Estamos ante
un estado de emergencia financiera. La insolvencia de Bankia ha desencadenado
una crisis sistémica. Los tres pilares que sustentan el sistema financiero se
han visto afectados. Falta transparencia, la solvencia está cuestionada y la
liquidez no resuelve el problema.
No hay
transparencia ni claridad en las cuentas bancarias, con la consiguiente pérdidatyle="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 24.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES; mso-font-kerning: 18.0pt;">Fernando Zunzunegui / elEconomista.es
Estamos ante
un estado de emergencia financiera. La insolvencia de Bankia ha desencadenado
una crisis sistémica. Los tres pilares que sustentan el sistema financiero se
han visto afectados. Falta transparencia, la solvencia está cuestionada y la
liquidez no resuelve el problema.
No hay
transparencia ni claridad en las cuentas bancarias, con la consiguiente pérdida
de confianza en las entidades. Resulta que quienes tienen por oficio llevar
cuentas corrientes con un pacto de contabilidad, no saben hacer sus propias
cuentas.
Desconocemos
cual es la verdadera situación de los bancos españoles. Se maquillan los datos con la
asesoría de los auditores y el beneplácito del Banco de España. La Comisión
Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se limita a publicarlos como hecho
relevante. No hay rendición de cuentas, ni de las entidades ni de los
supervisores. El Gobierno impide al gobernador del Banco de España comparecer
en el Congreso, y cuando comparece en el Senado, guarda silencio. Alega
dependencia del Gobierno, renunciando a su autonomía, con dejación de
funciones. Todos los implicados están de acuerdo en lo reservado de la
información. Se mezcla la conveniencia política con la financiera. La
politización de las cajas hace incómoda para el poder político esta rendición
de cuentas, pero resulta imprescindible para restablecer la confianza en el
sistema financiero. Sin transparencia, no puede haber confianza.
Los clientes merecen claridad
Los clientes
quieren saber donde depositan sus ahorros. Actúan con diligencia. Buscan el
mejor custodio. Si es necesario, mueven su dinero hacia el lugar más seguro,
incluso al extranjero. Estas transferencias de fondos encarecen la gestión de
la crisis. Merecen una respuesta clara. Hay que informar de la verdadera
situación de las entidades y de las medidas adoptadas en protección del ahorro
para tranquilizar a los depositantes.
Por otro
lado, la solvencia está cuestionada. Si reformulamos las cuentas de los bancos
con los critCentral Europeo le ha permitido ayoría fondos para
hacer frente a las dificultades. Pero este exceso de liquidez no es muy
tranquilizador. Demuestra que una entidad insolvente y mal gestionada, por
mucha liquidez que se le ofrezca, no resuelve sus problemas. De hecho los
agrava. Es una financiación a fondo perdido de las malas prácticas. Las ayudas
financieras deben condicionarse a la sustitución de los gestores que han
demostrado su ineptitud. Sin embargo, en la matriz de Bankia siguen en el
consejo los responsables de la situación en la que nos encontramos. Piden
dinero sin renunciar a sus cargos.
La
recuperación del sistema bancario requiere transparencia en la gestión de la
crisis, ayudas financieras para sanear las entidades viables y liquidar de
forma ordenada las inviables, previa sustitución de los gestores, con
exigencias de responsabilidades por las malas prácticas. Pero hasta ahora no se
hanmily: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">La liquidez
sobre la transparencia. Muchos de los gestores responsables de la situación
siguen en sus puestos y se han dado ayudas a fondo perdido a entidades mal
gestionadas. Los abandonos de políticos metidos a banqueros se premian con
cuantiosas indemnizaciones. El desconcierto es generalizado. Nadie entiende que
se premie el fracaso, salvo los perceptores de las retribuciones.
La mala
gestión de la crisis nos ha llevado a un estado de emergencia financiera. Hemos
llegado al borde del precipicio y, en una economía globalizada, no se puede
permitir la caída del sistema de uno de sus principales protagonistas. La
solución vendrá de fuera. Con pérdida de soberanía y duros sacrificios.
Pero al menos tendremos claridad, seguridad y medios de pago.
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