Antonio León | Bruselas / elEconomista.es
Ante la
desbandada de los líderes políticos europeos, que corren para esconderse y
conspirar entre bastidores, los rumores y las especulaciones campan a sus
anchas bajo los focos en mitad del escenario. Malas noticias para los países
atribulados que, como España, necesitan que vuelvan a reinar la calma y la
confianza. Excelentes, por el contrario, a ojos de los especuladores al acecho
para pescar en aguas revueltas.
Poco o
nada en este baile de informaciones contrapuestas y fuentes interesadas aclaró
este viernes 24 de agosto la Comisión Europea. El portavoz del liberal
finlandés Olli Rehn, vicepresidente del Ejecutivo comunitario y titular de las
carteras de Asuntos Económicos y Monetarios, se enrocó asegurando que no existen negociaciones para poner en marcha un
rescate integral de España.
No quiere
decir nada -como la inmensa mayoría de las declaraciones de las instituciones
comunitarias desde que hace un lustro comenzara la crisis mundial que hace casi
tres años mutó en crisis del euro- por cuanto las negociaciones formales nunca
empiezan hasta que los contactos informales han dejado atado el grueso de la
negociación.
Lo llamen
negociación o lo llamen contacto, amor o sexo, lo esté pidiendo el Gobierno
español o lo estén forzando, el conservador belga Herman Van Rompuy, presidente
del Consejo Europeo, prevé reunirse en Madrid el 28 de agosto con Mariano
Rajoy, presidente español; con la conservadora Angela Merkel, canciller
alemana, en Berlín el 4 de septiembre; y con el socialista François Hollande,
presidente francés, en París el 5 de septiembre.
Mientras
tanto, la agencia Bloomberg hizo este viernes 24 de agosto de nuevo
tambalearse los pilares del euro cuando, citando a dos funcionarios del Banco
Central Europeo (BCE), afirmó que Fráncfort no desvelará en su reunión del 6 de septiembre los
detalles de su plan para
reflotar a España e Italia comprando bonos.
El BCE alarga la agonía
Se
alargan la agonía y la incertidumbre, y se enfrían los ánimos de los
inversores: la operación quedará aparcada al menos hasta el 12 de
septiembre, fecha en la que el Constitucional alemán prevé pronunciarse sobre
si es legal la más reciente versión del fondo de rescate de países del euro
al borde de la quiebra. Parece improbable que la Justicia alemana bloquee la
puesta en marcha del fondo, pero podría reclamar una mayor supervisión política
de sus actividades, lo que equivaldría a ralentizar sus de por sí poco ágiles
resortes para la toma de decisiones.
Y
mientras el BCE mantiene bien escondidas sus cartas, el Gobierno de Mariano
Rajoy se resiste a desvelar las suyas al indicar que no decidirá si solicitar
un rescate total ?además de la ayuda ya solicitada para que la caída de la
banca nacional no arrastre al conjunto del Estado? hasta que el BCE haya dado
detalles de las medidas que prepara para aliviar las tensiones sobre la deuda.
La
agencia Reuters, por su parte, insistía este viernes 24 de agosto en que
el BCE estudia establecer bandas objetivas de rentabilidad de la deuda en el
marco de un nuevo programa de compra de bonos soberanos, para evitar que los
especuladores saquen tajada de sus futuras intervenciones en el mercado. Todos
los detalles de esta actuación apenas están, en el mejor de los casos, cojidos
con alfileres.
12,5
millones de electores son los holandeses que acudirán a la cita con las urnas
el 12 de septiembre, otro motivo para que esa sea una fecha clave para el
futuro del euro y de sus países en apuros como España. Holanda, uno de los seis
países fundadores de la construcción europea hace más de medio siglo, se vuelve
cada vez más euroescéptica. Férrea aliada de Alemania para exigir rigor a los
países del sur, Holanda podría radicalizarse aún más.
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