Luis Miguel González / El Economista
Ciudad Juárez aspira a ser parte de una metrópoli binacional reconocida por su competitividad y eficiencia. Cuenta con la mejor infraestructura de parques industriales de México y es una de las cinco ciudades del mundo con más plantas maquiladoras. Capta tanta inversión extranjera como Monterrey y realiza 10 por ciento de todas las importaciones de la economía mexicana.
Allí están empresas como el fabricante de motores Cummins; la médica Cordis y la electrónica Flextronics.
Los juarenses quisieran ser reconocidos por su industriosidad y empuje empresarial, pero la violencia se traga gran parte de ese esfuerzo. Violencia, feminicidios y ejecuciones son el primer concepto que uno asocia a Ciudad Juárez. El crimen provoca más noticia que las empresas y genera estereotipos. Viaje a la ciudad más violenta del mundo: Ciudad Juárez, titulaba una crónica en un diario español. El escritor chileno Roberto Bolaño situó ahí su gran novela 2666. Le llamó Santa Teresa y con ella creó una metáfora para describir el enorme precio que se paga por ignorar el horror cercano.
Tenemos dos Juárez. Una representa un milagro económico. Una ciudad sin recursos naturales produce 45 por ciento del PIB de Chihuahua y es la séptima urbe del país. Esa misma ciudad es el infierno de la violencia. En 2009 hubo allí más de 2,500 muertes violentas.
¿Qué más da si se trata del número Uno, dos o tres del Mundo? “La única duda al amanecer en Ciudad Juárez es cuántos muertos habrá ese día, qué edad tendrán las víctimas o cómo las matarán”, escribía Pablo Ordaz en El País.
No son dos Juárez. Es una sola, que ya no puede con sus contradicciones. La sangre de la violencia es el lubricante de grandes negocios, pero la economía negra se está tragando a las actividades lícitas. ¿Cuántos muertos más se necesitan para descarrilar el tren de las inversiones económicas? La inseguridad ha provocado el cierre de cinco mil negocios y forzado la migración de cien mil personas, dijo a El Economista el presidente de Coparmex Chihuahua, César Chávez.
Las grandes multinacionales siguen confiando en Juárez como destino de inversión, pero esto podía cambiar. La violencia impidió, recientemente, que se instalara en Juárez una gran empresa de tratamiento médico, basado en células madre. Para captar esa inversión no fue suficiente contar con la ventaja geográfica de cercanía a la frontera, ni otras ventajas específicas como credencialización médica y haber recibido el certificado de corredor biotecnológico, en julio de 2009.
Los secuestros van a la baja, pero las extorsiones aumentan. Los empresarios deben pagar desde 3 mil hasta 50 mil pesos a la semana, denuncia el presidente de la Canaco Chihuahua, Ramiro Arroyo.
¿Cómo se pone fin a una pesadilla? El asesinato de los 14 jóvenes del bachillerato es apenas un cuadro más en una galería del terror. Uno de los peores retratos, que tuvo el mérito de obligarnos a mirar. No podemos mirar a otro lado. Esto vale para autoridades, medios de comunicación y personas de buena fe. No hay milagro económico que se sostenga sin paz.
Allí están empresas como el fabricante de motores Cummins; la médica Cordis y la electrónica Flextronics.
Los juarenses quisieran ser reconocidos por su industriosidad y empuje empresarial, pero la violencia se traga gran parte de ese esfuerzo. Violencia, feminicidios y ejecuciones son el primer concepto que uno asocia a Ciudad Juárez. El crimen provoca más noticia que las empresas y genera estereotipos. Viaje a la ciudad más violenta del mundo: Ciudad Juárez, titulaba una crónica en un diario español. El escritor chileno Roberto Bolaño situó ahí su gran novela 2666. Le llamó Santa Teresa y con ella creó una metáfora para describir el enorme precio que se paga por ignorar el horror cercano.
Tenemos dos Juárez. Una representa un milagro económico. Una ciudad sin recursos naturales produce 45 por ciento del PIB de Chihuahua y es la séptima urbe del país. Esa misma ciudad es el infierno de la violencia. En 2009 hubo allí más de 2,500 muertes violentas.
¿Qué más da si se trata del número Uno, dos o tres del Mundo? “La única duda al amanecer en Ciudad Juárez es cuántos muertos habrá ese día, qué edad tendrán las víctimas o cómo las matarán”, escribía Pablo Ordaz en El País.
No son dos Juárez. Es una sola, que ya no puede con sus contradicciones. La sangre de la violencia es el lubricante de grandes negocios, pero la economía negra se está tragando a las actividades lícitas. ¿Cuántos muertos más se necesitan para descarrilar el tren de las inversiones económicas? La inseguridad ha provocado el cierre de cinco mil negocios y forzado la migración de cien mil personas, dijo a El Economista el presidente de Coparmex Chihuahua, César Chávez.
Las grandes multinacionales siguen confiando en Juárez como destino de inversión, pero esto podía cambiar. La violencia impidió, recientemente, que se instalara en Juárez una gran empresa de tratamiento médico, basado en células madre. Para captar esa inversión no fue suficiente contar con la ventaja geográfica de cercanía a la frontera, ni otras ventajas específicas como credencialización médica y haber recibido el certificado de corredor biotecnológico, en julio de 2009.
Los secuestros van a la baja, pero las extorsiones aumentan. Los empresarios deben pagar desde 3 mil hasta 50 mil pesos a la semana, denuncia el presidente de la Canaco Chihuahua, Ramiro Arroyo.
¿Cómo se pone fin a una pesadilla? El asesinato de los 14 jóvenes del bachillerato es apenas un cuadro más en una galería del terror. Uno de los peores retratos, que tuvo el mérito de obligarnos a mirar. No podemos mirar a otro lado. Esto vale para autoridades, medios de comunicación y personas de buena fe. No hay milagro económico que se sostenga sin paz.
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