Jorge A. Chávez Presa / El Universal
¡Qué
difícil la tienen los jóvenes! Y más difícil aún la tienen los jóvenes
que no han tenido acceso a buena educación, salud y alimentación, esto
es, que han nacido con una desventaja descomunal difícil de remontar
durante su vida.
Por
ello dedico este artículo a estos últimos que, por estas diferencias de
condiciones iniciales en la vida, no tienen siquiera la oportunidad de
manifestarse y presentarse como #YoSoy132. Las cifras duras no pueden
ser más contundentes para mostrar la competencia despiadada que ya
enfrentan quienes hoy son muy jóvenes y quienes dejarán de serlo. Estos
números explican en parte por qué se encendió la pradera. Defino joven
como aquella persona cuya edad se encuentra entre los 16 y 29 años.
De
acuerdo con el Consejo Nacional de Población, en el 2012 se estima que a
este intervalo corresponden casi 27 millones de jóvenes, de los cuales
22.7 millones estarían en edad de votar de contar con su credencial de
elector. Quienes hoy tienen o están por cumplir 18 años suman poco más
de 2 millones, casi la mitad son hombres y la otra mujeres. En promedio,
actualmente en cada una de las edades que van de los nueve a los 20
años, son 2 millones. Quienes hoy tenemos entre 49 y 50 años, en nuestra
época de jóvenes promediamos alrededor de un millón en cada una de esas
edades. Esto simplemente nos indica que si antes, con tasas de
crecimiento económico mayores al 6% anual, cuando teníamos 18 años de
edad, competíamos al menos con otro millón por año, los jóvenes de hoy
compiten contra otros 2 millones.
En
nuestra época competir por un espacio de educación técnica profesional o
universitaria, un primer trabajo que requería poca calificación u optar
por salir hacia Estados Unidos a buscar la oportunidad de trabajo y
desarrollo que el país no pudo ofrecer, fue relativamente más fácil.
Ahora,
al ser el doble la población que se incorpora cada año, y con una
economía que crece lentamente, la competencia en la actualidad es brutal
porque los jóvenes están compitiendo por estos espacios en México y
además, dentro de la globalización, con cientos de millones en otras
partes del mundo.
La
creación de empleo formal en actividades productivas medida por el
número de trabajadores en el IMSS está siendo decepcionante. Durante
2011, que fue uno de los mejores años para la economía mexicana, se
crearon poco menos de 700 mil puestos de trabajo, y en toda la
administración del presidente Calderón si bien nos va serán 2.5
millones.
Para
el ciclo escolar 2011-2012, en la matrícula de educación media
superior, que incluye profesional técnica como los Conalep y el
bachillerato, se registraron 4.3 millones de estudiantes, y en la
educación superior 3.1 millones, en la que tan sólo en la licenciatura
universitaria y tecnológica corresponden a 2.8 millones de estudiantes. Y
todos los demás que son la amplísima mayoría, sin trabajo formal y sin
posibilidades de estudiar.
Qué
difícil la están teniendo y la van a tener los jóvenes mexicanos, si
México no se organiza de una manera diferente para crecer a tasas más
elevadas y al Estado mexicano no se le dota de una hacienda pública para
lograr condiciones más equitativas que las existentes. El statu quo es
insostenible, pues condena a nuestros hijos a un México sin futuro.
Quienes
nacimos antes de 1970, golpeados por las crisis de 1976, 1982, 1987 y
1995, les podemos pedir a quienes sufrieron su primera crisis, la de
2009, pero con estabilidad macroeconómica, y hoy se han sumado a los
#YoSoy132, que piensen en esa inmensa mayoría de jóvenes que no pudieron
tener acceso a educación universitaria, para que exijan a los políticos
que quieren tener futuro. Y para ello es indispensable quitar las
ataduras y eliminar lastres y lacras que le impiden a la economía
mexicana crecer y generar oportunidades de empleo y creación de nuevas
empresas. Aprovechen su oportunidad, desperdiciarla sería carísimo.
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