viernes, 3 de agosto de 2012

DRAGHI EMPUJA A ESPAÑA A OTRO RESCATE


El BCE aplaza las medidas extraordinarias hasta que los Gobiernos soliciten auxilio
El eurobanco reabre la puerta a la compra de bonos  
El Gobierno de Mariano Rajoy se ve en la endiablada tesitura de pedir otro rescate o arder en el fuego de los mercado 
No hay duda de que un nuevo rescate obligaría a España a firmar otro memorando de entendimiento, un contrato con una serie de condiciones    
 Draghi cortó de raíz las especulaciones sobre la posibilidad de conceder la ficha bancaria al Mecanismo Europeo de Estabilidad
Luis Doncel Fráncfort  / El País
Un grupo de indignados acampados a la puerta de la sede del Banco Central Europeo (BCE) exigen a los mandamases del continente ayuda para los griegos que peor lo están pasando. A solo dos kilómetros de la torre desde donde se pilota la unión monetaria está el banco central alemán o Bundesbank, máximo representante de la política de rigor y ortodoxia que reclaman los países del norte. A caballo entre estas dos recetas diametralmente opuestas para salir de la crisis del euro, el presidente del BCE, Mario Draghi, dio este jueves una respuesta que no contenta del todo a nadie.
El presidente del eurobanco dejó claro que habrá ayuda para los países que sufren una escalada insoportable en sus costes de financiación, sí. Pero para que esta llegue, serán los Gobiernos los que tendrán que solicitar al fondo de rescate europeo que se lance a comprar deuda. Solo entonces intervendrá el BCE. Así, de una tacada, Draghi desplaza toda la presión hacia los países al borde de la intervención. Es decir, hacia España.
El Gobierno de Mariano Rajoy se ve así en la endiablada tesitura de elegir entre pedir un rescate —el segundo, después del destinado a la banca hace menos de dos meses— o de arder en los mercados. La decisión que tanto ha tratado de evitar el Ejecutivo, y que muchos analistas pronosticaban para la vuelta del verano, está ahora un poco más cerca.
Draghi admite que las “circunstancias excepcionales de los mercados y los riesgos para la estabilidad financiera” obligan al BCE a tomar decisiones. Pero ni aclaró el alcance de estas, ni cuándo se tomarán. “En las próximas semanas diseñaremos las modalidades apropiadas”, aseguró en la conferencia de prensa celebrada tras la reunión mensual del Consejo de Gobierno de la institución que lidera desde hace nueve meses. Sí dejó claro dos aspectos: que el primer impulso corresponde al país que aspire a recibir la ayuda y que, una vez que solicite el salvavidas, el Gobierno quedará sujeto a una condicionalidad “estricta y efectiva”.
Esta condicionalidad supone reducir hasta la nada el margen de maniobra de los países auxiliados, que tendrán que acatar los dictámenes de Berlín y Bruselas para asegurarse de que cumplen el camino marcado para ajustar sus cuentas públicas. Una vez más queda un aspecto en el aire. No hay duda de que un nuevo rescate obligaría a España a firmar otro memorando de entendimiento —el contrato por el que a cambio de recibir un préstamo se le impone una serie de condiciones—, pero Draghi no dejó claro si este nuevo documento conllevaría la imposición de reformas y recortes aún más duros o implicaría tan solo una mayor presión para llevar a cabo los ya previstos. Para cumplir con los requisitos ya existentes, el Gobierno de Rajoy aprobará este viernes —con unos días de retraso sobre el calendario pactado— el presupuesto para los dos próximos años. Deberá además acometer más recortes si pretende cumplir el objetivo de reducir el déficit por debajo del 3% en 2014.
El plan diseñado por Draghi, que dijo que en la reunión no se habló específicamente de España, pasaría por una petición formal para que el fondo de rescate —cuyo nombre oficial es Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, FEEF— se lance a comprar deuda. No está claro si lo haría en el mercado primario —donde los Estados emiten bonos directamente— o en el secundario, que es el de segunda mano. Los países más recalcitrantes en su ortodoxia, como Finlandia, apuestan por la primera opción. Solo entonces el BCE podría reanudar su programa de adquisición de bonos, paralizado desde el pasado marzo, para bajar la prima de riesgo.
Pero esta intervención del eurobanco tampoco parece estar libre de incertidumbre. Alemania ha mostrado en infinidad de ocasiones su oposición a que Fráncfort acumule deuda de los países periféricos. Este jueves volvió a dejar clara su tesis. Draghi admitió que la decisión se tomó en el máximo órgano del BCE con un voto en contra y quedan pocas dudas sobre quién fue el discrepante. El italiano recordó, con una pizca de ironía, que no es un secreto para nadie que Jens Weidmann, el presidente del Bundesbank y miembro del BCE, se opone a la compra de deuda pública.
Estas divergencias siembran dudas sobre la respuesta que dará el BCE en el momento en el que España solicite la intervención del FEEF. Draghi nadó en la ambigüedad al señalar tan solo que el Consejo de Gobierno podría considerar —siempre usando el tiempo condicional— medidas de política monetaria no convencionales “en las próximas semanas”. Se sobreentiende que entre estas medidas estaría el apoyo del BCE al FEEF en la compra de deuda.
En la lucha entre norte y sur de Europa, Alemania se apuntó otro tanto cuando Draghi cortó de raíz las especulaciones sobre la posibilidad de conceder la ficha bancaria al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de rescate permanente que deberá sustituir al FEEF. Esta medida multiplicaría hasta el infinito la capacidad de comprar deuda de los países al borde de la asfixia, pero cuenta con la oposición frontal de Berlín. El presidente del BCE insistió en que, con los estatutos actuales, el MEDE no puede cumplir esta función. “Como temíamos, el BCE no ha anunciado ninguna acción. En lugar de ello, ha puesto el balón en el campo de los Gobiernos”, resumen los analistas del banco Morgan Stanley.
“Draghi decepciona”. Así tituló este jueves la firma Schroders. Su analista para Europa, Azad Zangana, asegura que el presidente del BCE ha fallado en su intento de cumplir la promesa de hacer “lo que sea necesario” para salvar al euro. A juzgar por el dictamen de los mercados, es cierto que el italiano defraudó a los inversores que la semana pasada reaccionaron con euforia ante su discurso de apoyo sin fisuras a la unión monetaria. La prima de riesgo española se disparó hasta rozar los 600 puntos básicos y la Bolsa de Madrid cayó más del 5%.
Al igual que en el discurso de hace una semana, Draghi repitió este jueves que no tiene sentido atacar al euro porque es irreversible. Incluso mencionó de pasada el dracma, mientras explicaba que no había vuelta atrás a las monedas nacionales. ¿La euforia por sus famosas palabras en Londres fue entonces fruto de una mala interpretación? “No. ¿Ha leído usted mi discurso? Ahí no dije nada ni de comprar bonos ni de los plazos para tomar las medidas”, respondió Draghi a los periodistas que le preguntaban por las posibles incongruencias en los dos mensajes.
El BCE anunció otras decisiones de menor calado como dejar los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,75% o mantener en el 0% la facilidad de depósito, el interés con el que remunera el dinero que los bancos dejan en sus arcas. Pero la reunión de este jueves se recordará como el empujón decisivo que condiciona los pasos que dará España en las próximas semanas. “El principal mensaje que ha lanzado Draghi es que actuará, pero no solo; y que quiere que los Gobiernos hagan las reformas a las que se han comprometido”, sintetiza Nicolas Verón, analista del centro de estudios belga Bruegel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario