Orlando Delgado Selley / El Universal
2009 fue para muchos un año complicado. Lo fue para los cientos de miles de familias mexicanas que viven de las remesas que reciben de sus familiares provenientes de Estados Unidos y Canadá; lo fue para quienes perdieron el empleo porque las empresas en las que trabajaban tuvieron que reducir sus actividades o incluso cerraron; lo fue también para quienes exportaban manufacturas y el mercado se cerró. Para los banqueros, en cambio, el año no sólo no fue malo, sino que incluso resultó un buen año. El Banco Santander, por ejemplo, hizo públicos sus resultados de operación en México para 2009, indicando que sus utilidades crecieron 38.7 por ciento al pasar de 8 mil 525 millones a 11 mil 825 millones de pesos.
A nivel mundial este grupo financiero tuvo utilidades que resultaron uno por ciento mayores que las de 2008. Santander México es la séptima plaza más importante del grupo, aportándole 12 por ciento de sus operaciones. Este banco en México ganó más dinero, pese a que en 2009 las actividades económicas decrecieron cerca de 7 por ciento, lo que provocó que una porción importante de los acreditados enfrentara problemas para cumplir con sus compromisos de pago. Como resultado de la crisis, el banco reconoció que la cartera de crédito vigente disminuyó 8.2 por ciento en el año y la de tarjeta de crédito lo hizo en 20 por ciento. Para los directivos del banco la explicación de los buenos resultados está en que se redujeron en 378 millones de pesos, 2.3 por ciento.
La explicación, sin embargo, no es tan sencilla. Los resultados de un banco se explican, primero, por la diferencia entre los intereses cobrados y los intereses pagados, menos las reservas por los riesgos crediticios. Esta diferencia constituye el margen financiero ajustado por riesgos crediticios. Una segunda operación consiste en sumar las comisiones y tarifas cobradas y restarle las pagadas, lo que da el resultado por intermediación. Un tercer paso es incorporar los otros ingresos por operación, lo que permite obtener los ingresos totales de la operación bancaria. Al restarle a estos ingresos totales los gastos por administración y promoción, aparecen los resultados de operación, que al agregarle los ingresos por otros productos menos los otros gastos genera el resultado bruto. Luego, por supuesto, hay que descontar los impuestos que se pagan, para que se tengan los resultados netos.
Cuando un banco incrementa sus utilidades es obvio que aumentaron sus ingresos más que sus gastos y estos ingresos derivan de la diferencia entre intereses cobrados y pagados, junto con las comisiones y tarifas netas cobradas. Éstos son los renglones fundamentales de sus ingresos netos. En condiciones difíciles para una economía, que a una empresa le vaya bien significa que aumentó el margen con el que opera. Se ha documentado que los bancos en México cobran tasas de interés y comisiones y tarifas superiores a las que existen en otros países.
Por eso, los banqueros dicen que “México es un país que permite ganar dinero” y, en efecto, lo es ya que la autoridad financiera no se ocupa de controlar el margen con el que operan los bancos. El sistema bancario que opera en México, no padeció las consecuencias del funcionamiento de un nuevo modelo de operación bancaria, el de “originar y distribuir”. No las sufrió porque el crédito que otorgan es reducido. Sin embargo, logró resultados verdaderamente espectaculares debido a que operan con un margen de intermediación muy amplio ya que pagan una tasa impositiva menor a la que se paga en otros países.
Por eso los bancos comerciales no sufren las consecuencias de una recesión que ha golpeado no sólo a la economía, sino –y eso es lo que importa– a un amplio sector de la población. Los mexicanos han enfrentado, y lo siguen haciendo, una situación difícil, en la que se han reducido sustancialmente sus ingresos. Los bancos han ganado incrementando lo que le cobran a los que tienen crédito, lo que ha castigado la capacidad de pago menguada ya por la crisis. Por eso las palabras de Mick the Knife, el personaje de la ópera de Brecht, siguen siendo precisas: “¿Qué es un asalto comparado con la fundación de un banco?”
