Es
imprescindible cambiar la percepción que tienen los mercados
Las cifras difundidas no resultan
compatibles con las medidas de política ya anunciadas
David Taguas / El País
La
evaluación del último ajuste fiscal presentada por el Gobierno el 3 de agosto
ha sido muy insuficiente para explicar el proceso de consolidación y aumentar
la credibilidad de la política fiscal española. Y ello por los siguientes
motivos. Primero, el Gobierno no ha explicado el ajuste necesario para cumplir
estrictamente el objetivo de déficit público cada año del período 2012-2014.
Segundo, las cifras difundidas no resultan compatibles con las medidas de
política ya anunciadas con anterioridad al 13 de julio ni tampoco con el
cumplimiento del objetivo de déficit.
Para
abordar la primera tarea resulta conveniente introducir el concepto de déficit
estructural. El déficit público alcanzó en 2011 el 8,9% del PIB, estimándose
que el déficit cíclico, el efecto sobre el déficit de la situación cíclica de
la economía, fue del 1,8%. El déficit estructural es el resto, es decir, el
7,1% del PIB. Su interpretación es que, en ausencia de medidas, este componente
estructural permanecería y se alcanzaría un déficit en cada período que sería
la suma de los componentes estructural y cíclico. El objetivo es que el déficit
público no supere el 6,3% del PIB en 2012, el 4,5% en 2013 y el 2,8% en 2014.
La primera cuestión es estimar el impacto de la actividad en las cuentas
públicas, el déficit cíclico. Para responderla es necesario introducir el
concepto de output gap, el porcentaje de desviación entre el PIB y el
PIB potencial, que se estima en el -4,2% en 2011. Con un crecimiento del PIB
del -1,4% y un crecimiento potencial del 0,5%, el output gap este año
sería -6,1%, es decir, el anterior más el crecimiento del PIB menos el
crecimiento potencial. Considerando expectativas de crecimiento en 2013-2014
del -1,0% y 1,5% y un crecimiento potencial del 0,6 y 1,0 respectivamente, se
alcanzaría un output gap mínimo del -7,6% en 2013, que se empezaría a
cerrar hasta el -7,1% en 2014. La evidencia muestra un déficit cíclico
proporcional al output gap que se situaría en el entorno del 2,5 en
2012, del 3,0 en 2013 y del 2,8 en 2014.
La
conclusión es que para alcanzar el objetivo de déficit, será necesario reducir
el déficit estructural al 3,8% en 2012, al 1,5% en 2013 y al 0,0 en 2014. Para
ello, se requerirá un esfuerzo fiscal (reducción del déficit estructural) de
3,3 puntos del PIB en 2012, de 2,3 adicionales en 2013 y de 1,5 en 2014. En
total 7,1 puntos del PIB, es decir, ajustes por 78.100 millones de euros.
La
segunda tarea es la evaluación de las medidas anunciadas en términos de este
esfuerzo fiscal necesario. El ajuste anunciado asciende a 13.118 millones de
euros en 2012, 38.956 en 2013 y 50.075 en 2014. Dado que se trata de
desviaciones en niveles entre dos escenarios alternativos (con y sin medidas de
política), el impacto total es la desviación en 2014, 50.075 millones de euros,
y no la suma de las desviaciones cada año como se ha interpretado erróneamente.
Ello supondría el 64,1% del esfuerzo fiscal necesario hasta 2014, por lo que se
requerirían ajustes adicionales por 28.025 millones de euros.
Pero hay
un problema adicional y doble. Este año se evalúa el ajuste en 13.118 millones
pero el esfuerzo fiscal necesario es casi tres veces superior, de 36.300
millones (para reducir el déficit estructural desde el 7,1 al 3,8% del PIB).
Parece evidente que no se incluyen las medidas anteriores al ajuste del 13 de
julio que ascendían, entre ingresos y gastos, a 22.864 millones, que,
conjuntamente con el último ajuste, suponen 35.982 millones de euros, es decir,
el esfuerzo fiscal necesario para alcanzar el objetivo de déficit en 2012.
Las
conclusiones resultan extremadamente preocupantes. En primer lugar, las
explicaciones ofrecidas por el Gobierno del proceso de consolidación fiscal son
claramente insuficientes. No se ha explicado a los mercados que, dadas las
expectativas de actividad, alcanzar el objetivo de déficit del 2,8% del PIB en
2014 supone el equilibrio estructural de las cuentas públicas en dicho año, anticipando
en varios años el cumplimiento de la reforma constitucional. Tampoco se ha
explicado que el esfuerzo fiscal durante estos tres años es muy importante,
ascendiendo a 7,1 puntos del PIB. En segundo lugar, la evaluación del ajuste ha
generado incertidumbre. No parecen incluirse las medidas anteriores al 13 de
julio, infravalorando el ajuste en 2012, lo que genera dudas sobre el
cumplimiento del objetivo. Se interpreta erróneamente el ajuste total, sumando
desviaciones en niveles, y no se ofrece la información con el detalle
requerido.
En
definitiva, resulta imprescindible cambiar la percepción que tienen los
mercados y las instituciones sobre la política fiscal y presupuestaria
española. Ello exige la revisión del Programa de Estabilidad 2012-2015, eliminando
las incertidumbres sobre la política fiscal y la inmediata creación de un
Consejo de Estabilidad Presupuestaria independiente, siguiendo las
recomendaciones de las instituciones europeas, como el que ya tienen las
principales economías. Esta es la vía para impulsar permanentemente la
credibilidad de la política fiscal y presupuestaria.
David
Taguas es
director del Instituto de Macroeconomía y Finanzas, Universidad Camilo José
Cela.
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