Se trata de imponer transparencia y control y evitar nuevas crisis financieras
El objetivo es saber "quién hace qué, quién debe a quién y cuanto"
El objetivo es saber "quién hace qué, quién debe a quién y cuanto"
La comisión no quiere prohibir las ventas a corto pero sí poner plazos
ANDREU MISSÉ - EL PAÍS
Coincidiendo con el segundo aniversario de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, el comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, presentó ayer un plan para que "ningún mercado financiero pueda permitirse el lujo de seguir siendo como el salvaje Oeste". La realidad es que la mayor parte del territorio de las actividades financieras está dominado por las operaciones con derivados, un mercado completamente opaco cuyo volumen de negocio superó el año pasado los 600 billones de euros, unas 10 veces el PIB mundial. Una actividad que se realiza al margen de la Bolsa.
La reforma propuesta se realizará a través de dos reglamentos, uno para regular los productos derivados y otro para limitar las ventas a corto y en descubierto, que deberían entrar en vigor en el segundo semestre de 2012. Las medidas suponen la puesta en práctica de los acuerdos del G-20 y siguen los pasos ya dados por EE UU. En algunos casos, como la venta a corto y en descubierto, Bruselas intentará armonizar las medidas de los que ya se le han adelantado como fue el caso de Alemania el pasado 18 de mayo.
Los contratos derivados son operaciones financieras que toman como base la evolución del precio de materias primas, tipos de interés, valor de las monedas, probabilidad de impago de un crédito o de la deuda soberana de un país. Su origen está en las medidas de protección de los agricultores o empresarios para cubrirse de la futura evolución de los precios de las materias primas como el maíz, el trigo o el petróleo o los tipos de cambio de las monedas. En los últimos 20 años, estas operaciones han experimentado un crecimiento exponencial dedicándose a actividades especulativas que en lugar de proteger a las empresas han amplificado los efectos de la crisis hasta el punto de que se les considera como los principales responsables del descalabro financiero.
La propia Comisión reconoce que "ni los responsables políticos, ni las autoridades reguladoras, ni los propios participantes en el mercado tienen una idea global clara de lo que ocurre". Lo que Barnier persigue es "más transparencia y responsabilidad en los mercados de derivados". En el fondo, averiguar "quién hace qué, y quién debe a quién y cuánto".
Para lograr más transparencia, las operaciones con derivados deberán comunicarse a unos registros centrales de datos, denominados registros de operaciones. Las autoridades reguladoras tendrán acceso a estos registros.
Con el objeto de dar más seguridad a estas operaciones y reducir el riesgo de impago, se normalizarán los productos con determinadas características y las transacciones se realizarán a través de cámaras de compensación o contra partes centrales. Estas serán entidades interpuestas entre las dos partes que permitirán un mayor control y certeza.
En relación a las ventas a corto y en descubierto, es decir, las operaciones en las que el vendedor no posee el valor cuando efectúa la venta pero tiene la intención de adquirirlo más tarde para su entrega, Barnier es contrario a su prohibición como hizo Alemania. La Comisión requiere que para realizar una venta a corto y en descubierto, el operador debe haber tomado prestados los valores afectados o haber realizado un acuerdo para ello, de forma que pueda entregarlos a más tardar en el plazo de cuatro días después de la transacción.
Coincidiendo con el segundo aniversario de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, el comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, presentó ayer un plan para que "ningún mercado financiero pueda permitirse el lujo de seguir siendo como el salvaje Oeste". La realidad es que la mayor parte del territorio de las actividades financieras está dominado por las operaciones con derivados, un mercado completamente opaco cuyo volumen de negocio superó el año pasado los 600 billones de euros, unas 10 veces el PIB mundial. Una actividad que se realiza al margen de la Bolsa.
La reforma propuesta se realizará a través de dos reglamentos, uno para regular los productos derivados y otro para limitar las ventas a corto y en descubierto, que deberían entrar en vigor en el segundo semestre de 2012. Las medidas suponen la puesta en práctica de los acuerdos del G-20 y siguen los pasos ya dados por EE UU. En algunos casos, como la venta a corto y en descubierto, Bruselas intentará armonizar las medidas de los que ya se le han adelantado como fue el caso de Alemania el pasado 18 de mayo.
Los contratos derivados son operaciones financieras que toman como base la evolución del precio de materias primas, tipos de interés, valor de las monedas, probabilidad de impago de un crédito o de la deuda soberana de un país. Su origen está en las medidas de protección de los agricultores o empresarios para cubrirse de la futura evolución de los precios de las materias primas como el maíz, el trigo o el petróleo o los tipos de cambio de las monedas. En los últimos 20 años, estas operaciones han experimentado un crecimiento exponencial dedicándose a actividades especulativas que en lugar de proteger a las empresas han amplificado los efectos de la crisis hasta el punto de que se les considera como los principales responsables del descalabro financiero.
La propia Comisión reconoce que "ni los responsables políticos, ni las autoridades reguladoras, ni los propios participantes en el mercado tienen una idea global clara de lo que ocurre". Lo que Barnier persigue es "más transparencia y responsabilidad en los mercados de derivados". En el fondo, averiguar "quién hace qué, y quién debe a quién y cuánto".
Para lograr más transparencia, las operaciones con derivados deberán comunicarse a unos registros centrales de datos, denominados registros de operaciones. Las autoridades reguladoras tendrán acceso a estos registros.
Con el objeto de dar más seguridad a estas operaciones y reducir el riesgo de impago, se normalizarán los productos con determinadas características y las transacciones se realizarán a través de cámaras de compensación o contra partes centrales. Estas serán entidades interpuestas entre las dos partes que permitirán un mayor control y certeza.
En relación a las ventas a corto y en descubierto, es decir, las operaciones en las que el vendedor no posee el valor cuando efectúa la venta pero tiene la intención de adquirirlo más tarde para su entrega, Barnier es contrario a su prohibición como hizo Alemania. La Comisión requiere que para realizar una venta a corto y en descubierto, el operador debe haber tomado prestados los valores afectados o haber realizado un acuerdo para ello, de forma que pueda entregarlos a más tardar en el plazo de cuatro días después de la transacción.
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