Alejandro Bolaños Madrid / El País
El paraje
semidesértico de Los Cabos, a orillas del Pacífico, es un escenario
extravagante para dar la réplica a un discurso en el Bundestag. Pero sobre el
mensaje lanzado esta semana por la canciller alemana, Angela Merkel, pivotará
la séptima cumbre del G-20, que el Gobierno mexicano ha decidido celebrar en
este complejo turístico de lujo entre mañana, lunes, y el martes. Cita a cita,
el foro que reúne desde el estallido de la Gran Recesión a los líderes de las
principales economías avanzadas y emergentes ha ampliado su radio de acción
hasta sobrepasar el límite de lo manejable. Pero el resultado de la cumbre de
Los Cabos se medirá por la capacidad de influir en las decisiones de un solo
país, de alterar el discurso en el que Merkel fijó los estrictos límites de la
respuesta alemana a la incesante crisis del euro.
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