sábado, 18 de septiembre de 2010

HIDALGO, ENTRE LA VIRTUD Y EL VICIO

Lizeth Castillo / El Universal
Lejos de los cientos de textos históricos que han retratado a Miguel Hidalgo y Costilla como un hombre lleno de cualidades, “Hidalgo, entre la virtud y el vicio”, nos presenta al llamado Padre de la Patria desde un nuevo ángulo.
Mujeriego, seductor, desobediente, blasfemo y jugador, así describe el escritor Eugenio Aguirre a Miguel Hidalgo, quien es conocido por haber sido el iniciador del movimiento independentista en México, pero que no por eso deja de ser un hombre lleno de defectos y debilidades.
A través de 480 páginas, la novela histórica de Eugenio Aguirre nos permite conocer de forma detallada la vida de este joven que a sus 17 años se sentía impresionado al conocer la capital del virreinato, pero que años más tarde, convertido en cura, sería capaz de organizar un movimiento armado en contra de sus autoridades.
La novela, publicada por Editorial Planeta, es el resultado de una ardua investigación de Aguirre, quien no es la primera vez que se adentra en la vida de próceres de la patria, pues en sus libros ya ha retratado la vida de personajes como Guadalupe Victoria, el primer presidente de México y de la insurgente Leona Vicario.
“Hidalgo, entre la virtud y el vicio” no solamente nos muestra cómo fue la vida de este hombre tan contradictorio como extraordinario, sino que también nos lleva a conocer cómo era la forma de vida de aquella época, nos describe algunos episodios de la lucha por la independencia, y nos acerca a personajes --como Eugenio Allende, hijo del general Ignacio Allende o Mariano, hermano del propio Hidalgo--, que a pesar de haber contribuido en la gesta independentista han sido relegados en la historia nacional.
Si mucho nos hemos quejado de la vasta historiografía oficial que de manera maniquea divide la historia entre buenos y malos, y ha simplificado las razones del alzamiento de 1810, en este libro nos encontramos el extremo opuesto, el de un personaje que está lejos de la gloria de los altares cívicos o mucho menos de la canonización social.
De Hidalgo se ha escrito mucho, sin embargo, esta novela no tiene concesiones. A Hidalgo se le presenta sin tapujos, como un hombre que fue capaz de motivar un movimiento que cambiaría la historia completa de un país, pero que también tenía múltiples defectos.
A pesar de esto, la obra de Aguirre no tiene como objeto desprestigiar a Hidalgo. Al contrario, la novela también nos presenta a un buen hijo y hermano; a un estudiante sobresaliente; a un apasionado de la buena lectura y a un feroz crítico de las obras sin sustento; y a un hombre que, desde su juventud, era capaz de impresionar, tanto a humildes campesinos, como a las más importantes autoridades. Por lo tanto, Aguirre busca dar una perspectiva integral de este hombre que se encuentra tan arraigado a nuestra historia nacional.
Nos recuerda todo el tiempo que no existen dioses ni villanos absolutos, que todo es obra humana, hecha por seres comunes y corrientes, capaces de grandes proezas pero, al mismo tiempo, capaces de las más grandes bajezas, dudas o debilidades.
Más que respuestas sobre quién era Miguel Hidalgo, esta obra es capaz de dejarnos múltiples interrogantes como qué tanto desconocemos sobre la historia nacional o si los defectos de Hidalgo le quitan el lugar de héroe nacional. Un dilema que queda al lector resolver.
Al mismo tiempo ayuda a reflexionar sobre si Hidalgo debe ser considerado el Padre de la Patria o en realidad ha usurpado involuntariamente ese lugar en la historia a otros hombres que en verdad lograron que sus ideales quedaran plasmados en los cimientos de la nación. Después de todo a él sólo le tocó iniciar todo y morir un año después.
Periodista

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