domingo, 28 de febrero de 2010

CHINA Y EU EL DILEMA DE JAPÓN

Monserrat Loyde / El Universal
El mes pasado se cumplieron 50 años de la firma del Tratado de Seguridad entre EU y Japón que permitío tejer la alianza de cooperación militar y política para defender la isla —y de los intereses norteamericanos— con la concesión de bases áereas y navales de marines en Okinawa. El Tratado fuera de las fronteras de Japón es también considerado un mecanismo de defensa para Asia-Pacífico.
Días previos al aniversario, los países se reunieron en Honolulú, Hawai, para refrendar el acuerdo. En la prensa y en la opinión pública se habló de la relocalización de la estación del cuerpo aéreo de marines Funtenma en Ginowan, Okinawa, acordada en 2006 pero que el gobierno de Yukio Hatoyama decidió no resolver hasta mayo próximo. Algunos líderes del Partido Democrático, hasta hace poco en la oposición, abogaron por un equilibrio de la alianza e incluso por un retiro gradual de las bases americanas.
Hilary Clinton dijo en conferencia de prensa que “la alianza con Japón es la piedra angular en el compromiso de EU y el pilar esencial en la arquitectura de la región”, y subrayó que el pacto de seguridad “no está dirigido contra ningún adversario”. Pero el discurso cobra relevancia por la necesidad de reconfigurar esa alianza en los términos que supone el ascenso de China, no sólo como poder económico. También, es un posicionamiento de los intereses norteamericanos en la región ante los nuevos líderes japoneses.
Las relaciones entre Japón y China históricamente han sido antagónicas en la esfera política, pero de cooperación y dependencia en la económica. Sus líderes pueden estabilizar las relaciones, o afectar la seguridad y la paz de las mismas. Al asumir el poder, el Primer Ministro japonés manifestó el deseo de recomponer el vínculo con China. Su discurso le ha dado enfásis a lo económico. Para los escépticos, hablar de una nueva “relación estratégica recíproca” con China y de fortalecer la presencia japonesa en la región con mecanismos bilaterales, trilaterales y multilaterales, en lo que llamó la “Comunidad del Este de Asia”, pueden ser meros signos retóricos. Pero los encuentros en el marco de la Asociación del Sudeste de Asia más 3 (Japón, China y Corea) sin la presencia de EU serían muestra positiva en la reorientación de esas relaciones.
Sin embargo, llama la atención que en un sondeo del gobierno, previo a la elección, el 76.4% respondió que la alianza con Washington ha sido útil, el 73% afirmó que siente cercanía con los estadunidenses y el 66.6% se oponía a una alianza con Pekín. Queda claro que desde la posguerra y paradojicamente con la derrota a manos de Estados Unidos, los japoneses aceptan y perciben con más confianza esa alianza que una hipotética con China.
No hay duda de que el poder económico chino tiene importancia mundial. En los años de su “milagro” Japón fue llamado el “gigante de Asia”; ahora ese mote es para China. Se dice que lo reemplazará como la segunda economía del mundo y que por tanto hoy en día el diálogo con China en asuntos globales y regionales es indispensable, y se espera a que tome el timon hegemónico en el este de Asia.
Tokio hasta la fecha ha sido el interlocutor asiático de Washington. Ahora con Pekín hay un diálogo más allá del comercio y las finanzas, sobre las armas nucleares, el terrorismo, el cambio climático y la seguridad regional con el problema norcoreano. Pero Japón es aún la segunda economía del mundo y el segundo contribuyente financiero en la mayoría de los organismos internacionales, incluyendo la ONU, el FMI y el BM. Es el primer socio comercial asiático de Estados Unidos; y tiene a China como su mayor socio.
Hasta el ascenso económico chino, Japón y EU eran los dos poderes indisputados en la región. Pero hay temas críticos que pueden medir las fuerzas de las alianzas bilaterales entre los tres: Taiwan, por ejemplo. Para China es un tema estratégico que defiende como un asunto interno y de interés nacional. Ha dejado claro que no dará paso a ninguna negociación.
El anuncio de la venta de armas a Taiwan puede ser una sacudida en las relaciones sino-estadounidenses. La alianza de Japón con Estados Unidos es indispensable para la presencia militar en Asia Pacífico, y la amenaza de China a sus intereses es real. La rivalidad resulta estratégica para Washington, puesto que en los temas de seguridad regional Tokio está atado a un pacto que lo convierte en un aliado natural.
Se antoja difícil que Japón redefina su papel entre ambos poderes y sirva de estabilizador en las relaciones que se tejen entre Estados Unidos y China. El acercamiento del Primer Ministro Hatoyama hacia China aún no puede ser interpretado como una seña para dejar atrás la llamada “media década perdida” de la era Koizumi.

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