Alain Galibert, Ágora Finanzas / elEconomista.es
El fuerte crecimiento reciente de las economías productoras de
materias primas desde Australia hasta Brasil ha sido avivado por
argumentos descabellados por los que la subida de los precios en la
última década suponía un cambio alcista permanente, una edición a alta
velocidad de la 'nueva norma'.
El argumento a favor de la
subida de las materias primas se basa en la asunción de que la demanda
de los mercados emergentes continuará subiendo como en la última década,
pero esa ola ya se ha roto. China, Brasil, India y Rusia se están
ralentizando.
Vuelta a la normalidad
Esa es la
verdadera vuelta a la normalidad según Rushir Sharma, analista jefe de
mercados emergentes de Morgan Stanley. Durante los últimos 200 años, los
precios de las materias primas en conjunto no sólo han bajado de forma
constante sino que también han viajado por líneas predecibles. Los
precios de un recurso determinado suben continuamente durante una
década, lo que inspira a las inversores para encontrar formas de
conservar los stocks existentes, extraerlo más eficientemente o
inventar sustitutos más baratos. Entonces los precios caen durante dos
décadas.
En la actualidad nos estamos acercando al fin de una década de fuertes subidas del precio del petróleo, y la pauta histórica se está repitiendo otra vez.
Una ralentización en China puede impactar a las estrellas de la última
década, donde los valores con mejor comportamiento del mundo fueron las
empresas de materiales y petroleras, y los mejores mercados fueron los
ricos en recursos como Brasil y Rusia, que subieron en torno al 300% en
dólares, y con grandes avances de sus divisas que incrementan la
rentabilidad.
La caída de los precios de las materias primas puede cambiar todo esto en un santiamén,
añadiendo inestabilidad en Oriente Medio y además reduciendo las
ambiciones y las corazas de guerra financiera de los estados ricos en
petróleo e inestables, como Venezuela, e incluso los aspirantes a
potencia regional como Brasil.
Excesos del final de la burbuja
Los
alcistas suelen hablar principalmente de una demanda estratosférica,
pero la subida del petróleo en la última década ha inspirado suficiente
inversión en nueva oferta -nuevos campos, nuevos oleoductos, nuevas
refinerías y fuentes de energía alternativas como el gas ballena- que
podemos tener una inundación de petróleo en esta década. Y lo que vale
para el petróleo vale para muchas materias, del acero a la soja. Estos
excesos son típicos de la fase final de una burbuja, lo que pone a
muchos inversores, empresas y países en gran peligro.
A medida que bajan los precios, un grupo evidente de beneficiarios
serán los importadores de materias primas, incluyendo India, Turquía e
incluso Egipto. Una caída de los precios relajará las presiones
inflacionistas que pueden ser un fuerte obstáculo para el crecimiento en
esos países.
Un error habitual de los bajistas es creer que, a medida que una moda
pasajera se acaba, el mundo se detendrá en vez de pasar a un nuevo
capítulo. La ralentización de China al final de la burbuja de las materias primas traerá una transformación, no un desastre.
No hará descarrilar el fuerte crecimiento continuo del sector de
consumo en los mercados emergentes, que supondrá una parte cada vez
mayor de la economía china y del conjunto del mundo.
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