El conjunto de los países del euro ha entrado en
una nueva recesión que ya está afectando de forma significativa a la economía
estadounidense
La agudización de la crisis económica y
financiera de la eurozona es la causa principal de la desaceleración a la que
se enfrenta la economía mundial durante este año y el próximo. El conjunto de
los países del euro ha entrado en una nueva recesión que ya está afectando de
forma significativa a la economía estadounidense. La Unión Europea es el
principal socio comercial de EE UU: a ella se dirige una quinta parte de sus
exportaciones, de las que un 15% va a las 17 economías de la eurozona, a pesar
de que EE UU sigue manteniendo un déficit comercial bilateral. Una parte muy
significativa de los ingresos por facturación de las grandes empresas
americanas provienen de las economías de la eurozona. Además del impacto
comercial, la continuada inestabilidad en los mercados financieros se está
dejando notar igualmente en EE UU. También inquietan los malos resultados de
los bancos europeos; estos, al igual que otras entidades no americanas, han
sido particularmente activos en inversiones en aquella economía, que en caso de
agudización de la recesión europea podrían iniciar una ronda de desinversiones.
Tampoco es desdeñable la exposición que los bancos estadounidenses mantienen
con prestatarios públicos y privados europeos. Se trata de la peor cara de la
intensa dinámica de integración comercial y financiera alimentada durante las
últimas décadas.
Es razonable, por tanto, que las autoridades de
aquel país traten de influir en las europeas con el fin de abandonar la
peligrosa y prolongada inhibición que esas vienen definiendo desde el inicio de
las tensiones financieras. En realidad, parece que los riesgos de fragmentación
de la moneda única preocupan más a EE UU que a las propias autoridades
alemanas. El viaje del secretario del Tesoro, Timothy Geithner, esta semana a
Alemania responde a esa razonable inquietud, tanto más explícita cuanto mayor
es su condicionamiento sobre el desarrollo de la campaña electoral en aquel
país. La reelección del presidente Obama depende tanto de factores internos
como de las señales de reanimación del paciente europeo.
Junto a la reclamación de “acciones decisivas”
contra la crisis, las autoridades estadounidenses también han formulado ofertas
de cooperación que han caído en saco roto a este otro lado del Atlántico. A
tenor de los resultados mostrados el pasado jueves, tampoco el BCE ha sido
receptivo a los mensajes que Geithner sugirió en su última visita al presidente
del BCE, Mario Draghi. No es de extrañar que a las consecuencias directamente
económicas se sumen las derivadas de una falta de entendimiento político entre
ambos bloques económicos. Las autoridades de la eurozona se están quedando
literalmente solas en el empeño de que sea la austeridad a ultranza la que
ejerza sus efectos depuradores sobre las economías periféricas más endeudadas.
Pero esas medidas de ajuste, como ha reconocido recientemente el FMI, ya están
cerca de su máxima expresión. Los mercados, lejos de reconocer los propósitos
de enmienda, acentúan el castigo sobre los bonos públicos italianos y
españoles. La viabilidad de la eurozona, pero desde luego el ya menguado
bienestar de numerosos ciudadanos europeos, exige un cambio radical de
políticas. Aunque EE UU no hubiera dicho nada
Fuente: El País
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