El jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, puede sumarse al asesor económico Larry Summers, entre los altos cargos que serán relevados tras las elecciones de noviembre
ANTONIO CAÑO - ELPAÍS
Barack Obama se ha anticipado al veredicto de las urnas en noviembre -previsiblemente negativo- para anunciar un giro en su política, principalmente en su política económica, de cara a la segunda mitad de sus cuatro años de mandato. Los relevos de altos cargos confirmados hasta ahora, a los que se sumará pronto el del jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, son signos de una importante remodelación que puede ofrecer, además de caras nuevas en la Administración, un estilo de gobierno más pegado a los intereses inmediatos de los ciudadanos.
El Gobierno de Obama ha sido visto hasta ahora por el público como excesivamente académico, frío y lejano. Ese defecto, que tiene tanto que ver con el carácter de las personas que lo integran -el presidente a la cabeza- como con la estrategia de comunicación, ha provocado que algunos éxitos tan destacados sobre el papel como la contención de la gravísima recesión económica, la ley de reforma sanitaria o la ley de reforma financiera, apenas cuenten hoy entre los méritos de la mayoría demócrata de cara a las elecciones legislativas parciales.
Emanuel, cuyo relevo en las próximas semanas puede ser confirmado en cualquier momento, es el arquitecto de todos esos éxitos parlamentarios, pero también el mayor culpable de que el presidente no haya sido capaz de capitalizarlos. Frente a los logros, sobresale como saldo de los dos primeros años de gestión una cifra de desempleo del 9,6% y una impresión generalizada de que la Administración no ha atendido convenientemente los intereses concretos de las empresas, de los pequeños negocios o de los directivos y trabajadores de las industrias más afectadas por la crisis.
La salida de Larry Summers, el principal asesor económico del presidente, confirmada el martes, es una señal clara de que así lo admite la Casa Blanca. Summers está considerado un genio de la economía, un antiguo secretario del Tesoro al que le venía pequeño su cargo actual. Su relevo, obligado en parte porque le vencía su excedencia en la universidad de Harvard, no es una sorpresa, pero sí es de gran trascendencia.
Sin él, Obama pierde a un gran cerebro pero gana espacio para inyectar más frescura en su equipo económico. Los medios de comunicación afirman que la Casa Blanca está pensando en reemplazarlo por alguien procedente de la economía real, del ámbito de la empresa.
The Wall Street Journal apuesta por Anne Mulcahy, ex consejera delegada de Xerox.
Antes de Summers dejaron sus puestos otras dos figuras relevantes del grupo de asesores económicos: Christina Romer y, sobre todo, Peter Orszag, quien gozaba de enorme influencia y poder como presidente del Comité de Presupuestos de la Casa Blanca. Aunque su dimisión no se debe estrictamente a discrepancias políticas, Orszag publicó hace pocos días un artículo en el que proponía la prolongación por daños de las ventajas fiscales aprobadas durante la Administración de Bush, a lo que se opone Obama.
Aunque la oposición republicana había pedido recientemente la dimisión de Summers, que defendió el plan de estímulo, tanto este como Orszag eran considerados rivales por el sector de izquierda del Partido Demócrata, que ve con buenos ojos su salida.
Lo mismo puede decirse del relevo de Emanuel, que se daba por hecho desde que se supo que la alcaldía de Chicago, a la que el aspira, quedará vacante el próximo año. Emanuel, cuyo papel es similar al de un primer ministro, es una figura con viejas y poderosas conexiones en Washington que le ha servido a un presidente inexperto a moverse en un terreno que apenas conocía. Pero, a cambio, Obama ha aparecido demasiado atado al liderazgo demócrata del Congreso y ha perdido la espontaneidad que mostró a lo largo de la campaña electoral.
El relevo de Emanuel, probablemente por alguien más cercano al presidente, tanto personal como intelectualmente, será una oportunidad de corregir esos problemas. La Casa Blanca admite que habrá cambios pero no ofrece pistas sobre la profundidad del giro. "Creo que en la naturaleza de un Gobierno están los relevos de personas que traen nuevos estilos, pero no creo que sea un cambio drástico", ha manifestado a The New York Times, el principal asesor político del presidente, David Axelrod.
