Pablo Hiriart / La Razón
Si hay
una estrategia transexenal que no ha funcionado, es la seguida en el combate a
la corrupción.
Ningún
partido ha dado resultados.
Las
contralorías estatales, la Secretaría de la Función Pública y la carabina de
Ambrosio son la misma cosa.
Ayer,
otra vez, desde Estados Unidos, se destapó un caso de corrupción en la
administración pública federal: funcionarios del IMSS, de éste y del anterior
sexenio, recibieron sobornos para beneficiar con cinco millones de dólares a la
empresa Orthofix.
Ninguno
de los tres partidos políticos con responsabilidades de gobierno a nivel
federal o estatal ha podido con la corrupción.
Y se
gastan miles de millones de pesos en un elefante blanco y estorboso llamado
Secretaría de la Función Pública.
Hace muy
poco, también vía Estados Unidos, nos enteramos de que una compañía de
servicios aéreos de ese país pagaba altos sobornos para dar mantenimiento a la
flota aérea del gobierno.
¿Dónde
está la Función Pública?
Es
inevitable preguntarse si los accidentes aéreos que han costado la vida a
valiosos funcionarios federales tienen o no relación con el mal mantenimiento a
las aeronaves.
La
empresa que brinda esos servicios estratégicos obtuvo los contratos mediante
sobornos.
En pleno
Paseo de la Reforma se construyó una torre llamada Estela de Luz, donde se
presentaron evidentes actos de corrupción y no ha pasado absolutamente nada.
¿Para qué
sirve la Secretaría de la Función Pública si el robo y el despilfarro pasan
enfrente de sus ojos y no se mueve?
La
Auditoría Superior de la Federación, en su reciente informe que corresponde a
la revisión de la Cuenta Pública 2010, detectó que la modernización de los
equipos informáticos del IMSS (en la época de Molinar Horcasitas) tuvo un costo
de tres mil millones de pesos y sólo sirve un nueve por ciento.
¿Dónde
estaba la Función Pública? ¿Qué ha investigado?
El
Auditor Superior informó que el ISSSTE compró medicamentos con un sobreprecio
de 430 millones de pesos.
Para los
festejos del Bicentenario se destinaron tres mil 750 millones de pesos, de los
cuales sólo se justificó el 13 por ciento, es decir 500 millones de pesos.
Así no
hay presupuesto que aguante.
¿Y qué
hace la Secretaría de la Función Pública? ¿Ayuda?
A la
pregunta anterior se responde con el siguiente dato: de los cuatro mil 428
contratos otorgados por esa secretaría desde 2008 a 2012, cuatro mil 227 fueron
adjudicaciones directas. Es decir, el 94.56 por ciento se entregó sin concurso
de por medio.
Llegó la
hora, pues, de cantarle las golondrinas a una secretaría cara e inútil y
emprender una nueva estrategi
No hay comentarios:
Publicar un comentario