Víctor Felipe Piz / El Financiero
A Genaro Mejía, con aprecio y agradecimiento
El gobierno del presidente Felipe Calderón no ha podido aún construir una economía competitiva, pese a las reformas del sistema de pensiones, la hacendaria, la petrolera y la de las empresas públicas.
De 139 países evaluados por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), México ocupó el lugar 66 en el Índice Global de Competitividad 2010-2011, con una calificación de 4.2, la misma de los dos años previos.
Esto representa un retroceso de seis lugares respecto del sitio 60 obtenido el año anterior de un total de 133 países analizados.
Además, el país cayó de la sexta a la octava posición en América Latina y el Caribe, al ser superado por Chile (30), que sigue siendo el campeón regional; Puerto Rico (41), Barbados (43), Panamá (53), Costa Rica (56) y Brasil (58).
México, que tiene la segunda mayor economía en Latinoamérica, incluso fue rebasado por Uruguay (64), que por primera vez en la historia del ranking del WEF se colocó por arriba de nuestro país.
Ser el 66 de 139 no sólo implica estar apenas arriba de media tabla; también significa que otros países siguen ganándonos posiciones en la escala global de competitividad para el crecimiento.
De los 12 pilares en que se basa el Índice Global de Competitividad, el que presenta mayor rezago es el relativo a la eficiencia del mercado laboral, en el que México ocupa la posición 120; esto es, un retroceso de cinco lugares respecto a la evaluación anterior.
Para la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), es evidente que el marco legal en materia laboral representa un lastre para la competitividad de nuestra economía.
"Por ello, resulta urgente que se discuta y apruebe una reforma laboral de fondo, que fomente la creación de empleos formales, así como la productividad y la competitividad.
"De aprobarse una reforma laboral como la presentada por los grupos parlamentarios del PAN y que apoya la STPS, México avanzaría hasta 30 posiciones en eficiencia del mercado laboral, avance que contribuiría a un ascenso de varias posiciones en el Índice Global de Competitividad."
El segundo pilar de competitividad en el que el país tiene más rezago es el referente a las instituciones, donde ocupa el puesto 106.
En este pilar destaca el indicador del crimen organizado, en el que México se sitúa en la posición 136, casi al fondo de la tabla, siendo superado sólo por Colombia, Guatemala y El Salvador.
Agenda pendiente
Para el WEF, los factores más problemáticos para hacer negocios en el país son la ineficiente burocracia gubernamental, la corrupción, la falta de acceso al financiamiento, el crimen y el robo, así como las restrictivas regulaciones laborales.
De acuerdo con Arturo Franco, gerente regional del WEF para América Latina, Panamá, Bolivia y Paraguay son los países de la región que más avanzaron en el ranking, pero Chile, Costa Rica, Uruguay y Perú tuvieron la posibilidad de escalar o mantener su posición.
Chile, en el lugar 30, sigue siendo el campeón regional, con un buen desempeño, pese al terremoto devastador del año pasado. Chile, Puerto Rico y Barbados son los únicos tres países latinoamericanos que se encuentran entre las 50 economías más competitivas del mundo.
México y Brasil representan dos terceras partes del PIB regional y, según Franco, seguramente formarán parte de la élite económica, antes de 2050, de los diez países más grandes del mundo.
La agenda de ambos países es muy importante, afirma el gerente regional del WEF, quien dice que Brasil viene de una década de grandes avances para asegurar la estabilidad macroeconómica y la apertura de sus mercados.
Además, fortaleció sus fundamentos de competitividad, lo que le ayudó a crecer 16 lugares entre 2007 y 2009.
Sin embargo, para seguir creciendo en su competitividad Brasil debe adoptar reformas estructurales que tienen que ver con la reducción de la burocracia, la eficacia del gobierno y la calidad educativa, entre otros cambios fundamentales.
Según Franco, México también tuvo dos décadas de importantes reformas estructurales -incluso algunas se lograron en la actual administración- que le han dado mayor responsabilidad fiscal y apertura de mercados.
No obstante, su economía no ha crecido tan rápido como las de otros países, por lo que hacia adelante tiene una agenda de importantes cambios estructurales.
Para ser más competitivo, México debe flexibilizar algunos mercados como el laboral, alcanzar una mayor calidad educativa y, definitivamente, atacar el problema de la inseguridad y el Estado de derecho.
Crecimiento inercial
Para los especialistas en economía del sector privado, uno de los factores que más pueden limitar el ritmo de crecimiento durante los próximos meses, invariablemente es la falta de avances en los cambios estructurales pendientes.
Las políticas que deben aplicarse para estimular mayores niveles de inversión en el país, tanto nacional como extranjera, son fundamentalmente de carácter estructural:
Una reforma fiscal, una energética y una laboral, así como mejorar la seguridad pública y el marco regulatorio para facilitar la competencia.
Éstas y otras medidas son clave para el futuro de México, pues sin ellas el país seguirá dependiendo del ciclo económico de Estados Unidos, de los ingresos petroleros y las remesas familiares.
De lo contrario, el crecimiento de la economía mexicana en los próximos años, empezando por 2011, apenas rondará su tasa potencial de 3.5 por ciento.
En tal escenario nos tendríamos que conformar con tener un crecimiento inercial, pero mediocre, con una insuficiente creación de empleos formales o una generación concentrada en plazas eventuales.