ANTONIO CAÑO - ELPAÍS
Barack Obama se ha anticipado al veredicto de las urnas en noviembre -previsiblemente negativo- para anunciar un giro en su política, principalmente en su política económica, de cara a la segunda mitad de sus cuatro años de mandato. Los relevos de altos cargos confirmados hasta ahora, a los que se sumará pronto el del jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, son signos de una importante remodelación que puede ofrecer, además de caras nuevas en la Administración, un estilo de gobierno más pegado a los intereses inmediatos de los ciudadanos.
El Gobierno de Obama ha sido visto hasta ahora por el público como excesivamente académico, frío y lejano. Ese defecto, que tiene tanto que ver con el carácter de las personas que lo integran -el presidente a la cabeza- como con la estrategia de comunicación, ha provocado que algunos éxitos tan destacados sobre el papel como la contención de la gravísima recesión económica, la ley de reforma sanitaria o la ley de reforma financiera, apenas cuenten hoy entre los méritos de la mayoría demócrata de cara a las elecciones legislativas parciales.
Emanuel, cuyo relevo en las próximas semanas puede ser confirmado en cualquier momento, es el arquitecto de todos esos éxitos parlamentarios, pero también el mayor culpable de que el presidente no haya sido capaz de capitalizarlos. Frente a los logros, sobresale como saldo de los dos primeros años de gestión una cifra de desempleo del 9,6% y una impresión generalizada de que la Administración no ha atendido convenientemente los intereses concretos de las empresas, de los pequeños negocios o de los directivos y trabajadores de las industrias más afectadas por la crisis.
La salida de Larry Summers, el principal asesor económico del presidente, confirmada el martes, es una señal clara de que así lo admite la Casa Blanca. Summers está considerado un genio de la economía, un antiguo secretario del Tesoro al que le venía pequeño su cargo actual. Su relevo, obligado en parte porque le vencía su excedencia en la universidad de Harvard, no es una sorpresa, pero sí es de gran trascendencia.
Sin él, Obama pierde a un gran cerebro pero gana espacio para inyectar más frescura en su equipo económico. Los medios de comunicación afirman que la Casa Blanca está pensando en reemplazarlo por alguien procedente de la economía real, del ámbito de la empresa.
The Wall Street Journal apuesta por Anne Mulcahy, ex consejera delegada de Xerox.
Antes de Summers dejaron sus puestos otras dos figuras relevantes del grupo de asesores económicos: Christina Romer y, sobre todo, Peter Orszag, quien gozaba de enorme influencia y poder como presidente del Comité de Presupuestos de la Casa Blanca. Aunque su dimisión no se debe estrictamente a discrepancias políticas, Orszag publicó hace pocos días un artículo en el que proponía la prolongación por daños de las ventajas fiscales aprobadas durante la Administración de Bush, a lo que se opone Obama.
Aunque la oposición republicana había pedido recientemente la dimisión de Summers, que defendió el plan de estímulo, tanto este como Orszag eran considerados rivales por el sector de izquierda del Partido Demócrata, que ve con buenos ojos su salida.
Lo mismo puede decirse del relevo de Emanuel, que se daba por hecho desde que se supo que la alcaldía de Chicago, a la que el aspira, quedará vacante el próximo año. Emanuel, cuyo papel es similar al de un primer ministro, es una figura con viejas y poderosas conexiones en Washington que le ha servido a un presidente inexperto a moverse en un terreno que apenas conocía. Pero, a cambio, Obama ha aparecido demasiado atado al liderazgo demócrata del Congreso y ha perdido la espontaneidad que mostró a lo largo de la campaña electoral.
El relevo de Emanuel, probablemente por alguien más cercano al presidente, tanto personal como intelectualmente, será una oportunidad de corregir esos problemas. La Casa Blanca admite que habrá cambios pero no ofrece pistas sobre la profundidad del giro. "Creo que en la naturaleza de un Gobierno están los relevos de personas que traen nuevos estilos, pero no creo que sea un cambio drástico", ha manifestado a The New York Times, el principal asesor político del presidente, David Axelrod.
No hay comentarios:
Publicar un comentario