México SA
Economía sin bienestar
Negación de la realidad
Negación de la realidad
Carlos Fernández-Vega / La Jornada
Todos los días lo
dicen, todos los días lo celebran, todos los días hacen fiesta: la
economía mexicana –dice el inquilino de Los Pinos y repiten los
integrantes de su gabinetazo– es una maravilla, una pieza de
relojería suiza que funciona a la perfección, la envidia del mundo y, ya
entrados en gastos, del infinito y más allá (Buzz Lightyear dixit).
Los funcionarios del calderonato no sólo son extremadamente
previsibles, sino increíbles. Han dejado el país en condiciones
deplorables, pero insisten:
¿Cumplieron? El Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN)
del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, nos obsequia el
siguiente paseo por la realidad (crecimiento económico con precarización
social): el crecimiento económico no es sinónimo de mayor bienestar
para la población, y el mejor ejemplo es nuestro país. Durante 2010 y
2011 la actividad productiva nacional aumentó por encima de las
expectativas oficiales, recuperando con ello parte de lo perdido durante
la crisis de 2009 (para concluir el sexenio con una tasa promedio anual
de cumplimos, y gracias a nuestras decisiones por allá del siglo 78 seremos la cuarta potencia económica mundial.
crecimientode 1.8 por ciento, la más reducida en tres décadas). La evolución económica citada debió propiciar una mejora en las condiciones de vida de la población, pero ello no ocurrió. El resultado ha sido claro y contundente: un aumento en la precarización de los niveles de vida de los mexicanos que va más allá de la recesión acaecida hace tres años.
Independientemente del mal diagnóstico que la autoridad económica realizó en los años previos a la crisis, con las terribles consecuencias sociales que ello acarreó,
hoy México afronta la necesidad de modificar las estructuras que impiden una mejor distribución de la riqueza generada por la economía. El problema central se encuentra en el mercado laboral, el retroceso en las condiciones de trabajo impide que el crecimiento termine por beneficiar a la población, aún a la que tiene empleo. La razón de lo anterior radica en que las plazas laborales, insuficientes por sí mismas, creadas durante los últimos dos años tienen asociado menores salarios y prestaciones sociales. Por tanto, el problema dual que México enfrenta pasa no sólo por generar un número suficiente de oportunidades de trabajo, sino además hacerlo en el sector formal, aquel que tiene una cobertura social más amplia.
El problema de fondo es que la historia económica de México no alcanza para ello, apunta el CIEN. De acuerdo con las cifras del IMSS, en donde se encuentra registrada la mayor parte del empleo formal que el sector privado ha generado hasta el momento, únicamente poco más de 15 millones de trabajadores cuentan con la cobertura social básica. Un aspecto a resaltar es que en México existen más de 50 millones de personas en posibilidad de trabajar, de los cuales 30 millones tienen una ocupación, pero no acceso al sistema de seguridad social. Al mismo tiempo hay más de 14 millones que no tienen contrato por escrito. En conjunto todo ello representa una muestra del enorme desafío que existe para abatir el rezago descrito: se necesitaría triplicar el tamaño del mercado laboral formal registrado en el IMSS para abatir el problema, ello sin considerar el aumento de la población registrado cada año.
Las condiciones de precariedad se mantuvieron durante el
primer trimestre de 2012. El indicador de tendencia laboral de la
pobreza (ITLP) señala que en los primeros tres meses del año las
condiciones de precariedad prevalecieron. En una comparación con el
cuarto trimestre de 2006 se tiene un aumento de 21 por ciento y de 3 por
ciento respecto del nivel alcanzado por ese mismo indicador en el
primer trimestre de 2011. “En términos generales, todos los resultados
resaltan una pérdida de bienestar para la población, éste indicador ha
mostrado una tendencia creciente desde el periodo previo a la crisis que
no ha podido ser revertida. En esta dinámica, la mayor afectación se ha
presentado en la parte urbana, señalando los fuertes problemas que
enfrentan sectores económicos, tanto industriales como de servicios que
tradicionalmente habían representado una opción para salir de la
pobreza.
Vinculado al crecimiento de la población ocupada, cuyo ingreso no es
suficiente para cubrir las necesidades mínimas de bienestar se encuentra
el ingreso laboral per cápita. Éste ha mostrado una trayectoria
negativa significativa; entre 2006 y 2012 el poder adquisitivo de los
mexicanos ha registrado una pérdida de 24 por ciento, y sólo durante el
último año ha existido una merma en este rubro de 2 por ciento
(considerando la evolución de los precios de la canasta alimentaria).
Todo lo anterior se da en un escenario en el que las líneas de
bienestar con las cuales se determina el número de personas que se
encuentran fuera de una situación de pobreza, representan un umbral
relativamente fácil de superar. La línea de bienestar mínimo rural es de
763.64 pesos al mes y la urbana de mil 82.05, en tanto la línea de
bienestar rural es de mil 454.42 y la urbana de 2 mil 290.64, casi todas
ellas alcanzables con un salario mínimo. Esto indica que el ingreso
laboral que perciben los mexicanos es tan precario que no alcanza a
rebasar estas líneas de marginalidad.
En este sentido, los buenos resultados macroeconómicos no son
suficientes sino inciden en el desarrollo del país ¿Qué significado
tiene para los mexicanos el crecimiento económico, si éste no impacta
positivamente en su bienestar? (salud, educación, empleo, mejores
condiciones laborales, ingresos suficientes que garantices las
necesidades básicas, entre los más importantes). La ausencia de una
coordinación de políticas, aunada a un crecimiento económico a costa de
una mayor desigualdad social y de la precarización de las condiciones de
vida de los mexicanos, no sólo evidencia la falta de un liderazgo
nacional, sino la pérdida de conciencia social sobre la realidad de
México.
Las rebanadas del pastel
Para redondear el panorama, el director general del IMSS,
Daniel Karam, estimó que 71 por ciento de los trabajadores que se
jubilarán en 2021 recibirá una pensión no mayor a 2 mil 179 pesos de
hoy.
Esto significa que si no empezamos a hacer algo como sistema para mejorar las condiciones de salario y las tasas de remplazo, un trabajador promedio en 2021 tendrá una pensión mínima garantizada equivalente a 25 por ciento de su último salario. Cumplieron, pues.
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