Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
Con los preparativos listos para el inicio del próximo período legislativo en el Congreso de la Unión, se calienta el ambiente político y se preparan sus actores para tomar decisiones de suma importancia. Mientras tanto, los ciudadanos esperan atentos a que se satisfagan sus necesidades, porque saben que en una democracia, son la última palabra.
En el escenario nacional, dos temas dominan el centro de la preocupación de decisión política: Por un lado está el del deterioro de la economía mexicana y su incapacidad para generar, no sólo los empleos que requiere una población joven y creciente, sino también las plazas necesarias de trabajo, para resolver el desempleo y subempleo que se ha venido acumulando, especialmente en el curso de los últimos 15 años, en que ha predominado un estancamiento económico sin antecedentes en México y el consecuente crecimiento del sector informal comercial. En él se dan ventas legales, pero también abundan los productos pirata, los bienes robados, mercancía de contrabando y droga.
El problema económico es más complejo, porque entran en juego impedimentos ideológicos y percepciones diversas de cómo operan los mercados en la economía.
Por un lado está la posición de los funcionarios del Ejecutivo, que creen que los mercados nunca necesitan ayuda gubernamental para responder a las necesidades de la población, ni cuando hay recesión como ahora. Sostienen que dejados solos, éstos llegarán a una situación fortuita de buen equilibrio.
Pero la gran mayoría de los que formamos parte del Colegio Nacional de Economistas sentimos que no debe ser esa la estrategia. Ya lleva México un poco más de un cuarto de Siglo en que su economía no llega a buen puerto. En ese tiempo, de 1983 hasta la fecha, el PIB real ha crecido a una tasa anual promedio de 2.2% y en seis de esos años hemos sufrido decrecimientos en el producto e ingreso nacionales.
Previo a este período decepcionante México experimentó, durante medio siglo, crecimientos anuales del PIB real de poco más de 6% en promedio. Y eso fue en los años difíciles del mundo, entre 1932 y 1982. La diferencia fundamental, con la actual etapa, ha sido el rechazo de los personeros del Ejecutivo a utilizar los instrumentos de política económica con que cuentan para inyectar dinamismo y reactivar el mercado interno, que le urge a México.
También rechazan la utilización de los instrumentos de que disponen para contrarrestar los efectos en México de la Gran Recesión mundial, a diferencia de lo que están haciendo los países exitosos, como el grupo BRIC, bajo el liderazgo de Brasil en América Latina y de la China e India, en Asia. Hasta los Estados Unidos ha revertido su política, ligada al Consenso de Washington, que tanto daño ha causado en el mundo.
El Estado mexicano debe recuperar su carácter de rector de la economía. Debemos hacer el esfuerzo de reponernos de la contracción económica del año pasado, de 6.5% del PIB, con un mayor ritmo de crecimiento este año, para darle una importante reducción al desempleo y subempleo en el país y con ello, a la pobreza.
Debemos adecuar nuestro motor de desarrollo para que descanse en tres ejes nuevos, adicionales al que tenemos ligado a la economía norteamericana; y esos son: 1) Fortalecer el mercado interno; 2) Diseñar una nueva política fiscal-financiera; y 3) Aplicar otra política comercial y promover una importante diversificación en nuestro comercio exterior, por países, con los exitosos, y por productos, con los cereales (maíz, trigo y sorgo), que mucho beneficiaría a nuestro campo, donde hay tanta pobreza qué erradicar.
Para todo eso tenemos las políticas monetaria y crediticia, fiscal, y comercial, y la necesidad de regular los mercados, para que respeten las leyes que los rigen. Es tiempo ya de una nueva visión económica para México, incluyendo sus nexos con las demás disciplinas, importantes para la vida nacional.
Por otro lado tenemos el segundo gran reto a resolver, que es la grave falta de seguridad, con los asesinatos y secuestros en el país; las crecientes confrontaciones entre las fuerzas de orden y el crimen organizado; y las muertes de ciudadanos inocentes, que tuvieron la mala suerte de estar cerca de una de las acciones violentas.
En este tema también se perciben importantes diferencias entre los poderes. Se han dejado ver mensajes entre legislativos y personeros del ejecutivo, algunos con cierta dosis de agresión y otros más sutiles y propositivos. Pero ambos reflejan un ambiente de tensión en el Estado mexicano, e importantes discrepancias sobre la dirección que deba tomar el país y cómo responder a los retos que plantea la existencia de la droga en el mercado mexicano y su tránsito hacia los consumidores de los Estados Unidos.
En esta materia se perciben indicios de que puede haber algún avance. Recientes declaraciones del Senador Beltrones, coordinador de la bancada priista en el Senado, parecen haber suscitado una respuesta positiva del Presidente Calderón, en el sentido de abrir un diálogo constructivo con el Congreso sobre el tema. Ojalá que se pueda concretar esa interlocución, que es lo que se requiere en estos momentos de gran incertidumbre; y es lo que los mexicanos queremos.
Sin duda, no serían fáciles esas deliberaciones, pero estarían hablando y eso en sí es bueno, ya que ambas partes quieren lo mejor para México.
