martes, 10 de julio de 2012

REFORMAR AL PRI PARA GOBERNAR


Andamios
Oscar Pimentel / Eje Central
“…quien no tenga un compromiso firme con la democracia,
las libertades y la transparencia, no tiene cabida en este
proyecto para transformar a México”.

Enrique Peña Nieto
Pero el PRI tiene que cambiar¿eh?. Esta fue la expresión de una gran parte de los electores que quedó flotando en el ambiente político del país desde que el día primero de julio se comenzaron a conocer los resultados de las elecciones.
El PRI recuperó la Presidencia de la República y consiguió triunfos muy importantes al ganar algunas gubernaturas y un buen número de las senadurías y diputaciones en pugna, pero no logró una mayoría absoluta. Es una victoria acotada. En el trasfondo está el escepticismo ciudadano hacia la política, la desconfianza hacia los partidos, la creciente irritación social por la fallida gestión del gobierno panista y ,por supuesto, un voto de castigo por los malos resultados de algunos gobiernos en los estados. Ninguno de los tres partidos con mayor presencia quedó a salvo; se les castigó y se les favoreció. Fue un voto razonado en extremo; se cruzaron decisiones y se votó por más de un partido según la preferencia generada por sus candidatos.
La lectura del voto ciudadano es una clara voluntad de cambiar el rumbo de la nación para lograr la seguridad publica y la paz social. Es un voto a favor de que crezca la economía,se generen los empleos que se necesitan y se detenga el empobrecimiento de millones de mexicanos. Es un respaldo a la propuesta de salir del inmovilismo que nos mantiene atados al atraso, mediante reformas de fondo a la economía y a la arquitectura política del país. Por eso ganó el PRI la Presidencia.
Pero se votó también por un Congreso plural en el que sea necesario el consenso de las diferentes fuerzas políticas para resolver cualquier reforma legislativa. No se le da carta blanca a nadie para gobernar, pero si se expresa un mandato que todos los partidos deben acatar: cambiar las leyes y las instituciones que hasta hoy impiden modernizar el país y consolidar la democracia; es decir, sentar las bases de un futuro de certidumbre.
El PRI debe atender este precepto. No puede echar las campanas al vuelo por haber recuperado la Presidencia ni puede quedar por debajo de las expectativas ciudadanas expresadas el día primero. El proyecto de nación que deberá impulsar desde el gobierno y el compromiso que le significa el voto recibido en las urnas, le significan una enorme exigencia. Y lo primero que debe hacer es ratificar su compromiso con el cambio y la renovación, y acreditarlo desde el interior mismo de su organización.
El éxito del proyecto de gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto dependerá en gran medida de la modernización del PRI. Será un factor crucial para lograr la credibilidad y la legitimidad de un gobierno eficaz, y para no resignarse a solamente administrar las diferencias políticas propias de un gobierno que no ostenta la mayoría legislativa.
Es posible que estemos frente a la mejor oportunidad que haya tenido el PRI en su historia para procesar las reformas que le permitan, por fin, ser un Partido moderno y competitivo, comprometido con la democracia y el desarrollo del país. Un Partido que encuentre su fortaleza cada vez más en la participación ciudadana, además de la que proviene de sus organizaciones y sectores. Un Partido que coloque el interés de Mexico por encima de cualquier interés electoral, de corporaciones y sindicatos, grupos políticos y económicos y , por supuesto, de personas. Un Partido con una vida interna democrática que enarbole las mejores causas políticas para transformar el país y alcanzar un desarrollo sustentable y prospero.
El PRI debe revisar profundamente su declaración de principios y actualizar una serie de propuestas ideológicas que las nuevas realidades del mundo y del país han dejado obsoletas y cubrir vacíos importantes en diversas materias con las cuales, por su origen e identidad política, el Partido ya debería tener claras definiciones. El acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación con el derecho universal al internet, el compromiso con el medio ambiente y el desarrollo sustentable, la mejor calidad de vida en las ciudades, la tolerancia y respeto a la diversidad, los derechos humanos, la equidad de genero y el compromiso con los jóvenes son, entre otros, temas que se deben discutir y ampliar en nuestros documentos básicos.
Cumplir con la oferta política de nuestro candidato, en relación con las reformas estructurales en materia energética, fiscal y laboral, será un primera prueba que enfrentará el Partido para mostrar su nuevo rostro y su empeño a favor del interés general.
Su compromiso con la democracia debe demostrarse mediante nuevas iniciativas que nos lleven a perfeccionar la legislación electoral y se cancele de una vez por todas cualquier posibilidad de violentar la voluntad ciudadana, incluida la pretensión de quienes quieren chantajear para ganar en la mesa de la negociación lo que no ganaron en las urnas.
El Partido debe también tomar la iniciativa para mejorar los mecanismos de la transparencia y la rendición de cuentas, promover una mayor independencia de las instituciones de fiscalización y darle un nuevo impulso a la reforma en proceso del sistema de justicia penal, tan importante para restablecer el estado de derecho.
Reformar la política es la gran exigencia de los mexicanos que va implícita en su voto del primero de julio. Reformar el diseño de nuestro sistema, abrir espacios de participación a la ciudadanía, delimitar las tareas de cada orden de gobierno y mejorar los mecanismos de colaboración entre poderes y ordenes de gobierno, y reformar el Congreso para que cumpla cabalmente con su labor de control de los otros poderes, son algunos de los aspectos necesarios del cambio político que todos demandamos.
La única alternativa del PRI es ir hacia adelante y a la cabeza de las transformaciones que México reclama. Los priistas tenemos que estar a la altura de este compromiso.

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