Andrés Roemer / El Universal
En este espacio lo dije con todas sus letras: “Es la prohibición, ¡Estúpidos!” Ahora somos más los ciudadanos que coincidimos en ello. La despenalización de las drogas ya no es un tabú y por ello necesitamos contar con información relevante. La organización ciudadana Poder Cívico, A.C. desde hace un par de años ha realizado diversos foros e investigaciones sobre el tema. Esta es la primera entrega de algunas de sus conclusiones:
La despenalización tiene implicaciones que deben ser analizadas en múltiples ámbitos: libertad, salud pública, seguridad nacional, cuerpos de seguridad, finanzas públicas y relaciones internacionales. Es decir, exige visión integral y de Estado.
I.- LIBERTAD. Cuando se toma una copa ¿le pide permiso a alguien?, ¿le parecería racional que el gobierno decrete ilegal consumir bebidas alcohólicas?, ¿dejaría de consumirlas? Eso era lo que pretendía la Ley Seca de los años veinte en EU y es lo que pretende la prohibición de drogas en México y EU. En 1972, el Premio Nobel de Economía Milton Friedman pugnaba por la legalización de la heroína. Su argumento se sustentaba en dos razonamientos: 1) En términos de ética el Estado no tiene derecho de decirle a los ciudadanos qué hacer o qué no hacer, cada ciudadano debe decidir si quiere o no ingerir tabaco, alcohol o heroína, y 2) En términos de economía, la prohibición impone costos netos a la sociedad muy superiores a sus beneficios.
II.- SALUD PÚBLICA. Quienes se oponen a la despenalización advierten que la comercialización legal de drogas conduciría a una “epidemia” de drogadicción. ¿Realmente la criminalización del comercio de drogas inhibe el consumo?, ¿qué tan difícil es para un nuevo consumidor conseguir un “churro” o una “tacha”? Todo indica que es muy fácil. Se argumenta que con la legalización ingresarían nuevos consumidores al mercado de drogas, entre ellos jóvenes y personas de escasos recursos. Aun cuando existe esa posibilidad dicho argumento omite que bajo la suficiente prevención gubernamental, así como la solidaridad social e individual, la mayoría de los nuevos consumidores potenciales pueden ser de alguna manera disuadidos como sucede con el tabaco y drogas afines, hoy lícitas.
Además, la criminalización fomenta mercados negros donde no hay control ni garantías para los consumidores. El mercado ilícito de drogas trajo niveles de mortalidad asociadas a sobredosis y envenenamientos por el consumo de drogas “adulteradas”. Si se legalizaran todas las drogas el gobierno podría regular su distribución y venta encargándose de certificar su calidad, siguiendo normas como aquellas que rigen para la venta de bebidas alcohólicas o cigarrillos y valiéndose de los mismos canales de distribución. Con ello se reducirían las muertes por sobredosis e incluso ayudaría a reducir el ritmo de contagio de padecimientos que son transmitidos por agujas infectadas como el sida.
III.- SEGURIDAD NACIONAL. Las organizaciones criminales se dedican a varias actividades delictivas, por ello, hay quienes afirman que la despenalización sólo haría que los ahora narcotraficantes cambien de “giro”. Este argumento es falaz por dos razones: 1) La sustitución de la actividad delictiva no necesariamente se daría en la misma proporción, pues los narcotraficantes también podrían dedicarse a actividades lícitas o reorganizarse en rutas extranjeras donde prevalecen la prohibición; y 2) Otras actividades delictivas no cuentan con la misma demanda que el consumo de drogas y por lo tanto no generan las mismas ganancias.
La legalización le quitaría la mayor fuente de ingresos al crimen organizado y con ello reducir su poder para corromper –comprar– a funcionarios del gobierno. Simultáneamente, disminuirían los crímenes violentos asociados a esta actividad, 28 mil homicidios en lo va del sexenio según el Cisen.
La evidencia demuestra que cuando se legaliza algún tipo de droga (por ejemplo el alcohol en EU) no aumentan otros delitos. Además, nunca se ha ganado una batalla frente a un producto que: a) tiene demanda inelástica; y b) tiene oferta elástica (productos suplementarios) (la cocaína puede sustituir al crack). En la siguiente entrega le presentaré algunas de las conclusiones en los tres ámbitos que no hemos tocado en esta ocasión: cuerpos de seguridad, finanzas públicas y relaciones internacionales.
Elegir es renunciar. Podemos renunciar al tabú de la prohibición o renunciar a la seguridad y estabilidad que merecemos los mexicanos. ¿Qué elige usted?
