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No pasa una semana sin que aparezca
al menos una noticia sobre irregularidades cometidas por banqueros en el
mundo, las cuales, en su mayoría, son sancionadas con multas por los
organismos supervisores.
Esa enorme cantidad de actos ilícitos se debe fundamentalmente a las
medidas de desregulación de las actividades financieras aplicadas por
los gobiernos neoliberales, bajo el supuesto de que generaría mayor
competencia a favor de la población, pero lo único que han producido es
que la avaricia de los dueños de bancos no tenga límites.
A pesar de que se ha demostrado que la crisis financiera de 2008,
iniciada con la “burbuja inmobiliaria”, fue directamente causada por
ellos, y a pesar de que supuestamente se instrumentaron acciones
correctivas para que esto no volviera a suceder y, sobre todo, para
poner orden en las actividades especulativas, la realidad nos demuestra
que ese 0.1 por ciento de la población puede más que el 99.9 restante.
En estos días le ha tocado su turno a un banco inglés, el Standard
Chartered, al descubrirse que violó una disposición del imperio, lo cual
negó al principio, que le impedía hacer operaciones con Irán. Por ello,
ha aceptado pagar al organismo regulador del estado de Nueva York la
cantidad de 340 millones de dólares, faltando todavía lo que determinen
otros organismos reguladores federales de Estados Unidos. Seguramente al
banco le preocupan dichas multas, pero no debe ser mucho si se
considera que el año pasado ganó más de seis mil 500 millones de
dólares.
Además, el pago de la multa fue inmediato, debido a que el regulador
le mencionó que de no hacerlo le quitaría la licencia para operar. Para
la revista The Economist las acciones gubernamentales aplicadas
son excesivas. Según ellos resulta demasiado incendiario amenazar con
el retiro de la licencia en caso de no pagar.
Por otro lado, en estos días se ha dado a conocer que los fiscales de
Nueva York y Connecticut han citado judicialmente a siete grupos
bancarios, para que declaren con relación a la manipulación que la
industria financiera ha hecho de la tasa libor, misma que se fija en
Londres por ellos sin la participación gubernamental y que sirve como
referente para operaciones financieras en todo el mundo.
Entre los bancos citados se encuentra el inglés Barclays, primer
banco en aceptar la manipulación y por lo cual pagó, sin menor problema,
454 millones de dólares, pues el año pasado ganó tres mil millones de
dólares. Además de éste, han sido citados los estadunidenses Citigroup y
JPMorgan Chase, el alemán Deutsche Bank, el suizo UBS y los también
británicos Royal Bank of Scotland y HSBC. Todos ellos son parte
importante de la crema y nata de los servicios financieros. Algunos
debieron liquidar multas por irregularidades en otras operaciones
financieras realizadas de 2008 en adelante, las cuales se recuperan de
inmediato, gracias a las grandes utilidades que obtienen.
Como hemos visto, los banqueros tienen bien medidos los riesgos que
corren al hacer operaciones ilícitas pues, hasta el momento, sólo pagan
una multa y siguen operando. Ya llevamos varios años así y quizá sea
hora no de amenazar y tan sólo multar, sino de aplicar la totalidad de
las sanciones que están en las disposiciones legales actuales. No es
necesario crear otras.
Por ejemplo, si al cometer irregularidades graves, como la
manipulación de la tasa libor o las hipotecas “subprime” se hubiera
sancionado con prisión a los responsables y, sobre todo, se les hubiera
retirado la licencia para operar, no tendríamos hoy los problemas que
siguen ocurriendo semana a semana, por la avaricia incontrolable de un
pequeño sector de la iniciativa privada. Además, este sector, en parte,
es también responsable de la creciente desigualdad que existe en el
mundo, ya que con los salarios que ganan y los bonos que se autootorgan
sus directivas provocan que la brecha entre los más ricos y los pobres
crezca. Por eso, actuar severamente contra los delitos financieros debe
ser una prioridad de cualquier país.
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