jueves, 28 de junio de 2012

¿EN LATINOAMÉRICA SE PAGAN MUCHOS O POCOS IMPUESTOS?


Alejandro Rebossio / El País
La huelga general de ayer en Argentina puede haber tenido diversos motivos, pero uno de los argumentos del líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, era la necesidad de ajustar por inflación el impuesto a la renta. En el fragor del divorcio político entre Moyano y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se debatió algo sobre impuestos en este país sudamericano. Es una buena oportunidad para preguntarnos si en Latinoamérica se pagan muchos o pocos impuestos, que son instrumentos clave para la redistribución del ingreso, al igual que el gasto público.
En el último índice de libertad económica 2012 de la Heritage Foundation se recopilan los datos de la presión fiscal (impuestos nacionales, provinciales y municipales en relación al PIB) de cada país del mundo. Brasil figura a la cabeza de Latinoamérica, con el 34,3%, seguido por Argentina (31,6%) y Uruguay (25,1%).
Detrás están Bolivia (22,6%), Nicaragua (22,2%), Cuba (21,2%), Ecuador (17,9%), México (17,5%), Panamá (17%), Chile (16,1%), Honduras (15,7%), Perú (15,2%), Colombia (15%), Paraguay (14,5%), Venezuela (14,5%) y  El Salvador (14%). Los países donde menos tributos se pagan en la región son Costa Rica (13,8%), República Dominicana (13,1%) y Guatemala (10,7%).
Las cifras latinoamericanas están lejos del 42,8% de Austria, el 43,2% de Bélgica, el 48,2% de Dinamarca, el 43,1% de Finlandia, el 41,9% de Francia, el 37% de Alemania,  el 43,5% de Italia, el 41% de Noruega, el 46,4% de Suecia o el 39,1% de Holanda. En cambio, España (30,7%) presenta una presión fiscal menor a las de Brasil y Argentina. 
En un reciente artículo publicado por la revista Voces en el Fénix, los economistas Juan Carlos Gómez Sabaini, profesor de la Universidad de Buenos Aires, y Dalmiro Morán, de la de La Plata (Argentina), destacan que la recaudación tributaria mejoró en Latinoamérica en los últimos años, pero plantean que deben introducirse reformas para distribuir los ingresos de forma más justa. El texto cuenta que la recolección se centra en el IVA y el gravamen a la renta. Pesan poco los impuestos al patrimonio. A su vez, el de la renta está más enfocado en las empresas que en las personas, a diferencia de lo que sucede en los países desarrollados. Además, el IRPF es pagado sobre todo por los empleados, como los que defiende el jefe de la CGT argentina, y no por los que trabajan por cuenta propia.
Entre los motivos de la baja recaudación del impuesto a la renta figuran las siguientes, según Gómez Sabaini y Morán: que los tipos que efectivamente se pagan son muy inferiores a los legales gracias a los maquillajes contables y los niveles máximos se sitúan muy por debajo de los de países desarrollados; que la renta financiera en general se encuentra exenta; las amplias posibilidades de deducir gastos del gravamen; el alto nivel de fraude, sobre todo entre pymes y trabajadores por cuenta propia; y la elevada elusión (uso de vericuetos legales para pagar menos tributos de los que corresponden) en grandes compañías. El fraude del impuesto a la renta alcanza al 63,7% de lo que debería recaudarse en Guatemala y al 63,8% en Ecuador, según otro estudio de Gómez Sabaini, Juan Pablo Jiménez y Andrea Podestá. En Argentina llega al 49,6%; en Perú, al 48,5%; en Chile, al 47,4%; en El Salvador, al 45,3% y en México, al 41,6%.
Gómez Sabaini y Morán advierten de que los impuestos a veces no son tan eficaces en Latinoamérica para redistribuir los ingresos porque existen muchas exenciones que se han concedido con el argumento de atraer inversiones locales o extranjeras, pero que muchas veces no sirvieron para elevarlas. Las eximiciones de impuestos alcanzan al 7,9% del PIB en Guatemala, 5,9% en México y 5% en Chile. Son más reducidas en Ecuador (4,6%), Colombia (3,5%), Brasil (2,3%), Argentina (2,2%) y Perú (2,1%).
Un informe de la ONG Global Financial Integrity, en cuyo consejo asesor figura Moisés Naim, señala que los países latinoamericanos perdieron por fraude y elusión de impuestos de multinacionales entre 89.000 millones y 100.000 millones de euros anuales entre 2000 y 2008, según informa el suplemento La Línea, del periódico peruano La Primera y la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd). Los países más perjudicados fueron México y Venezuela. A partir del análisis del comercio de Europa y EE UU con terceros países, otra ONG, Christian Aid, calculó que entre 2005 y 2007 se transfirieron 76.000 millones desde América Latina como resultado del intercambio subfacturado de materias primas, un mercado operado por grandes corporaciones de países desarrollados. 
Un documento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) afirmaba el año pasado que “suele afirmarse que el exceso de impuestos directos (a la renta y el patrimonio) y de contribuciones sociales puede ser apropiado para la redistribución del ingreso pero perjudicial para el crecimiento económico y el empleo”, pero “se puede aseverar que” en la región “el problema es inverso”. Claro que las reformas tributarias muchas veces se frustran porque afectan los intereses de poderosos grupos de presión, tal como cuenta Gómez Sabaini y Morán.


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