Doctor en Políticas Públicas
En este espacio lo dije con todas sus letras: “Es la prohibición, ¡Estúpidos!” Ahora somos más los ciudadanos que coincidimos en ello. La despenalización de las drogas ya no es un tabú y por ello necesitamos contar con información relevante. La organización ciudadana Poder Cívico, A.C. desde hace un par de años ha realizado diversos foros e investigaciones sobre el tema. Esta es la primera entrega de algunas de sus conclusiones:
La despenalización tiene implicaciones que deben ser analizadas en múltiples ámbitos: libertad, salud pública, seguridad nacional, cuerpos de seguridad, finanzas públicas y relaciones internacionales. Es decir, exige visión integral y de Estado.
I.- LIBERTAD. Cuando se toma una copa ¿le pide permiso a alguien?, ¿le parecería racional que el gobierno decrete ilegal consumir bebidas alcohólicas?, ¿dejaría de consumirlas? Eso era lo que pretendía la Ley Seca de los años veinte en EU y es lo que pretende la prohibición de drogas en México y EU. En 1972, el Premio Nobel de Economía Milton Friedman pugnaba por la legalización de la heroína. Su argumento se sustentaba en dos razonamientos: 1) En términos de ética el Estado no tiene derecho de decirle a los ciudadanos qué hacer o qué no hacer, cada ciudadano debe decidir si quiere o no ingerir tabaco, alcohol o heroína, y 2) En términos de economía, la prohibición impone costos netos a la sociedad muy superiores a sus beneficios.
II.- SALUD PÚBLICA. Quienes se oponen a la despenalización advierten que la comercialización legal de drogas conduciría a una “epidemia” de drogadicción. ¿Realmente la criminalización del comercio de drogas inhibe el consumo?, ¿qué tan difícil es para un nuevo consumidor conseguir un “churro” o una “tacha”? Todo indica que es muy fácil. Se argumenta que con la legalización ingresarían nuevos consumidores al mercado de drogas, entre ellos jóvenes y personas de escasos recursos. Aun cuando existe esa posibilidad dicho argumento omite que bajo la suficiente prevención gubernamental, así como la solidaridad social e individual, la mayoría de los nuevos consumidores potenciales pueden ser de alguna manera disuadidos como sucede con el tabaco y drogas afines, hoy lícitas.
Además, la criminalización fomenta mercados negros donde no hay control ni garantías para los consumidores. El mercado ilícito de drogas trajo niveles de mortalidad asociadas a sobredosis y envenenamientos por el consumo de drogas “adulteradas”. Si se legalizaran todas las drogas el gobierno podría regular su distribución y venta encargándose de certificar su calidad, siguiendo normas como aquellas que rigen para la venta de bebidas alcohólicas o cigarrillos y valiéndose de los mismos canales de distribución. Con ello se reducirían las muertes por sobredosis e incluso ayudaría a reducir el ritmo de contagio de padecimientos que son transmitidos por agujas infectadas como el sida.
III.- SEGURIDAD NACIONAL. Las organizaciones criminales se dedican a varias actividades delictivas, por ello, hay quienes afirman que la despenalización sólo haría que los ahora narcotraficantes cambien de “giro”. Este argumento es falaz por dos razones: 1) La sustitución de la actividad delictiva no necesariamente se daría en la misma proporción, pues los narcotraficantes también podrían dedicarse a actividades lícitas o reorganizarse en rutas extranjeras donde prevalecen la prohibición; y 2) Otras actividades delictivas no cuentan con la misma demanda que el consumo de drogas y por lo tanto no generan las mismas ganancias.
La legalización le quitaría la mayor fuente de ingresos al crimen organizado y con ello reducir su poder para corromper –comprar– a funcionarios del gobierno. Simultáneamente, disminuirían los crímenes violentos asociados a esta actividad, 28 mil homicidios en lo va del sexenio según el Cisen.
La evidencia demuestra que cuando se legaliza algún tipo de droga (por ejemplo el alcohol en EU) no aumentan otros delitos. Además, nunca se ha ganado una batalla frente a un producto que: a) tiene demanda inelástica; y b) tiene oferta elástica (productos suplementarios) (la cocaína puede sustituir al crack). En la siguiente entrega le presentaré algunas de las conclusiones en los tres ámbitos que no hemos tocado en esta ocasión: cuerpos de seguridad, finanzas públicas y relaciones internacionales.
Elegir es renunciar. Podemos renunciar al tabú de la prohibición o renunciar a la seguridad y estabilidad que merecemos los mexicanos. ¿Qué elige usted?
Doctor en Políticas Públicas
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