En México, las PyMEs, pese a generar la mayor parte de las fuentes de empleo, reciben poca ayuda por parte del Gobierno.
Alejandro Durán / El Sol de México
A pesar de la extranjerización de la banca comercial y los esfuerzos para ampliar el financiamiento empresarial, la penetración del crédito de las instituciones financieras a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) mexicanas apenas supera uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y la penetración de la banca de desarrollo en este segmento es de 0.090 por ciento, lo que provoca que siete de cada diez negocios de menor tamaño en el país no cuenten con apoyo financiero, advirtió el sector privado.
Ante ello, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) aseguró enfática que la Banca de Desarrollo mexicana no está cumpliendo a cabalidad con el papel que debe tener como agente de dinamismo y competitividad económica, por lo que existe la oportunidad y la obligación de reformarla pensando en las cientos de miles de PyMEs y de emprendedores que necesitan de ese apoyo para crecer y transformar la economía mexicana.
En este sentido, el presidente del sindicato patronal, Gerardo Gutiérrez Candiani, consideró que la reforma a la banca de desarrollo debe posicionarse a la altura de los grandes cambios que requiere el país, como la modernización de la Ley Federal del Trabajo, del sistema educativo y fiscal del país.
"En México, urge impulsar una transformación estructural de la banca de desarrollo para generar un apoyo decidido a las PyMEs, y con ello detonar un círculo virtuoso de innovación económica, inversión productiva, creación de empleos y crecimiento del mercado interno", afirmó.
A través de un videomensaje, el dirigente de la Coparmex dijo que, según encuestas empresariales, entre los seis factores que más restringen el desarrollo de las empresas mexicanas, tres tienen relación directa con el problema del crédito: el alto costo del financiamiento, la falta de crédito de largo plazo y la escasez de capital de trabajo.
Como vestigio de ello, refirió que el Banco Mundial calcula que la participación crediticia en México es de tan sólo 4.3 por ciento del PIB, menos de la mitad del porcentaje que manejan varios de los países emergentes e industrializados con los que competimos o somos socios, como el caso de Brasil, en donde la porción es de 9.6 del PIB, en España de 19.6 y Estados Unidos de 29.4 por ciento.
En ese sentido, agregó que la cartera con plazos mayores de cinco años en México es mínima, y el promedio de los montos otorgados a las empresas es de apenas 500 mil pesos, cuando en países como España o Estados Unidos, el grueso de las PyMEs tiene acceso a créditos confeccionados a su medida.
"Bajo estas circunstancias, la principal fuente de financiamiento de las PyMEs mexicanas son sus proveedores, lo cual encarece los insumos y merma la competitividad de cadenas productivas", aseguró el líder de la Coparmex.
Ante ello, dijo que si bien los empresarios reconocen que la Banca de Desarrollo se maneja de una forma profesional y ordenada, es claro que su estructura institucional necesita ser reorientada de acuerdo con los nuevos retos de la economía mexicana, que desembocan en la necesidad de que se otorguen créditos de largo plazo para transformar la capacidad instalada del país, complementando los recursos de inversión del resto del sistema financiero y sirviendo a sectores clave, como la agricultura, la vivienda, la infraestructura y, sobre todo, las PyMEs.
Por ello, informó que la iniciativa de reforma a la Banca de Desarrollo de la Coparmex plantea una solución integral en función de cuatro necesidades esenciales del mercado: que las PyMEs se profesionalicen y cuenten con la información, los procesos y los proyectos requeridos para ser sujetas de crédito.
Alejandro Durán / El Sol de México
A pesar de la extranjerización de la banca comercial y los esfuerzos para ampliar el financiamiento empresarial, la penetración del crédito de las instituciones financieras a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) mexicanas apenas supera uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y la penetración de la banca de desarrollo en este segmento es de 0.090 por ciento, lo que provoca que siete de cada diez negocios de menor tamaño en el país no cuenten con apoyo financiero, advirtió el sector privado.
Ante ello, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) aseguró enfática que la Banca de Desarrollo mexicana no está cumpliendo a cabalidad con el papel que debe tener como agente de dinamismo y competitividad económica, por lo que existe la oportunidad y la obligación de reformarla pensando en las cientos de miles de PyMEs y de emprendedores que necesitan de ese apoyo para crecer y transformar la economía mexicana.
En este sentido, el presidente del sindicato patronal, Gerardo Gutiérrez Candiani, consideró que la reforma a la banca de desarrollo debe posicionarse a la altura de los grandes cambios que requiere el país, como la modernización de la Ley Federal del Trabajo, del sistema educativo y fiscal del país.
"En México, urge impulsar una transformación estructural de la banca de desarrollo para generar un apoyo decidido a las PyMEs, y con ello detonar un círculo virtuoso de innovación económica, inversión productiva, creación de empleos y crecimiento del mercado interno", afirmó.
A través de un videomensaje, el dirigente de la Coparmex dijo que, según encuestas empresariales, entre los seis factores que más restringen el desarrollo de las empresas mexicanas, tres tienen relación directa con el problema del crédito: el alto costo del financiamiento, la falta de crédito de largo plazo y la escasez de capital de trabajo.
Como vestigio de ello, refirió que el Banco Mundial calcula que la participación crediticia en México es de tan sólo 4.3 por ciento del PIB, menos de la mitad del porcentaje que manejan varios de los países emergentes e industrializados con los que competimos o somos socios, como el caso de Brasil, en donde la porción es de 9.6 del PIB, en España de 19.6 y Estados Unidos de 29.4 por ciento.
En ese sentido, agregó que la cartera con plazos mayores de cinco años en México es mínima, y el promedio de los montos otorgados a las empresas es de apenas 500 mil pesos, cuando en países como España o Estados Unidos, el grueso de las PyMEs tiene acceso a créditos confeccionados a su medida.
"Bajo estas circunstancias, la principal fuente de financiamiento de las PyMEs mexicanas son sus proveedores, lo cual encarece los insumos y merma la competitividad de cadenas productivas", aseguró el líder de la Coparmex.
Ante ello, dijo que si bien los empresarios reconocen que la Banca de Desarrollo se maneja de una forma profesional y ordenada, es claro que su estructura institucional necesita ser reorientada de acuerdo con los nuevos retos de la economía mexicana, que desembocan en la necesidad de que se otorguen créditos de largo plazo para transformar la capacidad instalada del país, complementando los recursos de inversión del resto del sistema financiero y sirviendo a sectores clave, como la agricultura, la vivienda, la infraestructura y, sobre todo, las PyMEs.
Por ello, informó que la iniciativa de reforma a la Banca de Desarrollo de la Coparmex plantea una solución integral en función de cuatro necesidades esenciales del mercado: que las PyMEs se profesionalicen y cuenten con la información, los procesos y los proyectos requeridos para ser sujetas de crédito.
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