2009 fue para muchos un año complicado. Lo fue para los cientos de miles de familias mexicanas que viven de las remesas que reciben de sus familiares provenientes de Estados Unidos y Canadá; lo fue para quienes perdieron el empleo porque las empresas en las que trabajaban tuvieron que reducir sus actividades o incluso cerraron; lo fue también para quienes exportaban manufacturas y el mercado se cerró. Para los banqueros, en cambio, el año no sólo no fue malo, sino que incluso resultó un buen año. El Banco Santander, por ejemplo, hizo públicos sus resultados de operación en México para 2009, indicando que sus utilidades crecieron 38.7 por ciento al pasar de 8 mil 525 millones a 11 mil 825 millones de pesos.
A nivel mundial este grupo financiero tuvo utilidades que resultaron uno por ciento mayores que las de 2008. Santander México es la séptima plaza más importante del grupo, aportándole 12 por ciento de sus operaciones. Este banco en México ganó más dinero, pese a que en 2009 las actividades económicas decrecieron cerca de 7 por ciento, lo que provocó que una porción importante de los acreditados enfrentara problemas para cumplir con sus compromisos de pago. Como resultado de la crisis, el banco reconoció que la cartera de crédito vigente disminuyó 8.2 por ciento en el año y la de tarjeta de crédito lo hizo en 20 por ciento. Para los directivos del banco la explicación de los buenos resultados está en que se redujeron en 378 millones de pesos, 2.3 por ciento.
La explicación, sin embargo, no es tan sencilla. Los resultados de un banco se explican, primero, por la diferencia entre los intereses cobrados y los intereses pagados, menos las reservas por los riesgos crediticios. Esta diferencia constituye el margen financiero ajustado por riesgos crediticios. Una segunda operación consiste en sumar las comisiones y tarifas cobradas y restarle las pagadas, lo que da el resultado por intermediación. Un tercer paso es incorporar los otros ingresos por operación, lo que permite obtener los ingresos totales de la operación bancaria. Al restarle a estos ingresos totales los gastos por administración y promoción, aparecen los resultados de operación, que al agregarle los ingresos por otros productos menos los otros gastos genera el resultado bruto. Luego, por supuesto, hay que descontar los impuestos que se pagan, para que se tengan los resultados netos.
Cuando un banco incrementa sus utilidades es obvio que aumentaron sus ingresos más que sus gastos y estos ingresos derivan de la diferencia entre intereses cobrados y pagados, junto con las comisiones y tarifas netas cobradas. Éstos son los renglones fundamentales de sus ingresos netos. En condiciones difíciles para una economía, que a una empresa le vaya bien significa que aumentó el margen con el que opera. Se ha documentado que los bancos en México cobran tasas de interés y comisiones y tarifas superiores a las que existen en otros países.
Por eso, los banqueros dicen que “México es un país que permite ganar dinero” y, en efecto, lo es ya que la autoridad financiera no se ocupa de controlar el margen con el que operan los bancos. El sistema bancario que opera en México, no padeció las consecuencias del funcionamiento de un nuevo modelo de operación bancaria, el de “originar y distribuir”. No las sufrió porque el crédito que otorgan es reducido. Sin embargo, logró resultados verdaderamente espectaculares debido a que operan con un margen de intermediación muy amplio ya que pagan una tasa impositiva menor a la que se paga en otros países.
Por eso los bancos comerciales no sufren las consecuencias de una recesión que ha golpeado no sólo a la economía, sino –y eso es lo que importa– a un amplio sector de la población. Los mexicanos han enfrentado, y lo siguen haciendo, una situación difícil, en la que se han reducido sustancialmente sus ingresos. Los bancos han ganado incrementando lo que le cobran a los que tienen crédito, lo que ha castigado la capacidad de pago menguada ya por la crisis. Por eso las palabras de Mick the Knife, el personaje de la ópera de Brecht, siguen siendo precisas: “¿Qué es un asalto comparado con la fundación de un banco?”
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