En el mundo de los negocios, al
país más poderoso le preocupa lo que hace un habitante del tercer mundo, el
magnate Carlos Slim Helú, considerado el hombre más rico del planeta por la
revista Forbes. ¿Qué hace Slim en Estados Unidos y Puerto Rico que
inquieta a las autoridades del Departamento de Justicia? Además de convertirse
en el quinto operador de servicios prepagados de telecomunicaciones, exporta su
modelo de filantropía para ampliar sus mercados y consolidarse como un poderoso
grupo inmobiliario en el corazón de Nueva York.
Para empezar, en Puerto Rico, en
donde Slim es propietario de la Compañía Telefónica a través de América Móvil,
influye en la política de telecomunicaciones al poner en tela de juicio
las disposiciones y subsidios para la población marginada. En ese
mercado, en donde después de una gran batalla frente a otras telefónicas logró
la autorización para ofrecer televisión, Slim contrató al influyente despacho
de abogados y especialistas en cabildeo Wiley Rein, para demostrar que
sobrepagó 2 mil millones de dólares por los activos de la telefónica PRT y del
Grupo Claro y que hoy tendría que comenzar a reducir los subsidios contemplados
en las legislaciones locales.
El hombre
que estaría beneficiando a Slim en esta batalla es Henry Rivera, excomisionado
de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos y miembro de Wiley
Rein, quien sostiene la necesidad de que ese país garantice el acceso en Puerto
Rico a los servicios de banda ancha.
El 4 de
febrero de 2011, el Departamento de Justicia de Estados Unidos autorizó a
América Móvil para participar en Puerto Rico en la licitación de la banda del
espectro radioeléctrico en los 700 megahertz, lo que le permitiría ofrecer
servicios de banda ancha (voz, datos y video). Sin embargo, las prácticas
de negocio de América Móvil en esa isla están generando muchos problemas. Para
empezar, la Junta Reglamentadora de Telecomunicaciones de Puerto Rico encontró
que la compañía de Slim habría incurrido en varias irregularidades, que van
desde subsidios cruzados en sus operaciones hasta la construcción sin
autorización de su red.
Slim
ahora está bajo la mira de las autoridades estadunidenses: es investigado por
diferentes instancias, para conocer el origen de sus recursos y confirmar que
se trata de dinero lícito; con ello descartar que las telecomunicaciones de su
país y países como Puerto Rico, bajo la figura de un protectorado, se
encuentran a salvo.
Como en
la película Wall Street, el expediente judicial en el que se reúne la
información resultado de la investigación de las actividades empresariales del
entramado de compañías de Carlos Slim y su familia ya se conoce como ballena.
En
Estados Unidos no sólo les preocupa la influencia de los negocios de Slim en el
rumbo de la economía mexicana. Más allá del movimiento Dos Países Una Voz
(pagado para desprestigiar a Slim, de acuerdo con las declaraciones de su yerno
Alfredo Elías Ayub), en Estados Unidos las autoridades regulatorias del sector
de las telecomunicaciones mantienen bajo la lupa las actividades de
Slim. No fueron pocas las ocasiones que el presidente y fundador del Grupo
Carso intentó sin éxito adquirir operadores estadunidenses en este sector.
Finalmente,
en 2006 adquirió una parte de las operaciones de Verizon para fortalecer la
expansión de América Móvil en Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y El
Caribe. Antes, Slim compró al proveedor de servicios de internet, Prodigy, así
como negocios en el segmento de directorios telefónicos. En Estados Unidos, la huella
de Carlos Slim comienza a expandirse y esto preocupa a las autoridades de
ese país: las oficinas de investigación e inteligencia policial investigan
todos sus negocios, inversiones y hasta su flota aérea en busca de operaciones
ilegales que lo puedan vincular con los delitos de lavado de dinero o
fraude financiero.
Recientemente,
con la compra de Tracfone, que ofrece servicios prepagados de telefonía, Slim
ha asestado duros golpes a empresas telefónicas estadunidenses. Su
negocio ha crecido más rápido que el de sus competidores ATT y Verizon. Además,
en medio de la crisis europea, el magnate mexicano aprovecha los problemas de
liquidez para salir de compras en el sector de las telecomunicaciones. Hace
apenas unos meses anunció que compraría Simple Mobile, un operador móvil
virtual, con lo que agregará 1 millón de suscriptores de T-Mobile, filial de
Deutsche Telekom.
En
Estados Unidos, el negocio de Carlos Slim en el segmento de servicios
prepagados de telecomunicaciones registra las mayores tasas de crecimiento. En
ese país estiman que esta operación dará a Slim la posibilidad de acelerar su
crecimiento en un mercado en donde la regulación es más estricta que en México.
A este empresario de origen libanés ya se le conoce como el padre del
prepago (servicio que permite a clientes de escasos recursos adquirir
tiempo aire, servicios de internet y productos en línea).
Así, Slim
está exportando su modelo de negocios a México, que incluye sus acciones
filantrópicas: a través de la fundación Connect2Compete, depositó en un fondo
hasta 4 millones de dólares para apoyar a familias latinas para que tengan
acceso a servicios de telecomunicaciones.
Además
fortalece su presencia en Puerto Rico, lo que también mantiene atentos a
reguladores y autoridades: la empresa NatTel pidió a la Comisión Federal de
Telecomunicaciones de Estados Unidos que se transparentara la
participación de la familia Slim en la principal empresa de telecomunicaciones,
Compañía Telefónica de Puerto Rico.
El
movimiento anti-Slim
La
presencia de Slim en Estados Unidos ha crecido tanto que hasta el movimiento
social Occupy Wall Street (OWS) dirigió sus protestas en contra del empresario
mexicano, de quien demandan deje de invertir en ese país. Hace unos días, OWS y
el movimiento Dos Países Una Voz se reunieron en Nueva York en un acto de
protesta contra Slim, a quien señalaron como uno de los culpables de la pobreza
en México, por promover prácticas monopólicas que han generado servicios de
telecomunicaciones caros e ineficientes.
En la
protesta participaron algunos de los estudiantes y jóvenes mexicanos del
movimiento Yo Soy 132, e incluso congresistas de origen hispano, como Adriano
Espaillat, senador por Nueva York.
Así, días
antes de que el gobierno mexicano anunciara el “rescate” de la banda 2.5
gigahertz –valuada en 2 mil 500 millones de dólares–, OWS, el movimiento Yo Soy
132 y congresistas estadunidenses dijeron que su manifestación buscaba iniciar
una acción contra “vampiros que ejercen monopolios” y que han dañado a la
economía mexicana.
A Carlos
Slim lo llamaron el hombre más rico del 1 por ciento y reprocharon a la
Universidad George Washington por haber entregado un reconocimiento al magnate
mexicano. Alfredo Elías Ayub consideró que las quejas contra el modelo de
negocios de Slim no son graves y aseguró que se trató de “acarreados”, a
quienes se les pagaron entre 30 y 40 dólares por manifestarse. La protesta tuvo
lugar frente a la cadena de tiendas departamentales Saks, en donde Slim es
accionista.
Ésta no
es la primera vez en que congresistas de Estados Unidos señalan a Slim y a su
modelo económico como responsable de problemas estructurales en México, uno de
ellos, la pobreza. El senador por Vermont, Vernie Sanders, aseguró que el
Tratado de Libre Comercio con México no sólo ha generado rezagos en el sector
agrícola, sino que ha contribuido a incrementar la riqueza de personajes como
Carlos Slim.
El
crecimiento económico del magnate mexicano va a la par del aumento de rechazo
en su contra en donde crecen sus inversiones, pero si algo debe de preocuparle
en realidad a Slim es que sea el gobierno de Washington el que le haya puesto
la mira para frenar su presencia en Estados Unidos y en otros países que
considera clave para su expansión. Más aún, cuando todos sabemos que si algo
incomoda a Estados Unidos y que según ellos pone en riesgo su seguridad
nacional, lo que menos importa es la ética o la aplicación de la ley, sino
frenar a cualquier precio a quien consideran un peligro para mantener el control
de los sectores estratégicos, como en este caso el de las telecomunicaciones.
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