SANDRO POZZI - EL PAÍS
La Casa Blanca esperaba que este fuera el verano del repunte, pero el dato de empleo de julio volvió a decepcionar. En el primer mes del segundo semestre se perdieron 131.000 empleos netos. Son menos que los 221.000 puestos de trabajo destruidos en junio, dato que, tras ser revisado, dobló lo previamente anunciado.
El grueso de la crisis laboral en EE UU se atribuye a los 202.000 empleos eliminados en el sector público. Ya sucedió en junio, y tiene su origen esencialmente en el fin de la contratación vinculada a la elaboración del censo. También hace mella la reducción de empleo a nivel local y estatal por los recortes masivos del gasto e inversión pública.
El vaso también puede verse medio lleno si se tiene en cuenta que el sector privado generó 71.000 empleos, hasta los 630.000 en 2010. Es un salto alentador comparado con los 31.000 de junio. Pero Wall Street esperaba casi el doble. Y esa cifra mensual, aunque refuerza la tendencia, es pobre frente al total de población empleada en EE UU, que asciende a 138,9 millones.
La tasa de paro, entre tanto, se mantuvo estable en el 9,5%. Eso equivale a 14,6 millones de desempleados, de los que 6,6 millones llevan sin trabajar más de seis meses. Pero si a ese total se le suman los 8,5 millones forzados por sus empresas a trabajar a tiempo parcial y los 2,6 millones que no buscan empleo de forma activa, la tasa de subempleo en EE UU ronda el 16,5%.
Está por ver si el dato de empleo es lo suficientemente débil como para justificar que la Reserva Federal actúe, cuando el martes se reúna el banco central estadounidense. Por otro lado, el equipo de Barack Obama sufrió una nueva baja: Christina Romer deja la presidencia del consejo de asesores económicos.
La Casa Blanca esperaba que este fuera el verano del repunte, pero el dato de empleo de julio volvió a decepcionar. En el primer mes del segundo semestre se perdieron 131.000 empleos netos. Son menos que los 221.000 puestos de trabajo destruidos en junio, dato que, tras ser revisado, dobló lo previamente anunciado.
El grueso de la crisis laboral en EE UU se atribuye a los 202.000 empleos eliminados en el sector público. Ya sucedió en junio, y tiene su origen esencialmente en el fin de la contratación vinculada a la elaboración del censo. También hace mella la reducción de empleo a nivel local y estatal por los recortes masivos del gasto e inversión pública.
El vaso también puede verse medio lleno si se tiene en cuenta que el sector privado generó 71.000 empleos, hasta los 630.000 en 2010. Es un salto alentador comparado con los 31.000 de junio. Pero Wall Street esperaba casi el doble. Y esa cifra mensual, aunque refuerza la tendencia, es pobre frente al total de población empleada en EE UU, que asciende a 138,9 millones.
La tasa de paro, entre tanto, se mantuvo estable en el 9,5%. Eso equivale a 14,6 millones de desempleados, de los que 6,6 millones llevan sin trabajar más de seis meses. Pero si a ese total se le suman los 8,5 millones forzados por sus empresas a trabajar a tiempo parcial y los 2,6 millones que no buscan empleo de forma activa, la tasa de subempleo en EE UU ronda el 16,5%.
Está por ver si el dato de empleo es lo suficientemente débil como para justificar que la Reserva Federal actúe, cuando el martes se reúna el banco central estadounidense. Por otro lado, el equipo de Barack Obama sufrió una nueva baja: Christina Romer deja la presidencia del consejo de asesores económicos.
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