OPINIÓN
Por Nelly
Aguilera / El Semanario sin Límites
El título
de esta columna lo pedí prestado del libro que se presentó el miércoles 20 de
junio cuyo autor es el especialista Pedro Vásquez Colmenares. El título no es
una exageración. Realmente el problema de las pensiones es un riesgo para la
salud financiera del país.
El libro es un esfuerzo muy importante de consolidar en un solo lugar múltiple información, a veces conocida y a veces no, sobre las pensiones del país, de las universidades públicas, de los estados, de otras agencias del gobierno de los tres niveles de gobierno. En general más de 105 esquemas.
El libro es un esfuerzo muy importante de consolidar en un solo lugar múltiple información, a veces conocida y a veces no, sobre las pensiones del país, de las universidades públicas, de los estados, de otras agencias del gobierno de los tres niveles de gobierno. En general más de 105 esquemas.
De
acuerdo con los datos dados a conocer por el autor, el pasivo laboral de estos
esquemas equivale a 104% del Producto Interno Bruto. La cifra de por sí es ya
escalofriante, pero el panorama se pone peor cuando se aclara que este cálculo
es parcial pues no incluye, por ejemplo, el costo fiscal asociado a la pensión
mínima garantizada del IMSS y otros rubros importantes.
Si esto
no fuera suficiente, con algunas excepciones, estos esquemas no están propiamente
fondeados, por lo que el pago de las pensiones se obtiene de recursos corrientes
o de endeudamiento.
Reformar los esquemas de pensiones públicos en el corto plazo es un imperativo, será quizá inevitable para la próxima administración. No sólo eso, dada la necesidad de ajuste, en la mayoría de los casos las reformas deberán ser drásticas.
Reformar los esquemas de pensiones públicos en el corto plazo es un imperativo, será quizá inevitable para la próxima administración. No sólo eso, dada la necesidad de ajuste, en la mayoría de los casos las reformas deberán ser drásticas.
Me
preguntaban cómo deberían ser las reformas. Vásquez Colmenares establece, entre
sus múltiples propuestas, dos directrices que en mi opinión son fundamentales. En
primer lugar, establece que se requiere una nueva arquitectura pensionaria que
esté fundamentada a nivel constitucional. En segundo lugar especifica, que
estas definiciones constitucionales deben, por un lado, ser obligatorias para
todos los sistemas pensionarios que existan, pero que los recursos fiscales
generales sólo se destinen a financiar obligaciones y gastos generales de la
sociedad, como el pilar básico de pensión universal de retiro.
El autor
no favorece ningún modelo en particular, de beneficios definidos como el de
casi todos los esquemas pensionarios, o el de contribución definida, como el
del IMSS o ISSSTE a partir de sus reformas. En general ambos esquemas tienen
ventajas y desventajas, siempre y cuando los dos estén debidamente fondeados (en
el segundo es por diseño) y los dos tengan buenos gobiernos corporativos.
Otro
mensaje principal del autor es que debemos poner el tema en lo más alto de la
agenda pública. Como dice, hablar de él tema sin tapujos. No perder el tiempo
en más diagnósticos y pasar a la acción de la reforma.
La
reforma no será fácil de negociar pues generalmente los beneficiarios de estos
esquemas son grupos de interés bien cohesionados y que tienen mucho en juego,
sindicatos de las universidades, de las agencias públicas, etc. Por ello, cito
al autor “se requiere un pacto nacional y mucha voluntad política en la que
todos ponen, para que todos salgan ganando”. El cambio de gobierno es una buena
coyuntura para abordar el tema.
Sin duda
el tema es por demás relevante y se agradece que Vásquez Colmenares haya hecho
un esfuerzo mayúsculo para traducir esta problemática en un diagnóstico claro y
contundente y en recomendaciones de política pública específicas.
*La autora es coordinadora de Investigación del
Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social
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