Alfonzo Zarate / El Universal
De pronto, irrumpe y se hace visible un contexto que nos recuerda la
persistencia de viejas incitaciones que encuentran en la pobreza, la
marginación, el abandono o la indiferencia institucional y la
ignorancia, tierra fértil para implantar fundamentalismos. Ante una
realidad que parece no ofrecerles respuestas totalizadoras a sus dudas y
a sus angustias, surge la oferta delirante, la Tierra prometida.
Ubicada en el municipio de Turicato, a sólo 400 kilómetros de la
capital del país, Nueva Jerusalén fue fundada por una secta de los
adoradores de la Virgen del Rosario. El fundador, párroco de Puruarán,
Nabor Cárdenas Mejorada, condujo la erección de la ermita, dijo que
cumplía las órdenes de la Virgen, transmitidas por una anciana de nombre
Gabina Romero.
Nueva Jerusalén es una pequeña comunidad de unos 3 mil habitantes en
la que está prohibido ver televisión, leer periódicos, jugar futbol…
“Las actividades laborales o cotidianas se suspenden en su totalidad a
las 12 del día para rezar el Ángelus; pero además, es obligación de
todos […] cumplir con dos horas diarias actos de adoración y desagravio a
la Santísima Virgen del Rosario y la Santísima y Augusta Trinidad […]
Las niñas asisten a misa de cinco de la mañana, al entrar a la ermita,
deben ir formadas y con la vista baja, brazos cruzados, sin hablar,
atentas al sermón y sin sentarse. Quien se comporte mal, es corregido
severamente y a quienes no les guste, pueden irse”. (Cambio de
Michoacán, 21 de agosto).
El lunes 20, fecha de regreso a clases, el grupo que sigue a quien se
hace llamar “obispo Martín de Tours”, impidió a golpes y bloqueando las
vías de acceso al poblado, que los profesores asignados pudieran
impartir clases en una casa particular habilitada como escuela. Apenas
en julio pasado ese mismo grupo demolió el jardín de niños y la escuela
primaria y quemó el mobiliario escolar.
La muerte de Papá Nabor en 2008 disparó la disputa por el poder
religioso, que es también temporal. Martín de Tours se enfrenta a otro
“obispo”, Santiago Caballero, más moderado. Pero al interior de la
comunidad también existe una disidencia que pide educación pública laica
para sus hijos.
Todo parece indicar que la situación anómala de una comunidad fundada
y regida al margen de la ley fue tolerada desde 1973 a cambio de un
miserable rendimiento electoral: voto “zapato”, por el PRI. Sin embargo,
el asunto desborda colores partidistas y cálculos electorales ridículos
porque ha sobrevivido a la derrota del PRI y a dos gobiernos
consecutivos del PRD.
Lo amenazante está, justamente, en la virtual instalación de un mundo
aparte: una comunidad o seudomunicipio efectivamente “autónomo”,
construido a partir de un “mensaje divino” para la edificación de una
ermita.
¿Por qué razones y bajo qué argumentos la autoridad estatal permitió
el emplazamiento de una comunidad donde por décadas (1973-2007) no hubo
escuelas públicas, clínicas de salud o autoridad local? Nueva Jerusalén
es un caso extremo de vacío de poder, de ausencia del Estado. La
negligencia de la autoridad estatal permitió el crecimiento de la
anomalía por cálculo politiquero y/o temor a desatar la ira de una
comunidad fanatizada.
Agobiado por la quiebra de las finanzas públicas, éste es otro
conflicto para el gobierno de Michoacán, que ya enfrenta problemas
comunitarios no resueltos, como el de Cherán, donde talamontes y crimen
organizado aprovechan las pugnas internas y los enormes vacíos de una
autoridad indiferente y desbordada; territorios sustraídos a la
autoridad por dos cárteles, La Familia Michoacana y Los Caballeros
Templarios, por cierto, contaminados con ingredientes religiosos. Frente
a los fanáticos no hay razón que valga y su intransigencia los vuelve
hostiles y hasta despiadados con los que piensan distinto. Algunos de
los disidentes han denunciado las amenazas de destruir sus casas y
expulsarlos del pueblo.
El intento de hacer cumplir la ley fracasó este lunes. Los gobiernos
de Michoacán y el federal van a requerir un manejo cuidadoso e
inteligente para desactivar este conflicto religioso. Sin embargo, hay
un ingrediente que podría favorecer un arreglo: muchas veces, estos
caciques religiosos no son personajes trastornados, sino charlatanes,
vividores que lucran con la fe ciega de la gente.
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