jueves, 22 de julio de 2010

CRISIS DEL GABINETE "PAS"

Emilio Rabasa Gamboa / El Universal
La configuración de un gabinete es el acto político más importante una vez en el poder, ya que representa la estrategia del gobernante que le permite llevar a buen término su obra de gobierno, o fracasar en el intento.
En el parlamentarismo, el gabinete es la pieza clave para el funcionamiento del sistema, como lo demostró Walter Bagehot en su célebre The English Constitution, de donde deriva el nombre de “Gobierno de Gabinete”, integrado en el mismo Parlamento, por los electores, ya que los ministros deben ser miembros de dicho órgano (members of parliament) y, por lo tanto, haber sido electos popularmente.
En el presidencialismo, el gabinete es conformado por el presidente, aunque hoy en día, salvo en las dictaduras, cada vez menos pueda designar y remover a quien quiera y cuando quiera, puesto que ahora es más participativo el Congreso y su peso es fundamental para la división y equilibrio de los poderes. De ahí que Woodrow Wilson, en su obra, The Congresional Government, definiera al gobierno presidencial como un Gobierno del Congreso o Congresional (Ver el libro de Alonso Lujambio con ese título editado por la UNAM)
La constitución (art.89 frac. II) confiere la facultad al Presidente de “nombrar y remover libremente a los secretarios del despacho”, sin que le establezca restricción alguna, salvo cumplir con los requisitos que fija el artículo 91: ser ciudadano mexicano por nacimiento, estar en ejercicio de sus derechos y tener 30 años cumplidos. Hasta ahí llega el régimen constitucional de los miembros del gabinete en México, dotado de una reglamentación minimalista, al punto que la Ley Orgánica de la Administración Pública ya no lo regula.
El Presidente sigue gozando de un amplio margen de discrecionalidad para la conformación de “su” gabinete, que debiera ser “del” gabinete, puesto que a todos concierne por el gran impacto que tiene en la vida pública del país.
Para no ir más lejos; desde el gobierno de Porfirio Díaz, pasando por los gobiernos revolucionarios y posteriores hasta el de Díaz Ordaz, para sólo mencionar a secretarios ya reconocidos por el transcurso del tiempo (y al margen de las simpatías o antipatías por su ideología), el titular del Ejecutivo no dudaba en incluir a hombres y mujeres destacados para integrar el gabinete, que además le daban lustre al mismo, como Justo Sierra, Bulnes, Limantour y Reyes, en el de Díaz; Fabela, en el de De la Huerta; Treviño, en el de Carranza; nada menos que José Vasconcelos, en el de Obregón y el general Joaquín Amaro y Aarón Sáenz, además de Lázaro Cárdenas y Gómez Morín (Banco de México), en el de Calles.
El de Cárdenas fue uno de los gabinetes mejor compuesto de hombres ilustres como: García Téllez, Portes Gil, Hay, Bassols, Suárez y Mújica, como también lo fue el de Manuel Ávila Camacho con Jara, Ezequiel Padilla, Torres Bodet y Gustavo Baz. Aunque en sentido opuesto también incluyera a su hermano Maximino. Miguel Alemán contó con Martínez Báez, Caso, Tello, Torres Bodet, y Uruchurtu, en tanto que Ruiz Cortines incluyó a Padilla Nervo y Carrillo Flores. López Mateos incorporó a Ortiz Mena, Barros Sierra, de nuevo a Torres Bodet y a Uruchurtu; éste y Ortiz Mena siguen con Díaz Ordaz.
Muy pocos de los mencionados eran “amigos” del presidente. La aptitud en el desempeño público era el criterio principal para el nombramiento. Con Felipe Calderón, los criterios aplicados en la integración de su gabinete han variado. Ahora se trata de panistas (Carstens y Patricia Espinosa, las excepciones), gente cercana a él en la academia (Escuela Libre de Derecho) o pasados cargos y sumisos. Resultado: 18 cambios en menos de cuatro años, afectando a nueve secretarías, la Oficina de la Presidencia, su particular y la de comunicación social.
Esos criterios fueron confirmados en las recientes designaciones del nuevo secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora; de Economía, Bruno Ferrari, y los cambios en la Oficina de la Presidencia con reconocimientos a Gerardo Ruiz Mateos y Patricia Flores por su “eficaz” desempeño en los anteriores cargos.
A lo mejor, esta crisis en la configuración del gabinete, sea la ocasión para repensar la propuesta del senador Manlio Fabio Beltrones, de transitar hacia un gobierno no de gabinete como el inglés, sino a uno congresional, de tal suerte que el Congreso también intervenga en la confirmación de algunas de las carteras clave para la vida nacional, evitando con ello el gabinete “PAS” (panismo, amiguismo y sumisión).
Investigador del IIJ de la UNAM

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