El gobierno del presidente Felipe Calderón no ha podido aún construir una economía competitiva, pese a las reformas del sistema de pensiones, la hacendaria, la petrolera y la de las empresas públicas.
De 139 países evaluados por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), México ocupó el lugar 66 en el Índice Global de Competitividad 2010-2011, con una calificación de 4.2, la misma de los dos años previos.
Esto representa un retroceso de seis lugares respecto del sitio 60 obtenido el año anterior de un total de 133 países analizados.
Además, el país cayó de la sexta a la octava posición en América Latina y el Caribe, al ser superado por Chile (30), que sigue siendo el campeón regional; Puerto Rico (41), Barbados (43), Panamá (53), Costa Rica (56) y Brasil (58).
México, que tiene la segunda mayor economía en Latinoamérica, incluso fue rebasado por Uruguay (64), que por primera vez en la historia del ranking del WEF se colocó por arriba de nuestro país.
Ser el 66 de 139 no sólo implica estar apenas arriba de media tabla; también significa que otros países siguen ganándonos posiciones en la escala global de competitividad para el crecimiento.
De los 12 pilares en que se basa el Índice Global de Competitividad, el que presenta mayor rezago es el relativo a la eficiencia del mercado laboral, en el que México ocupa la posición 120; esto es, un retroceso de cinco lugares respecto a la evaluación anterior.
Para la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), es evidente que el marco legal en materia laboral representa un lastre para la competitividad de nuestra economía.
"Por ello, resulta urgente que se discuta y apruebe una reforma laboral de fondo, que fomente la creación de empleos formales, así como la productividad y la competitividad.
"De aprobarse una reforma laboral como la presentada por los grupos parlamentarios del PAN y que apoya la STPS, México avanzaría hasta 30 posiciones en eficiencia del mercado laboral, avance que contribuiría a un ascenso de varias posiciones en el Índice Global de Competitividad."
El segundo pilar de competitividad en el que el país tiene más rezago es el referente a las instituciones, donde ocupa el puesto 106.
En este pilar destaca el indicador del crimen organizado, en el que México se sitúa en la posición 136, casi al fondo de la tabla, siendo superado sólo por Colombia, Guatemala y El Salvador.
Agenda pendiente
Para el WEF, los factores más problemáticos para hacer negocios en el país son la ineficiente burocracia gubernamental, la corrupción, la falta de acceso al financiamiento, el crimen y el robo, así como las restrictivas regulaciones laborales.
De acuerdo con Arturo Franco, gerente regional del WEF para América Latina, Panamá, Bolivia y Paraguay son los países de la región que más avanzaron en el ranking, pero Chile, Costa Rica, Uruguay y Perú tuvieron la posibilidad de escalar o mantener su posición.
Chile, en el lugar 30, sigue siendo el campeón regional, con un buen desempeño, pese al terremoto devastador del año pasado. Chile, Puerto Rico y Barbados son los únicos tres países latinoamericanos que se encuentran entre las 50 economías más competitivas del mundo.
México y Brasil representan dos terceras partes del PIB regional y, según Franco, seguramente formarán parte de la élite económica, antes de 2050, de los diez países más grandes del mundo.
La agenda de ambos países es muy importante, afirma el gerente regional del WEF, quien dice que Brasil viene de una década de grandes avances para asegurar la estabilidad macroeconómica y la apertura de sus mercados.
Además, fortaleció sus fundamentos de competitividad, lo que le ayudó a crecer 16 lugares entre 2007 y 2009.
Sin embargo, para seguir creciendo en su competitividad Brasil debe adoptar reformas estructurales que tienen que ver con la reducción de la burocracia, la eficacia del gobierno y la calidad educativa, entre otros cambios fundamentales.
Según Franco, México también tuvo dos décadas de importantes reformas estructurales -incluso algunas se lograron en la actual administración- que le han dado mayor responsabilidad fiscal y apertura de mercados.
No obstante, su economía no ha crecido tan rápido como las de otros países, por lo que hacia adelante tiene una agenda de importantes cambios estructurales.
Para ser más competitivo, México debe flexibilizar algunos mercados como el laboral, alcanzar una mayor calidad educativa y, definitivamente, atacar el problema de la inseguridad y el Estado de derecho.
Crecimiento inercial
Para los especialistas en economía del sector privado, uno de los factores que más pueden limitar el ritmo de crecimiento durante los próximos meses, invariablemente es la falta de avances en los cambios estructurales pendientes.
Las políticas que deben aplicarse para estimular mayores niveles de inversión en el país, tanto nacional como extranjera, son fundamentalmente de carácter estructural:
Una reforma fiscal, una energética y una laboral, así como mejorar la seguridad pública y el marco regulatorio para facilitar la competencia.
Éstas y otras medidas son clave para el futuro de México, pues sin ellas el país seguirá dependiendo del ciclo económico de Estados Unidos, de los ingresos petroleros y las remesas familiares.
De lo contrario, el crecimiento de la economía mexicana en los próximos años, empezando por 2011, apenas rondará su tasa potencial de 3.5 por ciento.
En tal escenario nos tendríamos que conformar con tener un crecimiento inercial, pero mediocre, con una insuficiente creación de empleos formales o una generación concentrada en plazas eventuales.
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