elEconomista.es
Mario
Draghi y al BCE fueron acusados ayer de provocar un desplome en las bolsas por
su "inacción", especialmente desde España. Sin embargo, un análisis
más sosegado del discurso demuestra que la institución ha tomado decisiones
importantes contra la crisis. De hecho, el mercado ha recapacitado y hoy ha
recuperado lo perdido en la jornada anterior.
La
digestión de los últimos acontecimientos ha sido lenta y dicífil para mucho
actores del mercado, que esperaban una acción mucho más directa y espectacular.
Pero lo cierto es que el BCE tiene que hacer auténticos equilibrismos para
contentar a todo el mundo e intentar solucionar los problemas de economías muy
diferentes. Y de ahí que haya tenido que utilizar el palo y la zanahoria para
obtener lo que podría ser un consenso, si bien frágil, sobre el camino a seguir
en Europa.
Así, dos
años y medio después de que estallara la crisis de deuda parece haber un
acuerdo entre políticos y banqueros centrales sobre cómo afrontar la situación,
calmar a los mercados y garantizar la supervivencia del euro. Es decir, que
ahora existe una hoja de ruta más clara.
Y es que
el BCE estaría usando el palo para obligar a los países en apuros a pedir ayuda
al fondo de rescate (FEEF), con la condicionalidad que lleva acarreada, y la
zanahoria en forma de posibles compras de bonos y otras medidas extraordinarias
todavía por concretar. Vamos, lo que viene a ser un equilibrio entre los
intereses del sur y del norte de la UE, algo que hasta hace poco parecía
imposible de alcanzar. De hecho, casi nadie duda de que España e Italia vayan a
solicitar la ayuda a cambio
de unas condiciones y de que el BCE vaya a terminar interviniendo en el
mercado.
La compra de deuda a corto plazo es la clave
Para
conseguir el citado equilibrio, o para complacer a todas las partes, el BCE
habría utilizado una estrategia que el mismísimo The Wall Street Journal
considera muy inteligente.
De hecho,
la restricción de las hipotéticas compras de deuda a los bonos de más corto
plazo habría vencido los recelos alemanes sobre este tipo de medidas, ya que la
operación se asemejaría más a un mecanismo de transmisión monetaria que a la
financiación pura y dura de un Estado miembro. Se trataría pues de dar
liquidez al bajar los intereses de la deuda y no de financiar directamemte,
algo prohibido por los estatutos del BCE.
Pero todo
esto significa, además, que tanto España como Italia no deberían dormirse en
los laureles porque no podrán refinanciar su deuda a 2 y 3 años continuamente,
ya que necesitan generar la confianza necesaria para encontrar compradores para
la deuda a más largo plazo. Este incentivo evitaría que sucediera lo que
ocurrió el verano pasado cuando la Italia de Silvio Berlusconi se echó atrás en
sus reformas al ver que el BCE compraba bonos.
Pero a
pesar del consenso, y por aquello de que las formas son siempre las formas, el
Bundesbank ha querido hacerse notar porque, como reconoció ayer Mario Draghi,
fue el único que manifestó sus reservas ante una decisión unánime.
El día después: brutal reacción del mercado
El
rendimiento del bono español a 2 años bajó cerca del 20% y el de 5 años caía un
10%. "Estos anuncios del BCE, una vez que se hagan realidad, estarían
cerca de ser el gran bazuca que piden los mercados", explicó a
Bloomberg el estratega Charles Diebel, de Lloyds. "La decepción del
mercado de ayer no es una sorpresa en este contexto, pero podríamos haber
sentado las bases del gran plan que llegará en las próximas semanas",
añadía.
Por otra
parte, la estrategia de Draghi habría permitido algo muy importante entre
tanto nerviosismo e impaciencia. Y es ganar tiempo porque el fondo de
rescate permanente, el MEDE y sus 500.000 millones de capacidad de préstamo, no
estará disponible al menos hasta finales de septiembre. Además, tendrá que
superar el obstáculo del Tribunal Constitucional alemán, que dará su veredicto
el 12 de ese mes.
Hasta
entonces, el único vehículo que tiene Europa para capear el temporal es el
FEEF, que apenas cuenta con 148.000 millones de euros antes de desembolsar el
rescate de la banca español, algo que a todas luces es insuficiente para salvar
a España e Italia.
"Independientemente
de la reacción visceral del mercado a corto plazo, el anuncio del BCE
constituye un progreso serio", dijo Holger Schmieding, economista jefe de
Berneber Bank. "La probabilidad de que lo peor de la actual fase de la
crisis del euro se haya superado ha crecido sustancialmente", sentenciaba.
Por
tanto, el BCE y Alemania aprietan pero no ahogan a países como España e Italia.
Solo les obligan a continuar con sus reformas a cambio de una ayuda que puede
poner freno a la actual espiral de sus respectivas deudas. Y, ahora sí, parecen
dispuestos a hacer "o que sea" por el euro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario