Samuel
García / 24 Horas El Diario sin Límites
Entre
muchos otros asuntos pendientes, el cambio de gobierno el próximo 1 de
diciembre también implicará -de seguir la costumbre- el relevo en la
presidencia de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, CNBV, que es el
órgano regulador y supervisor del sistema bancario y bursátil del país.
Allí se
elaboran las reglas con las que operan los bancos, se supervisa que las cumplan
y se analiza e implementan directrices para el sano desarrollo del sistema
bancario y bursátil. Por eso la CNBV no sólo es el “policía” de los bancos, de
las casas de cambio, de las cajas de ahorro, o de las sofoles; sino también es
quien les impone las reglas para evitar crisis financieras de grandes
proporciones. Y como añadido, no se puede olvidar que los funcionarios de la
Comisión tienen acceso a información delicada y de alto impacto no sólo
financiero, sino también político.
Pues
bien, el relevo en la CNBV implica todo eso y más, de allí la importancia
estratégica de esta posición en el organigrama del sistema financiero del país.
En las
últimas dos décadas, y a raíz de la crisis de 1994-95, la Comisión ha adquirido
una importancia, y notoriedad, nunca antes conocida. Los funcionarios que
asumieron la titularidad de la CNBV en estas dos últimas décadas se han
caracterizado por su alta competencia profesional y sus limitantes más bien han
residido en el estrecho marco jurídico-institucional que alberga a la Comisión
y que debe ser revisado con urgencia. Allí estuvieron Eduardo Fernández,
Jonathan Davis, Roberto del Cueto y, ahora, Guillermo Babatz.
La
designación del nuevo titular de la CNBV la hará -con la venia presidencial- el
nuevo secretario de Hacienda, cargo que probablemente recaiga en Luis
Videgaray o, si Enrique Peña Nieto se decide por la continuidad en
el primer tramo de su gobierno, podríamos seguir viendo allí al actual
secretario José Antonio Meade.
En
cualquier caso habrá que ver si el actual presidente Guillermo Babatz
está interesado en continuar con el encargo -lo que se sería deseable a fin de
dar continuidad a la consolidación institucional y organización que inició- y
si efectivamente Videgaray tiene algún otro candidato en ciernes.
El caso
es que con Babatz o con algún otro presidente la CNBV debe ser fortalecida. La
coyuntura actual de crisis bancaria global, la fuerte presencia de grandes
bancos multinacionales en el país y la necesidad de rediseñar una política y
estructura financiera que sean verdadero soporte del crecimiento económico, son
factores que obligan a relanzar una CNBV con mayores atributos que la actual. Y
con esos retos encima el titular de la CNBV requiere de liderazgo,
reconocimiento técnico-profesional y “expertise” del sector financiero.
La
Comisión, al igual que el Banco de México, debe ser un centro generador de
perfiles profesionales de alto nivel. Es decir, debe ser concebida como un
organismo especializado para hacer carrera de largo plazo, con cuadros sólidos,
de prestigio profesional, y con remuneraciones competitivas acordes a su labor
y especialización. Por ello apostar por la continuidad debe ser siempre la
mejor opción en un organismo técnico que produce sus propios cuadros de
dirección.
Ahora
será Luis Videgaray quien decida el perfil del titular de la CNBV y, con
ello, definirá lo que pretende construir.
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