jueves, 29 de julio de 2010

FRENTE Al TSUNAMI POPULAR

John Saxe-Fernández / La Jornada
Con la economía bajo gravitación depresiva, el empleo de largo plazo en aumento, los salarios en deflación y una reforma financiera que no evade riesgos sistémicos, el gobierno de Obama intensifica, como lo hizo su antecesor con resultados desastrosos para los derechos humanos y alto riesgo para la paz mundial, el uso de la carta militar para contrarrestar el deterioro hegemónico y la vulnerabilidad económico-estratégica por su inusitada dependencia de recursos naturales esenciales, en especial de combustibles fósiles que importa al 65 por ciento.
La ecuación internacional de poder, impactada por la crisis de acumulación capitalista, el cambio climático y el peak oil (¡en 25 años la demanda mundial de energía aumentará 49 por ciento!), agudiza su multipolarización: vivimos en otra constelación histórica que en América Latina se expresa en incipientes y novedosos mecanismos para fortalecer la soberanía y seguridad regionales, como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y significativos procesos de construcción social alternativa, apoyados por amplios movimientos sociales inclinados a tomar en mano propia el manejo de recursos, economía, moneda, defensa y con políticas exteriores favorables a la resolución pacífica de conflictos.
Es un tsunami de soberanía y seguridad popular y regional que interfiere con “arreglos” oligárquico-imperiales y que EU y sus lacayos combaten a sangre y fuego: del petróleo en aguas profundas del Golfo de México a las arenas bituminosas de Canadá y el petróleo convencional y super-pesado de Venezuela, sin importar costos socio/ecológicos, el Pentágono y las grandes petroleras se aprestan a la toma del botín.
Con la economía y recursos de México y Canadá en el bolsillo imperial, el objetivo inmediato es la revolución bolivariana y su petróleo. Así lo evidencia un mensaje desde EU en que se advierte al presidente Chávez de otra maniobra contra él y la revolución: “la fase de preparación de la comunidad internacional, con ayuda de Colombia, está en plena ejecución” (con la ofensiva de Uribe contra Venezuela en la OEA, respaldada, como en Honduras, por la Casa Blanca) agregándose que “lo que se vive” es “parte del plan integral”...“la operación militar va”...“la realizarán los del norte, pero no quieren entrar directamente en Caracas”.
También se revela que se aceleró la fase de ejecución, “unido a una fuerza de contención”, desde Estados Unidos “...hasta Costa Rica, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico” (por el despliegue de 18 mil marines y guardacostas gringos endosado por la presidenta tica Norma Chinchilla y la diputación del Partido Liberación Nacional).
Los altos cargos que ejecutan el operativo anti-bolivariano dicen que los colombianos solos no pueden ejecutar la operación “en corto tiempo” por lo que “decidieron involucrarse directamente, cuando el conflicto se dé”. La agresión contra la Venezuela que toma posesión soberana de su renta petrolera viene desde Bush/Cheney. Obama la intensifica usando el smart power que incluye el poder duro contra las coaliciones regionales (Unasur/Alba) fortaleciendo las Fuerzas Especiales y la Cuarta Flota, orquestando el golpe en Honduras, desplegando las bases en Colombia y ocupando con fuerza castrense a Costa Rica; y el poder suave, por medio de vastos subsidios a ONGs, partidos políticos, líderes y montajes de guerra sicológica y política con una enorme ofensiva publicitaria desde medios periodísticos, radiofónicos, televisivos y la red: New York Times, Newsweek, CNN, etcétera, siempre dispuestos a des-informar sobre la región, Venezuela o Chávez.
CNN lo hace con desmedro ético-profesional: ajusta noticieros y análisis económicos a la línea anti-Chávez de la “comunidad de inteligencia”. Igual de significativo: en Estados Unidos se palpa una veda informativa de la desorbitada militarización e intervención de Estados Unidos en la región, acompañada por el despliegue antipopular de “fuerzas especiales” en 19 naciones latinoamericanas.

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