Andamios
Oscar
Pimentel / Eje Central
“…quien no tenga un compromiso firme con la
democracia,
las libertades y la transparencia, no
tiene cabida en este
proyecto para transformar a México”.
Enrique Peña Nieto
Pero el PRI tiene que cambiar¿eh?. Esta fue la expresión de una gran
parte de los electores que quedó flotando en el ambiente político del país
desde que el día primero de julio se comenzaron a conocer los resultados de las
elecciones.
El PRI recuperó la Presidencia de la República y consiguió triunfos muy
importantes al ganar algunas gubernaturas y un buen número de las senadurías y
diputaciones en pugna, pero no logró una mayoría absoluta. Es una victoria
acotada. En el trasfondo está el escepticismo ciudadano hacia la política, la
desconfianza hacia los partidos, la creciente irritación social por la fallida
gestión del gobierno panista y ,por supuesto, un voto de castigo por los malos
resultados de algunos gobiernos en los estados. Ninguno de los tres partidos
con mayor presencia quedó a salvo; se les castigó y se les favoreció. Fue un
voto razonado en extremo; se cruzaron decisiones y se votó por más de un
partido según la preferencia generada por sus candidatos.
La lectura del voto ciudadano es una clara voluntad de cambiar el rumbo
de la nación para lograr la seguridad publica y la paz social. Es un voto a
favor de que crezca la economía,se generen los empleos que se necesitan y se
detenga el empobrecimiento de millones de mexicanos. Es un respaldo a la
propuesta de salir del inmovilismo que nos mantiene atados al atraso, mediante
reformas de fondo a la economía y a la arquitectura política del país. Por eso
ganó el PRI la Presidencia.
Pero se votó también por un Congreso plural en el que sea necesario el
consenso de las diferentes fuerzas políticas para resolver cualquier reforma
legislativa. No se le da carta blanca a nadie para gobernar, pero si se expresa
un mandato que todos los partidos deben acatar: cambiar las leyes y las
instituciones que hasta hoy impiden modernizar el país y consolidar la
democracia; es decir, sentar las bases de un futuro de certidumbre.
El PRI debe atender este precepto. No puede echar las campanas al vuelo
por haber recuperado la Presidencia ni puede quedar por debajo de las
expectativas ciudadanas expresadas el día primero. El proyecto de nación que
deberá impulsar desde el gobierno y el compromiso que le significa el voto
recibido en las urnas, le significan una enorme exigencia. Y lo primero que
debe hacer es ratificar su compromiso con el cambio y la renovación, y
acreditarlo desde el interior mismo de su organización.
El éxito del proyecto de gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto
dependerá en gran medida de la modernización del PRI. Será un factor crucial para
lograr la credibilidad y la legitimidad de un gobierno eficaz, y para no
resignarse a solamente administrar las diferencias políticas propias de un
gobierno que no ostenta la mayoría legislativa.
Es posible que estemos frente a la mejor oportunidad que haya tenido el
PRI en su historia para procesar las reformas que le permitan, por fin, ser un
Partido moderno y competitivo, comprometido con la democracia y el desarrollo
del país. Un Partido que encuentre su fortaleza cada vez más en la
participación ciudadana, además de la que proviene de sus organizaciones y
sectores. Un Partido que coloque el interés de Mexico por encima de cualquier
interés electoral, de corporaciones y sindicatos, grupos políticos y económicos
y , por supuesto, de personas. Un Partido con una vida interna democrática que
enarbole las mejores causas políticas para transformar el país y alcanzar un
desarrollo sustentable y prospero.
El PRI debe revisar profundamente su declaración de principios y
actualizar una serie de propuestas ideológicas que las nuevas realidades del
mundo y del país han dejado obsoletas y cubrir vacíos importantes en diversas
materias con las cuales, por su origen e identidad política, el Partido ya debería
tener claras definiciones. El acceso a las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación con el derecho universal al internet, el compromiso con el
medio ambiente y el desarrollo sustentable, la mejor calidad de vida en las
ciudades, la tolerancia y respeto a la diversidad, los derechos humanos, la
equidad de genero y el compromiso con los jóvenes son, entre otros, temas que
se deben discutir y ampliar en nuestros documentos básicos.
Cumplir con la oferta política de nuestro candidato, en relación con las
reformas estructurales en materia energética, fiscal y laboral, será un primera
prueba que enfrentará el Partido para mostrar su nuevo rostro y su empeño a
favor del interés general.
Su compromiso con la democracia debe demostrarse mediante nuevas
iniciativas que nos lleven a perfeccionar la legislación electoral y se cancele
de una vez por todas cualquier posibilidad de violentar la voluntad ciudadana,
incluida la pretensión de quienes quieren chantajear para ganar en la mesa de
la negociación lo que no ganaron en las urnas.
El Partido debe también tomar la iniciativa para mejorar los mecanismos
de la transparencia y la rendición de cuentas, promover una mayor independencia
de las instituciones de fiscalización y darle un nuevo impulso a la reforma en
proceso del sistema de justicia penal, tan importante para restablecer el
estado de derecho.
Reformar la política es la gran exigencia de los mexicanos que va
implícita en su voto del primero de julio. Reformar el diseño de nuestro
sistema, abrir espacios de participación a la ciudadanía, delimitar las tareas
de cada orden de gobierno y mejorar los mecanismos de colaboración entre
poderes y ordenes de gobierno, y reformar el Congreso para que cumpla
cabalmente con su labor de control de los otros poderes, son algunos de los
aspectos necesarios del cambio político que todos demandamos.
La única alternativa del PRI es ir hacia adelante y a la cabeza de las
transformaciones que México reclama. Los priistas tenemos que estar a la altura
de este compromiso.
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