viernes, 1 de junio de 2012

LA BANCA DE DESARROLLO SE PONE DE MODA


Francisco Suárez Davila / El Universal

La banca de desarrollo se ha puesto nuevamente de moda. Es como “los perros de rancho”, los amarran cuando hay fiesta (auge) y los sueltan cuando hay crisis. Obama pretende crear un Banco de la Infraestructura; Hollande, el nuevo presidente de Francia, un Banco Público de Inversiones. 
En México los candidatos la mencionan en lugar prioritario y piden fortalecerla sin definir cómo: Peña, Josefina y AMLO, quien propone crear la CAP, copia del Small Business Administration de Estados Unidos, aunque se le olvida que ya existe Nafinsa. Tienen razón en revivirla, ha demostrado ser un poderosísimo instrumento para impulsar el crecimiento. 
Así se acredita en la historia de México, en que la banca de desarrollo nos permitió industrializarnos y crecer al 6% anual. Después, como muchas cosas exitosas, se abusó de ella, se distorsionó. Se tejió una leyenda negra olvidando sus aciertos, destacando sus fracasos, algunos propiciados por sus enemigos: se usó para apoyar empresas emproblemadas, limpiando el déficit del gobierno federal; financiar a múltiples uniones de crédito; endilgarle malos proyectos del gobierno: World Trade Center, créditos a Cuba, como ahora Mexicana. Liquidar Banrural costó 0.5% del PIB y se dejó al campo sin crédito. Ningún rescate a estas entidades se compara ni remotamente con el de la banca privada liberalizada que le costó al país 18% del producto interno bruto y su casi total extranjerización. 
¿Qué no es la banca de desarrollo? La que ahora se ostenta como tal. Ésta es una banca pasiva, reactiva, la actual Nafinsa que se convirtió en Nacional Factoraje, derivación de Bancomer, que se ocupa de garantizar y redescontar los créditos a pymes de la banca comercial, financiando compras gubernamentales o de grandes empresas privadas. Hay una corriente que piensa que hay que consolidar a todos los bancos de desarrollo en uno. Tan equivocado, como unir a CFE y a Pemex. Un personaje dice: “¡La gente se enreda con tantas ventanillas!”, argumento que daría lugar a que hubiera también “un solo banco comercial”. 
¿Qué sí es la banca de desarrollo? Paradójicamente, algo similar a lo que hace el Banco Mundial a nivel internacional, que contradictoriamente se ha convertido en su enemigo después de ser su propagador. Ser como le llaman en China y Corea, “bancos de política” que ayudan a sus gobiernos a configurar programas nacionales, regionales y sectoriales importantes. Como en México se hizo: el Plan Sur-sureste, el Programa Nacional Fronterizo. Además, financian proyectos detonadores, como Ixtapa y Cancún; apoyan la creación de empresas estratégicas en acero, cobre, celulosa. Son escuelas de evaluadores de proyectos y elaboran estudios de base. Deben otorgar créditos en primer y segundo piso, garantías, redescuentos, capital de riesgo, subsidios focalizados, asistencia técnica. Para funcionar requiere fondeo propio a tasa de Cetes y una capitalización periódica del gobierno, como lo hacemos para el Banco Mundial. Sobre todo debe insertarse en una política nacional de desarrollo. 
Así, Nacional Financiera sería el banco que apoyaría a la política industrial y tecnológica, y a la expansión del mercado interno, no sólo pymes; Bancomext, nuestra urgente diversificación comercial, apoyando exportadores y a los que les compran, otorgando seguros, y a las empresas mexicanas que operan en el exterior; integrarle la promoción que no funciona separada del crédito; Banobras, banco de la infraestructura y del federalismo, financiando a nuestras constructoras para que compitan con los extranjeros; financiar a los estados, a los municipios, estimulando la planeación urbana; Financiera Rural debe convertirse en banco eje de un sistema incluyendo Seguros para reactivar al campo y Bansefi debe ser apoyo y “supervisor” de cientos de cajas de ahorro riesgosas. Se requiere consolidar muchos fondos clientelares dispersos en el banco del sector correspondiente. 
Así funciona la banca de desarrollo en los países emergentes más dinámicos: China tiene varios policy banks; India también. En Brasil otorgan 30% del crédito; BNDS desde luego en la crisis de 2009 otorgó 30% del crédito a la industria, rescató el sector automotriz, había creado y apoya a Embraer. Banco Do Brazil, en la práctica un banco comercial de fomento, financió el auge de la agroindustria. 
Éste, pues, es un instrumento poderoso si vamos a crecer al 6%. En México es todavía más importante, dada la prevalencia de bancos extranjeros que no dan suficiente crédito a las actividades prioritarias. Para un país emergente el crédito dirigido por cuadros profesionales comprometidos con el desarrollo del país es fundamental. ¡Fortalecer la banca de desarrollo es más importante que muchas llamadas reformas estructurales! 


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