viernes, 10 de septiembre de 2010

MÁS GOBIERNO ECONÓMICO

Una consecuencia de la crisis para la UE será la supervisión de los presupuestos de los socios
Una de las lecciones de la crisis para Europa es que las respuestas a los episodios de tensiones en los mercados financieros es mejor arbitrarlas de forma coordinada. De poco vale disponer de una moneda única y de una política monetaria común si las demás políticas económicas, y en particular las presupuestarias, no mantienen un mínimo suficiente de coordinación. Es lo que acaban de acordar los ministros de Economía de la UE. La unión monetaria requiere compartir algo más que principios en la orientación de las finanzas públicas.
Esa lección ha quedado clara tras las tensiones sufridas por los títulos de deuda pública de algunos países hasta el pasado mayo. La conclusión deja lugar a pocas dudas. La cesión de soberanía que incorporó la unificación monetaria es incompleta si no va acompañada de pasos en la cesión de soberanía en otros ámbitos hasta proyectar una visión de riesgo común, de forma no muy distinta a como lo hacen algunos Estados federales.
Es razonable, por tanto, que desde la Comisión Europea se trate de avanzar hacia la reducción de esa asimetría, propiciando mecanismos de coordinación propios de una unión económica. Extenderlos a la supervisión de la orientación de los presupuestos es razonable. Y también a las regulaciones tendentes a prevenir o paliar las consecuencias de futuras crisis financieras. Sería una manifiesta contradicción que algunos Gobiernos siguieran empeñados en articular mecanismos defensivos comunes frente a las crisis (como el Fondo de Estabilización Financiera aprobado en mayo) pero no estuvieran dispuestos a ceder soberanía en materia de política económica o de supervisión de las entidades financieras.
Incluso en ausencia de unión monetaria, la propia dinámica de globalización financiera aconseja poner en común mecanismos regulatorios y de supervisión como los que la Comisión Europea está ensayando. El Ejecutivo español debe apoyarlos, apostando por una mayor capacidad de gobierno económico europeo. El respaldo a esa supervisión presupuestaria, al establecimiento de tasas destinadas a asegurar la cobertura de fondos por los bancos en las crisis financieras o a la homogeneización de las regulaciones financieras darán autoridad a nuestro Gobierno a la hora de defender orientaciones de política económica adecuadas a los intereses y exigencias de la mayoría de las economías.
Fuente: El País

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