Raymundo Riva Palacio / Eje Central
La parte más
crítica y difícil de la campaña presidencial ha comenzado. Las encuestas
publicadas muestran márgenes de preferencia tan disímbolos, que producen
confusión. Ninguna de ellas coincide con los datos que arrojan los tracking
polls de las campañas, que son las mediciones más files que tienen los
candidatos para fijar sus estrategias y ajustar sus campañas, que explican los
cambios en las dinámicas de la contienda. En este sentido, la rectificación más
relevante es la desplegada por Enrique Peña Nieto.
Con sus
negativos al alza por una cadena de ataques -la campaña de compromisos
incumplidos que le costó nueve puntos, el incidente en la Universidad
Iberoamericana y el movimiento #YoSoy132 político universitario que le costó
casi tres, y el escándalo de los ex gobernadores tamaulipecos bajo sospecha de
vínculos con el Cártel del Golfo-, Peña Nieto viró de administrar su ventaja e
ir al ataque para defender justamente los puntos que lo separan del segundo
lugar. Sus estrategas lo colocaron en una diferente pista.
Frente al
lastre de los ex gobernadores tamaulipecos que reforzaba el discurso de
Josefina Vázquez Mota de identificar a los priistas con narcotraficantes, Peña
Nieto replicó. Quienes encumbraron a Joaquín El Chapo Guzmán en la famosa lista
de millonarios de la revista Forbes, fueron los gobiernos panistas, dijo. El de
Vicente Fox, al que se le escapó de la cárcel en 2001, y el de Felipe Calderón
por no recapturarlo. La declaración pretende un control de daños, y dibuja una
línea discursiva para que los priistas neutralicen las imputaciones de Vázquez
Mota.
La candidata
panista no reviste preocupación a Peña Nieto en estos momentos, pues en sus
tracking polls tienen a Andrés Manuel López Obrador en segundo lugar,
alejándose de ella. En el caso del candidato de la izquierda, les cayó
oportunamente para su nueva estrategia la grabación de una cena de empresarios
con sus asesores de imagen y propaganda y su secretario de Economía designado,
donde les pidieron seis millones de dólares para la campaña. El hecho en sí
mismo no es un acto ilegal, pues no se entregó, hasta donde se sabe, ningún
dinero. Pero no se trata de realidades sino de percepciones.
El PRI
-acompañado por el PAN que tomó el viaje gratis-, denunció a López Obrador de
exceder los topes de campaña, y dijo que lo demandarían en el IFE por violar la
ley. Nada de esto tendrá impacto legal porque no hubo movimiento de dinero.
Pero en términos de estrategias, rompe el momentum de un López Obrador en
ascenso, le quita lo moralmente impoluto y lo obliga a hacer un alto en el
camino para defenderse mediáticamente. Una vez más, la lucha en la batalla de
las percepciones que si se consolidan, construyen realidades.
Atrás de la
tolvanera, el hecho revela la idea del equipo de López Obrador que sí puede
alcanzar a Peña Nieto e, inclusive, superarlo. Pero no basta el voluntarismo ni
el empuje natural que tiene el candidato de la izquierda. Carita ayuda en una
elección, pero no la gana. Se necesita dinero, aunque para un candidato como
él, sea políticamente incorrecto reconocerlo en público. López Obrador no tiene
mucho dinero en las arcas -los gobernadores perredistas no han sido generosos
con él-, y para las semanas definitivas tras el segundo debate presidencial del
10 de junio, será crucial.
Necesita recursos
para las campañas de aire y de tierra. Hace seis años, por sus errores tácticos
de hacer una campaña de tierra al margen del PRD, la movilización final no le
alcanzó para derrotar a Felipe Calderón, que sí tuvo los recursos para sacar
los votos en estados clave en una proporción de dos a uno. En 2006 inyectó el
dinero en la campaña de aire, y durante las dos últimas semanas antes de la
elección, colocó 150 spots diarios en radio y televisión contra 100
aproximadamente de Calderón, en una guerra de mensajes al electorado. En ese
entonces no aprovechó las oportunidades que tuvo para recaudar fondos; hoy es
distinto.
Al terminar
la semana, la contienda se ha cerrado. Peña Nieto reaccionó rápido para impedir
que siga disminuyendo su ventaja, mientras Vázquez Mota, que fue la primera en
ajustar su estrategia hace casi dos semanas, ha evitado el desplome y comenzó
su recuperación. Aún está lejos del priista, pero va por López Obrador, el
último que tendrá que modificar su estrategia y encontrar nuevas formas de
crítica a sus adversarios, pues de otra manera el ascenso se detendrá y, si
esto sucede, declinará. Nada está hoy cierto, salvo que el día de campo que se
pensaba tendría Peña Nieto el 1 de julio, no existirá, y la única duda que
resta es si será una elección parejera o entre tres.
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