Samuel García / 24 Horas
El Diario sin Límites
A propósito del anuncio que hizo ayer el presidente Felipe Calderón, el columnista del Miami Herald, Andrés Oppenheimer, escribió en su cuenta de Twitter: “Nuevo descubrimiento de petróleo en México puede ser mala noticia. Puede retrasar apertura de Pemex”.
Es
probable que muchos más piensen lo mismo que Oppenheimer por una razón: la
historia reciente de la política energética en México nos dice que cualquier
buena noticia en materia petrolera juega en contra de hacer de Pemex una
empresa bien manejada, eficiente y competitiva.
Y
ejemplos sobran. Cuando los precios internacionales del crudo han ido a la
alza, cualquier intento legislativo por reformar a Pemex o por meterse a fondo
con la pospuesta reforma fiscal, han perdido fuerza ante la sola idea del
reparto de la suculenta renta petrolera que alimenta los presupuestos estatales
y engorda los renglones del gasto corriente de legisladores y del Ejecutivo.
Total, ¿para qué le movemos? ha sido el argumento detrás de la reiterada
inacción de los rentistas.
Por eso,
la buena noticia que ayer dio a conocer el presidente Calderón sobre el
descubrimiento de un importante yacimiento petrolero en aguas profundas al
norte del Golfo de México fue recibida con un sabor agridulce por algunos
comentaristas -como Oppenheimer- conocedores de la mezquindad de la clase
política mexicana.
Cualquier
razonamiento sensato diría que el hallazgo petrolero reciente es una noticia
alentadora que debe impulsar no sólo una mayor inversión de exploración en
aguas profundas y someras en todo el territorio nacional, sino que -en
cualquier corporación bien administrada- sería el acicate perfecto para
autorizar los siguientes pasos en las reformas corporativas, presupuestales y
de gestión que le den sustentabilidad a la rentabilidad y competitividad de
Pemex.
Enrique
Peña Nieto planteó
el tema como uno prioritario en su agenda de campaña electoral sin decirnos con
detalle hasta dónde quería llegar y cómo lo implementaría durante su gobierno.
Pero el hallazgo dado a conocer ayer le obligará a seguir la ruta que ya inició
Pemex en materia de inversiones en aguas profundas y someras y llevar el nivel
de inversión anual mínimo de 24 a 30 mil millones de dólares o más.
A
diferencia de Oppenheimer, tengo la impresión que los incentivos políticos han
cambiado y Peña Nieto, y su gobierno, están obligados a ofrecer resultados en
un tema que gravita tanto en las finanzas públicas como en la inversión, no
sólo por la competencia política interna y la fortaleza de la oposición en el
Congreso, sino por la propia competencia por los capitales externos y su
impacto en el crecimiento económico y el empleo. Medidas ineludibles de éxito o
fracaso de su gobierno.
Por eso
creo que los cambios en Pemex comenzarán pronto.
SÍGALE LA
PISTA…
El banco
de origen canadiense Scotiabank podría ser multado por las deficiencias en sus sistemas
internos, que operan vía el SPEI, exhibidos en la denuncia pública del aún
senador petista Ricardo Monreal sobre una transferencia interbancaria
presuntamente para apoyar la campaña del PRI.
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