(*) Presidente de El Colegio Nacional de Economistas
Con los preparativos listos para el inicio del próximo período legislativo en el Congreso de la Unión, se calienta el ambiente político y se preparan sus actores para tomar decisiones de suma importancia. Mientras tanto, los ciudadanos esperan atentos a que se satisfagan sus necesidades, porque saben que en una democracia, son la última palabra.
En el escenario nacional, dos temas dominan el centro de la preocupación de decisión política: Por un lado está el del deterioro de la economía mexicana y su incapacidad para generar, no sólo los empleos que requiere una población joven y creciente, sino también las plazas necesarias de trabajo, para resolver el desempleo y subempleo que se ha venido acumulando, especialmente en el curso de los últimos 15 años, en que ha predominado un estancamiento económico sin antecedentes en México y el consecuente crecimiento del sector informal comercial. En él se dan ventas legales, pero también abundan los productos pirata, los bienes robados, mercancía de contrabando y droga.
El problema económico es más complejo, porque entran en juego impedimentos ideológicos y percepciones diversas de cómo operan los mercados en la economía.
Por un lado está la posición de los funcionarios del Ejecutivo, que creen que los mercados nunca necesitan ayuda gubernamental para responder a las necesidades de la población, ni cuando hay recesión como ahora. Sostienen que dejados solos, éstos llegarán a una situación fortuita de buen equilibrio.
Pero la gran mayoría de los que formamos parte del Colegio Nacional de Economistas sentimos que no debe ser esa la estrategia. Ya lleva México un poco más de un cuarto de Siglo en que su economía no llega a buen puerto. En ese tiempo, de 1983 hasta la fecha, el PIB real ha crecido a una tasa anual promedio de 2.2% y en seis de esos años hemos sufrido decrecimientos en el producto e ingreso nacionales.
Previo a este período decepcionante México experimentó, durante medio siglo, crecimientos anuales del PIB real de poco más de 6% en promedio. Y eso fue en los años difíciles del mundo, entre 1932 y 1982. La diferencia fundamental, con la actual etapa, ha sido el rechazo de los personeros del Ejecutivo a utilizar los instrumentos de política económica con que cuentan para inyectar dinamismo y reactivar el mercado interno, que le urge a México.
También rechazan la utilización de los instrumentos de que disponen para contrarrestar los efectos en México de la Gran Recesión mundial, a diferencia de lo que están haciendo los países exitosos, como el grupo BRIC, bajo el liderazgo de Brasil en América Latina y de la China e India, en Asia. Hasta los Estados Unidos ha revertido su política, ligada al Consenso de Washington, que tanto daño ha causado en el mundo.
El Estado mexicano debe recuperar su carácter de rector de la economía. Debemos hacer el esfuerzo de reponernos de la contracción económica del año pasado, de 6.5% del PIB, con un mayor ritmo de crecimiento este año, para darle una importante reducción al desempleo y subempleo en el país y con ello, a la pobreza.
Debemos adecuar nuestro motor de desarrollo para que descanse en tres ejes nuevos, adicionales al que tenemos ligado a la economía norteamericana; y esos son: 1) Fortalecer el mercado interno; 2) Diseñar una nueva política fiscal-financiera; y 3) Aplicar otra política comercial y promover una importante diversificación en nuestro comercio exterior, por países, con los exitosos, y por productos, con los cereales (maíz, trigo y sorgo), que mucho beneficiaría a nuestro campo, donde hay tanta pobreza qué erradicar.
Para todo eso tenemos las políticas monetaria y crediticia, fiscal, y comercial, y la necesidad de regular los mercados, para que respeten las leyes que los rigen. Es tiempo ya de una nueva visión económica para México, incluyendo sus nexos con las demás disciplinas, importantes para la vida nacional.
Por otro lado tenemos el segundo gran reto a resolver, que es la grave falta de seguridad, con los asesinatos y secuestros en el país; las crecientes confrontaciones entre las fuerzas de orden y el crimen organizado; y las muertes de ciudadanos inocentes, que tuvieron la mala suerte de estar cerca de una de las acciones violentas.
En este tema también se perciben importantes diferencias entre los poderes. Se han dejado ver mensajes entre legislativos y personeros del ejecutivo, algunos con cierta dosis de agresión y otros más sutiles y propositivos. Pero ambos reflejan un ambiente de tensión en el Estado mexicano, e importantes discrepancias sobre la dirección que deba tomar el país y cómo responder a los retos que plantea la existencia de la droga en el mercado mexicano y su tránsito hacia los consumidores de los Estados Unidos.
En esta materia se perciben indicios de que puede haber algún avance. Recientes declaraciones del Senador Beltrones, coordinador de la bancada priista en el Senado, parecen haber suscitado una respuesta positiva del Presidente Calderón, en el sentido de abrir un diálogo constructivo con el Congreso sobre el tema. Ojalá que se pueda concretar esa interlocución, que es lo que se requiere en estos momentos de gran incertidumbre; y es lo que los mexicanos queremos.
Sin duda, no serían fáciles esas deliberaciones, pero estarían hablando y eso en sí es bueno, ya que ambas partes quieren lo mejor para México.
(*) Presidente de El Colegio Nacional de Economistas
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