Rogelio Ramírez de la O / El Universal
Con las cifras del PIB del primer semestre podemos adelantar: (1) que aun en el momento del mayor rebote de la actividad, lo perdido en 2009 no se recuperó, y (2) el escenario de crecimiento hacia adelante es muy pobre, quizás 2%, si el petróleo no se desploma.
En este ambiente, los problemas financieros y sociales seguirían multiplicándose. Lo difícil es anticipar cuándo y cómo se presentaría una nueva crisis, provocada por pérdidas financieras y muy pobre desempeño del sector real y del empleo.
En el primer semestre vimos lo mejor del estímulo fiscal estadounidense y de una provisión de liquidez por los bancos centrales del mundo nunca vista. Estos estímulos no se pueden replicar. Y aun así, México no recuperó la pérdida de producto de 2008, mucho menos de su consumo.
Por eso el crecimiento hacia adelante se proyecta muy bajo. Hace años se estimó, entre otros por el Banco de México, que el PIB tenía un crecimiento potencial de alrededor de 4.5%. Si crecía menos, se sabía que siempre podría retornar a esta tasa de manera sostenible.
Muchos analistas todavía dan por hecho este potencial, pero lo más probable es que ya se redujo. La razón sería que, con la caída profunda de 2009, muchas empresas cerraron y otras cancelaron líneas de producción. En otras no se repusieron mediante nuevas inversiones los activos que se fueron acabando. Con anécdotas sabemos que esto ocurrió en petroquímica, textiles y, ahora, en la aviación civil. La capacidad productiva es menor que en 2008.
Algo paralelo ocurre con la fuerza laboral. Quienes han estado desempleados por seis meses a estas alturas ya es muy difícil que se puedan reinsertar al pleno empleo. Los empleadores no confían en personas desempleadas de mucho tiempo. Por otra parte, pierden habilidades por falta de práctica y actualización. Y quienes logran empleo tienen que aceptar menores sueldos.
El efecto económico es el mismo: la masa de consumidores tiene menor capacidad de compra y de pago de deudas. Por lo tanto, quienes invierten para el mercado interno tienen menor justificación para hacerlo, o bien deben reducir sus planes. El conjunto económico tiene menos potencial.
Un indicador es que no hay crédito de la banca al sector privado. Aun en 2010, a junio, siguió cayendo en -0.8%. El crédito a empresas se estancó y una razón es que los bancos no encuentran proyectos atractivos para financiar. El crédito no baja aun más porque el gobierno sigue apuntalando la vivienda. Pero ésta ya tiene un problema serio de cartera vencida.
Además de un menor potencial, la desaceleración estadounidense parece hoy mayor y más amenazante. Y la inseguridad ya golpeó el potencial. Por un lado, frenará inversiones, sobre todo en el norte. Por el otro, aumenta costos para las empresas.
Con esta evidencia es difícil justificar crecimiento alto. Hasta hace un año, muchos suponían que un rebote a 4% o 5% en el PIB era casi automático. Hoy no es así.
Hace decenios, los errores y omisiones de un gobierno explotaban en su mismo sexenio, o los presidentes en turno los precipitaban para facilitar los ajustes futuros inevitables. Carlos Salinas rompió esta regla de oro, entre otras, y trasladó la crisis a su sucesor. Hoy no sabemos si la acumulación de errores de esta administración se hará presente antes o después de su conclusión. Pero no se podrá evitar, como ha sido cuando la falta de crecimiento torna todos los demás problemas en tormenta, el de la creciente inseguridad que ya tiene peso económico y se le va a juntar.
El ajuste será más doloroso mientras más se retrase.
Analista económico
Con las cifras del PIB del primer semestre podemos adelantar: (1) que aun en el momento del mayor rebote de la actividad, lo perdido en 2009 no se recuperó, y (2) el escenario de crecimiento hacia adelante es muy pobre, quizás 2%, si el petróleo no se desploma.
En este ambiente, los problemas financieros y sociales seguirían multiplicándose. Lo difícil es anticipar cuándo y cómo se presentaría una nueva crisis, provocada por pérdidas financieras y muy pobre desempeño del sector real y del empleo.
En el primer semestre vimos lo mejor del estímulo fiscal estadounidense y de una provisión de liquidez por los bancos centrales del mundo nunca vista. Estos estímulos no se pueden replicar. Y aun así, México no recuperó la pérdida de producto de 2008, mucho menos de su consumo.
Por eso el crecimiento hacia adelante se proyecta muy bajo. Hace años se estimó, entre otros por el Banco de México, que el PIB tenía un crecimiento potencial de alrededor de 4.5%. Si crecía menos, se sabía que siempre podría retornar a esta tasa de manera sostenible.
Muchos analistas todavía dan por hecho este potencial, pero lo más probable es que ya se redujo. La razón sería que, con la caída profunda de 2009, muchas empresas cerraron y otras cancelaron líneas de producción. En otras no se repusieron mediante nuevas inversiones los activos que se fueron acabando. Con anécdotas sabemos que esto ocurrió en petroquímica, textiles y, ahora, en la aviación civil. La capacidad productiva es menor que en 2008.
Algo paralelo ocurre con la fuerza laboral. Quienes han estado desempleados por seis meses a estas alturas ya es muy difícil que se puedan reinsertar al pleno empleo. Los empleadores no confían en personas desempleadas de mucho tiempo. Por otra parte, pierden habilidades por falta de práctica y actualización. Y quienes logran empleo tienen que aceptar menores sueldos.
El efecto económico es el mismo: la masa de consumidores tiene menor capacidad de compra y de pago de deudas. Por lo tanto, quienes invierten para el mercado interno tienen menor justificación para hacerlo, o bien deben reducir sus planes. El conjunto económico tiene menos potencial.
Un indicador es que no hay crédito de la banca al sector privado. Aun en 2010, a junio, siguió cayendo en -0.8%. El crédito a empresas se estancó y una razón es que los bancos no encuentran proyectos atractivos para financiar. El crédito no baja aun más porque el gobierno sigue apuntalando la vivienda. Pero ésta ya tiene un problema serio de cartera vencida.
Además de un menor potencial, la desaceleración estadounidense parece hoy mayor y más amenazante. Y la inseguridad ya golpeó el potencial. Por un lado, frenará inversiones, sobre todo en el norte. Por el otro, aumenta costos para las empresas.
Con esta evidencia es difícil justificar crecimiento alto. Hasta hace un año, muchos suponían que un rebote a 4% o 5% en el PIB era casi automático. Hoy no es así.
Hace decenios, los errores y omisiones de un gobierno explotaban en su mismo sexenio, o los presidentes en turno los precipitaban para facilitar los ajustes futuros inevitables. Carlos Salinas rompió esta regla de oro, entre otras, y trasladó la crisis a su sucesor. Hoy no sabemos si la acumulación de errores de esta administración se hará presente antes o después de su conclusión. Pero no se podrá evitar, como ha sido cuando la falta de crecimiento torna todos los demás problemas en tormenta, el de la creciente inseguridad que ya tiene peso económico y se le va a juntar.
El ajuste será más doloroso mientras más se retrase.
Analista económico
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