la renta. En el fragor del divorcio
político entre Moyano y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de
Kirchner, se
debatió algo sobre impuestos en este país sudamericano. Es una buena oportunidad para preguntarnos si en
Latinoamérica se pagan muchos o pocos impuestos, que son instrumentos clave para
la redistribución del ingreso, al igual que el gasto público.
En el
último índice de libertad económica 2012 de la Heritage Foundation se recopilan los datos de la presión fiscal (impuestos nacionales,
provinciales y municipales en relación al PIB) de cada país del mundo. Brasil
figura a la cabeza de Latinoamérica, con el 34,3%, seguido por Argentina
(31,6%) y Uruguay (25,1%).
Detrás
están Bolivia (22,6%), Nicaragua (22,2%), Cuba (21,2%), Ecuador (17,9%), México (17,5%), Panamá (17%), Chile (16,1%), Honduras (15,7%),
Perú (15,2%), Colombia (15%), Paraguay (14,5%), Venezuela (14,5%) y El
Salvador (14%). Los países donde menos tributos se pagan en la región son Costa
Rica (13,8%), República Dominicana (13,1%) y Guatemala (10,7%).
Las
cifras latinoamericanas están lejos del 42,8% de Austria, el 43,2% de Bélgica,
el 48,2% de Dinamarca, el 43,1% de Finlandia, el 41,9% de Francia, el 37% de
Alemania, el 43,5% de Italia, el 41% de Noruega, el 46,4% de Suecia o el
39,1% de Holanda. En cambio, España (30,7%) presenta una presión fiscal menor a
las de Brasil y Argentina.
En un
reciente artículo publicado por la revista Voces en el Fénix, los economistas Juan Carlos Gómez
Sabaini, profesor de la Universidad de Buenos Aires, y Dalmiro Morán, de la de La
Plata (Argentina), destacan que la recaudación tributaria
mejoró en Latinoamérica en los últimos años, pero plantean que deben introducirse reformas
para distribuir los ingresos de forma más justa. El texto cuenta que la
recolección se centra en el IVA y el gravamen a la renta. Pesan poco los
impuestos al patrimonio. A su vez, el de la renta está más enfocado en las
empresas que en las personas, a diferencia de lo que sucede en los países
desarrollados. Además, el IRPF es pagado sobre todo por los empleados, como los
que defiende el jefe de la CGT argentina, y no por los que trabajan por cuenta
propia.
Entre los
motivos de la baja recaudación del impuesto a la renta figuran las siguientes,
según Gómez Sabaini y Morán: que los tipos que efectivamente se
pagan son muy inferiores a los legales gracias a los maquillajes contables y los niveles máximos se sitúan
muy por debajo de los de países desarrollados; que la renta financiera en general se encuentra
exenta; las amplias posibilidades de deducir gastos del gravamen; el alto nivel
de fraude, sobre todo entre pymes y trabajadores por cuenta propia; y la
elevada elusión (uso de vericuetos legales para pagar menos tributos de los que
corresponden) en grandes compañías. El fraude del impuesto a la renta alcanza
al 63,7% de lo que debería recaudarse en Guatemala y al 63,8% en Ecuador, según
otro estudio de Gómez Sabaini, Juan Pablo Jiménez y Andrea Podestá. En
Argentina llega al 49,6%; en Perú, al 48,5%; en Chile, al 47,4%; en El
Salvador, al 45,3% y en México, al 41,6%.
Gómez
Sabaini y Morán advierten de que los impuestos a veces no son
tan eficaces en Latinoamérica para redistribuir los ingresos porque existen muchas exenciones
que se han concedido con el argumento de atraer inversiones locales o
extranjeras, pero que muchas veces no sirvieron para elevarlas. Las eximiciones
de impuestos alcanzan al 7,9% del PIB en Guatemala, 5,9% en México y 5% en
Chile. Son más reducidas en Ecuador (4,6%), Colombia (3,5%), Brasil (2,3%),
Argentina (2,2%) y Perú (2,1%).
Un
informe de la ONG Global Financial Integrity, en cuyo consejo asesor figura
Moisés Naim, señala que los países latinoamericanos perdieron por fraude y
elusión de impuestos de multinacionales entre 89.000 millones y 100.000
millones de euros anuales entre 2000 y 2008, según informa el suplemento La Línea, del
periódico peruano La Primera y la Red Latinoamericana sobre
Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd). Los países más perjudicados fueron México y
Venezuela. A partir del análisis del comercio de Europa y EE UU con
terceros países, otra ONG, Christian Aid, calculó que entre 2005 y 2007
se transfirieron 76.000 millones desde América Latina como resultado del
intercambio subfacturado de materias primas, un mercado operado por grandes
corporaciones de países desarrollados.
Un
documento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
afirmaba el año pasado que “suele afirmarse que el exceso de impuestos directos
(a la renta y el patrimonio) y de contribuciones sociales puede ser apropiado
para la redistribución del ingreso pero perjudicial para el crecimiento
económico y el empleo”, pero “se puede aseverar que” en la región “el problema
es inverso”. Claro que las reformas
tributarias muchas veces se frustran porque afectan los intereses de poderosos
grupos de presión, tal como cuenta Gómez Sabaini y Morán.
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